El discreto encanto de la altísima burguesía

Ya ha pasado una semana desde que se emitió el final de la segunda temporada de Succession. Ya asimilamos el golpe final (¿cómo no caímos en que algo así era posible?) y hemos pronunciado el adjetivo shakesperiano en voz alta varias veces, pero aún no hemos procesado el vestuario de los Roy. Los Roy, dueños de Waystar Royco y de una fortuna indecente, actúan en voz alta y visten en voz baja; de ahí que su ropa permanezca en segundo plano. Eso ocurre hasta que se afina la mirada: entonces se revela la mejor colección de jerseys y los vestidos y pantalones mejor cortados de la televisión reciente. Succession es una sucesión de materiales nobles que visten a gente innoble.

Esta es una serie sobre los abusos de poder y en ella la ropa es otra manera más de demostrar poder y marcar distancia. Los Roy, liderados por el patriarca, Logan Roy (Brian Cox) poseen un conglomerado de medios de comunicación, parques temáticos y cruceros; viven en una mansión en la Quinta Avenida, tienen otras en Europa, viajan en su avión privado y no saben si en casa tienen o no lavadora. Pese a que exhiben signos de riqueza mayúscula, su ropa es discreta. Solo saben vestir de una manera: bien y caro. Kendall (Jeremy Strong), el hijo mayor y con quien comienza y termina la segunda temporada, lleva buenos trajes porque siempre lo ha hecho. Ni siquiera hay una decisión consciente. Ya volveremos a él, un personaje cuya línea más repetida es “OK, Dad” y que cierra la serie vestido con un Tom Ford.

A post shared by Succession HBO (@succession_hbo) on

En Succession nadie habla de ropa (están demasiado ocupados destruyéndose y siendo infelices) hasta que un elemento externo se cuela en su micromundo. Los personajes de Greg (Nicholas Braun) y Tom (Matthew Macfadyen), ambos advenedizos, son quienes alteran el statu quo y provocan que el vestuario se cuele en el diálogo. Los Roy visten bien sin esfuerzo: llevan rodeados de cashmere toda la vida. Eligen la ropa sin emoción y sin comentarla. Cuando alguien quiere impresionarlos no lo hace y se nota. Succession es también una serie sobre la vergüenza ajena; la nuestra.

Michelle Matland, la responsable del vestuario, sabe que para que un vestuario parezca caro, lo más eficiente es que sea caro. Un buen patrón, como el del vestido-blazer que llevó Shioban “Shiv”, interpretada por Sarah Snook, en el capítulo 9 (también volveremos a Shiv) puede apuntalar el tono de una escena. Una de las prendas clave del piloto, su jersey de cenefas, es de H&M, pero el resto de la serie no sigue esa tónica. Matland ha buscado en las colecciones de firmas como Max Mara, Gabriella Hearst, Hobbs, The Row y Ralph Lauren Purple Label hasta encontrar piezas que, sin robar la escena, enfaticen las conversaciones. Solo una parte del vestuario procede de firmas y se muestra tal cual; la mayoría se modifica o se hace a medida: las camisas de Ronan (Kieran Culkin) y los trajes de Rhea, Holly Hunter, son un ejemplo. El trabajo de vestuario luce de manera especial cuando habla de jerarquías; Succession también es una serie sobre ellas.

Los Roy proceden de Reino Unido. Hay constantes guiños a su pasado europeo: saben vestirse para una cacería, para estar sentados frente a una chimenea en una mansión inglesa y para navegar por el Mediterráneo en su propio yate. En la serie todo el mundo aparece abrigado aunque aparezcan en interiores: los überricos tienen su propio termostato. La paleta de la serie es otoñal y está llena de ocres, beiges, verdes y azules, todos apagados, todos tranquilos. De nuevo, son los secundarios los que desafían el tono general. La actual mujer del patriarca, Marcia (Hiam Abbass), viste, en ocasiones, con colores vivos: llevó verde en la boda de Shiv y no tiene miedo de llevar joyas más evidentes que el resto, al que no vemos con más de alguna cadena y pocos anillos. Los Logan no llevan logos ni accesorios ostentosos: eso es para personas que hacen demasiados esfuerzos por encajar.

