A principios del 2019, 400 mil personas sufrían un trastorno de alimentación en nuestro país. Desde entonces los cambios sociales que han azotado el mundo no han hecho más que incrementar las cifras y la falta de recursos para atender a las personas afectadas no solo no ha ayudado a bajar los datos, sino que además ha aumentado los casos notablemente. Sumando a ello las consecuencias que supone el confinamiento, la ansiedad y la falta de movimiento, antes de verano se estimó que, de una de cada 20 mujeres, lucha en su día a día con problemas relacionados con la comida.
Los problemas derivados de conductas alimentarias siempre han estado presentes en la historia. Los estereotipos sociales han marcado pautas a las que la sociedad ha querido ajustarse y los prejuicios no han hecho más que establecer normas que rigen las claves de cómo deben ser los cuerpos, excluyendo del imaginario social admitido a todos los que no cumplan las directrices. Tener curvas sí, pero depende en dónde. Una estatura aceptable, manos y pies finos, dientes perfectos y, sobre todo, ni un kilo de grasa visible.
Si bien esto afecta a una gran parte de la población, más aún se acentúa cuando se trata de una figura pública. En el documental de ‘Princesa Diana: en primera persona‘, que se encuentra disponible para el espectador en la plataforma de streaming de Netflix, la princesa Diana confiesa en 1991 con sus propias palabras a su amigo y periodista Andrew Morton haber sufrido bulimia desde los 19 años. Ahora, la serie ‘The Crown‘, recupera esta historia y su eco llega a una gran parte de personas que la desconocían.
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Que Diana vivió en un contexto en el que aparentemente tenía todo es cierto. Que sufrió mucho, también. Estuvo siempre sometida a una gran presión social de los medios de comunicación que, desde que comenzó su relación con el príncipe Carlos, no dejaron de perseguirla a cada paso. En la calle y en los actos públicos a los que acudía, cada uno de los gestos de Diana era analizado con precisión.
Una mujer que pasó del anonimato a ser un miembro nuevo de una de las familias reales más valoradas y comentadas del mundo. Si su vida parecía idílica, los entresijos que escondía y que aparentemente tenía que ocultar hicieron que el cúmulo de emociones llevaran a la princesa a manifestar su malestar en enormes atracones de comida que, ella misma confesó, vomitar a los tres minutos de su ingesta.
Tampoco el comportamiento del príncipe Carlos -en alguna ocasión le insinuó tener que bajar peso-, ni la sombra de Camila Parker le ayudaron a superar este trastorno. Vivió siendo consciente del romance extra matrimonial de su marido con Camila y se guardó, hasta hablar con el periodista en las grabaciones del documental, su historia y sufrimiento para ella misma.
Diana fue víctima de la sociedad. Y aunque ‘The Crown‘ ha querido recalcar que es una serie de ficción, la bulimia de Lady Di fue veraz. Al principio de los capítulos en los que se trata la enfermedad se advierte al espectador de la visión de imágenes que pueden afectar a su sensibilidad. Pero llevar a la pantalla uno de los trastornos más comunes a través de una de las figura reales que más cariño ha obtenido de la población, supone un gran paso para dar visibilidad a un problema que, en la mayoría de los casos, se sufre en silencio.
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