En 1992, con la inauguración del Museo de arte Thyssen-Bornemisza , se saldaba uno de los culebrones de la historia del arte más fascinantes del siglo XX en el que la intervención de Tita Cervera, la baronesa Thyssen, fue fundamental para que la colección permaneciera en España.
El barón Henry Thyssen era a principios de los ochenta uno de los 100 hombres más ricos del mundo, y su colección de arte, quizás la más valiosa y cotizada del momento. En 1987 empezaron los rumores de que quería sacarla de Villa Favorita, su mansión en Lugano, Suiza, para exponerla como un museo en algún otro lugar de Europa más accesible al gran público. Comenzó entonces la gran puja artística del siglo XX. La Fundación Getty llegó a ofrecer unos 1.500 millones de dólares por albergar la colección del barón.
Hacía poco que Heini, como le llamaba cariñosamente la ex Miss España, y Tita se habían casado, y ella le animaba a que España fuera el lugar elegido. A principios de los ochenta el barón visitó Barcelona para buscar un lugar donde exponer su colección y tantear una posible ubicación de su museo.
"Fue un viaje estupendo. En aquella época vivíamos en Villa Favorita, en Lugano, y yo echaba de menos pasear por Barcelona, ir de tiendas… Así que estaba como loca de feliz", recuerda la baronesa a Vanity Fair. "Vinimos a Barcelona en el avión privado con Borja y mi madre. Heini estaba buscando un espacio para exponer su colección de maestros modernos en Barcelona. Yo le pedí a mi hermano Guillermo, que vivía aquí, que le paseara por Barcelona. Les acompañó nuestro amigo Antonio Parés, entonces director del Ritz, y fue con ellos el vicealcalde de Barcelona. Mientras, mi madre, Borja y yo nos fuimos de compras", recuerda Tita.
Ese viaje quedó inmortalizado en un álbum de fotos que iba realizando el fotógrafo personal de Parés, un amigo muy cercano a Tita, y uno de los artífices de que el barón y la ex Miss España se conocieran en Cerdeña y acabaran enamorándose. Vanity Fair lo halló perdido en el Rastro de Madrid y logró reconstruir su historia con la ayuda de la baronesa.
En imágenes
El álbum del viaje de Tita Cervera, el barón Thyssen y Borja a Barcelona
Según las fotos, en su búsqueda el barón pasó por el Palau de la Virreina, la Generalitat, el monasterio de Pedralbes y varias salas de exposiciones y museos. Les acompaña también el teniente de alcalde de Relaciones Ciudadanas en la época, Ramón Martínez Fraile. Se les ve viendo sedes y comiendo en un bar típico de Barcelona. Heini comiendo anchoas y jamón, luego afanándose con las ostras en un sitio típico… Las fotografías muestran a un grupo de amigos entre risas en plena comilona, después de los actos oficiales y las visitas formales a los museos. Lo que las fotos no muestran son las negociaciones y reuniones que comenzaron en ese viaje para lograr que la colección de arte más cotizada del mundo se quedara en España.
La exposición se celebró finalmente en el Palau de la Virreina bajo el título Mestres Moderns (Maestros Modernos) y también en Madrid. "Aún conservo el catálogo, tenía un arlequín de Picasso en la portada", apunta Carmen. Se inauguró el 6 de mayo de 1986 y era la primera vez que parte de la colección Thyssen se veía en España. Y deslumbró. Las 111 obras de arte contemporáneo abarcaban cronológicamente desde un Corot de 1872 a un retrato del barón Von Thyssen realizado por Lucian Freud en los años 1981-1982.
En la inauguración, el barón anunció que la decisión estaba tomada: dejaría parte de su colección depositada en España, que acabó imponiéndose a japoneses, británicos y alemanes. Tita había tenido mucho que ver en el triunfo de la operación. Los cuadros se quedarían en pricipio entre Madrid y Barcelona, en el Monasterio de Pedralbes. Finalmente se reunirían con la apertura del Museo Thyssen en Madrid en 1992, hace ahora 20 años. Se quedaría allí, en el Palacio de Villavista, a un paso de El Prado, y preservaría el nombre del barón Thyssen. El Estado Español la alquiló durante nueve años por 5 millones de dólares al año y en 1993, con el museo inaugurado, pagaría 350 millones de dólares a cambio de 775 cuadros de la colección.
La baronesa no daba crédito a que las imágenes de este viaje se olvidaran en el lote de muebles de Parés que subastó el Ayuntamiento de Barcelona y algún trapero llevó hasta el rastro de Madrid. "Fíjate qué pena que fueran a acabar en la basura… Claro, el pobre Parés murió y a sus herederos no les interesarían los recuerdos de su padre, venderían todo al peso, como el resto de muebles y libros de este señor, y acabaron en una mueblería de Madrid, ¡menuda casualidad!", concluye.
Artículo publicado originalmente el 11 de octubre de 2012.
Fuente: Leer Artículo Completo