Esta serie también habla de aceptación. Jesse Armstrong, su creador, deja esto claro en muchas ocasiones. En el episodio llamado “Argestes”, Tom, marido de Shiv, viste un plumas de Moncler. Ronan, el hijo menor, se burla de él con un: “Nice vest, Wambsgans. It’s so puffy. What’s it stuffed with, your hopes and dreams? (“Bonito chaleco; qué mullido. ¿De qué está relleno, de tus esperanzas y tus sueños?) Los Roy no desperdician ninguna ocasión para reírse de quienes buscan ser aceptados. Para Tom eso es prioritario: él usa tirantes y trajes demasiado coordinados para ser el centro de la acción. Ronan y Kendall, nacidos en la abundancia, llevan plumas sin logo, sin brillo y sin intención. El chaleco acolchado se convierte, en “Argestes”, en una prenda que marca territorio. También en una armadura, la serie está llena de ellas.

A post shared by Succession HBO (@succession_hbo) on

A post shared by best of shiv roy (@siobhanroys) on

Otra de las más evidentes es el jersey de cuello alto. Los llevan a lo largo de la serie el matrimonio formado por Tom y Shiv, cada uno por distintas razones. Son, por un lado, una forma de mostrar riquezas (son de calidad y eso no se finge), por otro, una protección de los ataques externos, que son constantes. La hija de Logan Roy es uno de los personajes mejor vestidos de la televisión actual. En Man Repeller, han declarado que es el epítome de cómo quieren vestir este otoño. En la primera temporada, Matland (con nueve años de experiencia en Saturday Night Life y series como Angels in America) se basó en Carolyne Bessette y su estilo limpio y urbano; entonces, ella trabajaba como asesora política del demócrata Gil Eavis (un trasunto de un Bernie Sanders) y era la rebelde de la familia; llevaba el pelo largo y usaba ropa amplia y de colores pasteles. En la segunda, se corta el pelo y no de cualquier manera. Con ese bob, tan impecable como toda la ropa que lleva, nos está diciendo que puede permitirse que siempre aparezca perfecto. Es un corte de altísimo mantenimiento, lo más lejos posible de un “córtame para que pueda lavarme y salir a la calle tal cual”. Ese cambio de imagen es también un cambio de vida; ahora es parte de la famiglia y con ese power cut a lo Ivanka Trump lo deja claro. Ya no tiene que disimular su origen ni hacerse la progre. El vestuario es conservador y ella lo lleva con la seguridad de quien mezcla azul marino y negro, pero lo que sorprende es que todo le sienta como un guante; ahí se demuestra la riqueza y el poder de la familia.

En la segunda temporada, Shioban debe moverse en un mundo de hombres y en su propia y despiadada familia y lo hace. Para eso, la diseñadora se inspiró en mujeres como Marlene Dietrich y Katharine Hepburn. De ahí el despliegue de pantalones masculinos anchos. Uno de ellos, el más extravagante de todos y que aparece en el episodio 1, es de la marca Sui Studio. Su precio real no es prohibitivo, 299€. La marca reconoce a Vanity Fair España que aparecer en la serie “sí ha influido en su negocio”. Molly Peters, asistente de Matland, es una estilistas que ya había trabajado con esta firma, de la que escogieron trajes y pantalones. “Los clientes”, afirma un representante de la marca, “vienen a la tienda preguntando por los trajes de Succesion”. Una vez que la gran pantalla ha perdido capacidad de impacto en la moda de calle, las series, y sobre todo, las semanales, han tomado el relevo.

A post shared by Succession HBO (@succession_hbo) on

Además, de por armaduras, el vestuario de Succession está formado por prendas que ridiculizan a quienes la llevan. Esta es también una serie sobre la falta de encaje y la violencia que conduce. En la serie es tan discreta y rotunda como los abrigos que aparecen en ella. Encabezan el ranking de prendas de verguenza ajena las llevadas por Kendall, un personaje triste, que anda con la cabeza baja y viste de oscuro para tapar su culpa. Él protagoniza dos momentos especialmente incómodos. En uno, para intentar impresionar a las fundadoras de una start-up, cambia sus zapatos formales por unas deportivas de Lanvin. Spoiler: no sale bien. En otra ocasión, durante el 50 cumpleaños de su padre canta un rap en el escenario vestido con camisa y gorra de baseball. Todo el mundo lo pasa mal. El espectador, también. Kendall viste con la misma seguridad que sus hermanos trajes bien cortados, chalecos de Brunello Cuccinelli y calza zapatos no demasiado limpios: eso es para gente como Tom. Como su padre utiliza gorras de ambientes informales o cuando se quiere proteger de las miradas. El patriarca de la familia no tiene nada que demostrar a nadie: acude a la oficina con chaqueta de punto y grandes pañuelos al cuello y se protege con una gorra que tiene aspecto de llevar décadas con él.

