QUÉ HA PASADO.
• El Piru se desdice de las acusaciones a Gorka.
• Abel tiene un juicio militar por el robo de los viales.
• Guillermo firma un acuerdo de fusión para el bufete.
María lleva días sin dar señales de vida y Beltrán asegura que tuvo que regresar de urgencia a Londres para cuidar de Amparo. “Pobre, ni le dio tiempo a despedirse…”, disimula.
La única salida que tiene Estefanía para aliviar un poco su sentimiento de culpabilidad es revelar a Socorro la verdad. “Yo cogí los viales de morfina de la consulta de Abel. Espero que pueda perdonarme”, le confiesa en plena calle. “¿Cómo? Eres una miserable”, responde duramente la hermana del médico.
Más tarde, cuando Guillermo se entera de que la gerente ha confesado, también la regaña: “Has cavado tu propia tumba para nada. Él tenía que haberlos tenido a buen recaudo”.
Esa tarde, Juan se presenta en casa de Maica borracho: “Has acabado con mi carrera diplomática. ¡No merezco tu desprecio después de tantos años juntos!”, grita y la agarra del brazo.
Aún con miedo, ella se acerca a contárselo a Gorka, sumayor apoyo y con quien cada día está más a gusto. “Nunca debimos separarnos. Todo hubiera sido tan distinto…”, reconocen en un momento y, tras mirarse a los ojos, se besan.
Fabián les hace separarse rápidamente, haciendo como si nada hubiese pasado. “Estábamos hablando de revivir el club social de la parroquia –disimulan– ¿Y si montamos un club de lectura?”.
Animado por Isabel, Sebas miente a Cristina sobre el romancecon su madre. “Hemos roto porque Pastora y yo nos hemos reconciliado. Lo siento”, dice el empresario como si a la joven le importase cuando realmente le entusiasma la idea de perderlo de vista. Con esta jugada, Lennon y Streisand, como se apodan los amantes, pueden retomar su pasión sin sentirse vigilados. No obstante, será Benigna quien localice un pañuelo en su piso. “¿De quién es esto? ¿Ahora eres un rompecorazones?”, pregunta a Quintero, que lo niega nervioso.
Inesperadamente, María se presenta en casa de Manolita, llorando y con un ojo morado. “Mi marido se enteró de que había cogido la autopsia de Tito y enfureció. He pasado la noche en una pensión, pero no tengo más dinero y no sabía a dónde ir”, se lamenta. “Tranquila, aquí estás a salvo. Lo siento. He sido yo quien te ha expuesto al maltrato de ese indeseable”, la consuela la mujer de Marce.
Virginia y Fabián perciben que algo raro ha ocurrido entre Gorka y Maica y lo comentan divertidos: “Se palpa la tensión sexual en el ambiente”. Para evitar que otros vecinos también sospechen de la relación del cura, en especial doña Visi, el joven habla abiertamente de su polémico pasado, convirtiéndose en la nueva ‘víctima’ de la filóloga.
Al conocer la situación de María, Marcelino y Pelayo tratan de convencerla de que denuncie a Beltrán. “Jamás permitiremos que vuelva a ponerle la mano encima”, aseguran. Compungida, ella les cuenta que ya lo intentó, pero que al tratarse de un poderoso militar nadie la escuchó.
Al menos, Abel sale absuelto del juicio militar y regresa a Madrid con un objetivo: conseguir recuperar el pasaporte de su cuñada para que pueda salir del país. Entre tanto, el resto de los Sáez de Abascal disimulan y hacen que desconocen el paradero de María para evitar que el coronel consiga localizarla.
Tras mucho pensarlo, Manolín renuncia a su carrera militar, lo que disgusta a su todavía esposa. Una vez más, su abuelo se convierte en su mejor consejero: “Lo que hagas, que te ilusione”.
Benigna continúa su guerra contra la impertinente doña Visi y arranca los carteles que ha puesto para dar clases de inglés. “¡Quién se ha creído que es!”, le recrimina al pillarla infraganti. “Tiene razón. Da igual, ¿quién va a querer contratar a una alcahueta”, contesta Castro.
La fusión con el bufete Cárdenas- Valenzuela empieza a tener sus primeras consecuencias: los nuevos socios consideran que hay que renovarse con “gente joven y preparada” y pretenden despedir a Justo. En una reunión, Galán deja muy claro que esa no es una opción viable. “El acuerdo al que llegamos no fue ese”, explica a Gabriela, por quien se siente muy atraído.
Al poco tiempo de su beso, Maica se arrepiente. “Es una historiapasada”, piensa e insinúa lo que sucede a Pelayo. Este, que prometió a su padre cuidarla, se acerca a la parroquia a hablar con el cura: “Te ruego que no le hagas daño. Es una persona muy especial que ya ha sufrido bastante”.
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