El lunes, después de un fin de semana agotador, más que ganas de dormir tenía ganas de llorar, de llorar mucho rato, de puro cansancio.
Me quejaba a Amante de todo lo que me había pasado, de cómo habían abusado de mi predisposición a ayudar y de mi costumbre de solucionar problemas, propios y ajenos. Le decía que sentía que me habían vendimiado a base de bien. Vamos, que me sentía un poco gilipollas. “Culpa tuya -me dijo- porque siempre ayudas a todo el mundo. Y luego tus marrones te los comes tú sola”.
Tenía razón, he tardado casi una semana en asimilar que en vez de compadecerme tenía que entender que esa concatenación de favores (en algunos casos, abusivos), ese no decir “no”, o sacar los colores, o directamente mandar a la mierda a quien pide y pide, o a quien no asume su parte del trabajo, era mi culpa.
Mi semana empezó en realidad el martes, tomando buena nota de mi propia estupidez: “tienes que ser egoísta por autoprotección, Pepa, o van a acabar contigo”. Y eso es lo que he hecho: he dicho NO unas cuantas veces; he ignorado llamadas y mensajes; he escurrido el bulto cuanto he podido.
Comentaba Sylvia de Béjar en su ponencia del Congreso Virtual de Empoderamiento Sexual Femenino (del que hablé hace justo una semana), que esta 4ª Ola de Feminismo tenía pendiente una cuestión importante: las mujeres teníamos muy claro que unidas éramos fuertes para reivindicar nuestro sitio, pero que nos faltaba aplicar toda la teoría feminista de puertas adentro, en nuestra propia casa. Que nos pesa aún el mandato de género que nos hace asumir el rol de cuidadoras, de sacrificio, de mirar antes por los de alrededor que por nosotras mismas. Y esto aplicado a todos los aspectos de nuestra vida, desde las tareas del hogar a nuestra satisfacción sexual.
Me analizo y pienso que en el terreno sexual sí que me he sacudido el rol de complaciente antes que complacida, pero en otros aspectos me falta ese punto de egoísmo, de mirar por mi bienestar, y de ahí el agotador fin de semana que tuve.
Esta semana seré cabrona, y puede que la siguiente también. Ya veré cuándo me canso, si me canso…
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