Los otros dos hermanos Roy también marcan territorio con su vestuario. Connor, el mayor, ha abandonado sus chaquetas de cuero de urbanita retirado a un rancho de Nuevo Mexico por prendas más conservadoras como jerseys de ochos y trajes. Al fin y al cabo quiere entra en la carrera presidencial. Él y su novia, Willa, protagonizan algunos de los momentos más embarazosos de una serie llena de ellos. Ronan, el menor, ha crecido como sus hermanos rodeado de buenas telas y cortes y se burla de quienes no. Él viste trajes con corbata. americanas sobre camiseta blanca, deportivas de piel y tiene el armario lleno de camisas Oxford. No sabe ni ha sabido nunca quién las lava ni las plancha.

Ni el primo Greg ni Tom, el cuñadísimo, podrían llevar nunca chaquetas de punto ni gorras sin ser humillados por el núcleo duro de los Roy. Los satélites de la familia se pasan la serie intentando que nadie les saque de la foto. Tom gasta mucho en ropa y se nota, algo imperdonable en ese contexto. Los demás saben distinguir un buen cashmere: mira el precio y la etiqueta. Greg es el personaje qué más evoluciona en términos de vestuario; comienza la serie sin la ropa apropiada siquiera para pisar el vestíbulo de la familia; pasa de la ropa de Gap a la del ejecutivo que logra ser. Matland elige para él trajes de firmas como Rag and Bone, Acne o Theory. Greg copia a Tom y Tom copia al resto. Greg se pasa los capítulos nervioso y sabiéndose fuera de lugar, algo que al final demuestra que no es tan cierto.

A post shared by Succession HBO (@succession_hbo) on

Hay dos personajes femeninos con poder: Gerri (J. Smith-Cameron) y Rhea (Holly Hunter). La primera está siempre demasiado abrigada, envuelta en materiales pesados; es una manera de ocupar espacio y también de protegerse. En uno de los capítulos viste un abrigo rojo con gran cuello como guiño al abrigo de Max Mara de Nancy Pelosi. En Succession todo significa algo. Gerri viste ropa de Oscar de la Renta, Escada, Armani y muchas prendas de Scanlan Theodore, firma que también viste a Meghan Markle. Esta marca australiana nacida en 2017 entró en la serie porque algunas actrices conocían la tienda de Nueva York y hablaron de ella a la diseñadora de vestuario. Sarah Blank, su CEO, declara a Vanity Fair que le encanta Succession y que está emocionada de aparecer en ella. Scanlan Theodore tiene, según ella, “la suerte de vestir a mujeres inspiradoras que buscan diseño australiano, cortes europeos y servicio al cliente”. La marca viste a la élite del poder de Nueva York, por tanto tiene todo el sentido que aparezca en la serie. Los trajes de Rhea son tan delicados como impecables; tiene auténticos duelos con Shiv y debe estar a la altura.

En el capítulo final que transcurre en un yate los Roy se muestran más sueltos que en el resto de la serie en términos de vestuario; también con más angustia que en ningún episodio anterior. Aquí Matland (que colaboró en el vestuario de The Talented Mr Ripley), se luce especialmente. Están en el Adriático y nadie los ve: se visten para ellos. Shiv aparece en traje de baño y un mono de Hobbs, Tom una americana de hilo rosa de Ralph Lauren, Gerri sobrecamisas y pantalones de lino y Ronan y Connor sendas camisas de manga corta impensables en tierra firme. Aunque el contexto es placentero e intentan fingir espíritu vacacional (Shiv lee “Conversaciones entre amigos” de Sally Rooney) hay una sombra negra sobrevolando el barco. En ese ambiente las ropas alegres resultan especialmente siniestras. Es un episodio en el que nadie sabe qué piensa el otro, por eso las gafas de sol juegan un papel importante. Las de Shiv son Ray Ban y las de Ken de Oliver Peoples; el modelo es Oliver Sun Honey +Brown y el precio es de 355€. Es también un episodio de sombreros, desde el panamá de Connor hasta la pamela de Shiv pasando por el negro, de aire mafioso, de Logan.

Succession es una serie de gente impresentable muy bien vestida; también es la confirmación de que los verdaderamente ricos, los que disfrutan de dinero antiguo, no hablan de lo poco que pesa su cashmere. No hablan de su cashmere. Es una serie que habla de puñales volantes, del abuso de poder, de lo fácil que es humillar y de cómo el dinero se mueve siempre en los mismos círculos. Como dice Logan: “Money wins”. Por el camino, nos preguntamos si quienes se comportan de forma inmoral pueden ser elegantes o si es una cualidad reservada para las buenas personas. Sea cual sea la respuesta, el reinado de los Roy no ha llegado a su fin.

A post shared by best of shiv roy (@siobhanroys) on

Fuente: Leer Artículo Completo