Rocío Carrasco tiene marcado a fuego un día en el calendario: el 23 de junio de 2016. Esta fue la última vez que la hija de Rocío Jurado vio a su hijo pequeño, David Flores. «Esos últimos minutos fueron él con su mochila sabiendo que se iba con el padre todo el verano y que cuando el padre lo trajera él iba a la boda de su mami y de Fidel. No tengo que invitar a mi hijo a la boda. Él era parte de la boda», recuerda Carrasco con sumo dolor en el décimo capítulo de ‘Rocío, contar la verdad para seguir viva’. «Ese día no llegó, no dejaron que llegara».
David Flores iba a tener un papel importante en el enlace de su madre con Fidel Albiac, su pareja desde hace casi dos décadas, el cual tuvo lugar el 7 de septiembre de 2016. «Decidimos casarnos porque nos merecíamos hacer algo a gusto, era un gesto de agradecimiento de alguna manera a la gente que en algún momento de esos 20 años que nosotros llevábamos juntos habían sido importantes para nosotros», explica Rocío Carrasco, alabando la importancia que Fidel Albiac ha tenido en su vida.
«Gracias a Dios me he casado para toda la vida. Si esta no es la buena, es la única. Creo en el amor. Yo lo tengo, a manos llenas, yo sé lo que es el amor lo sé. Fui tan feliz ese día, se nos nota en la cara. Para mí fue un día maravilloso y uno de los mejores días de mi vida, por mí por él y porque sé lo que suponía para mi madre. Mi madre hubiera sido inmensamente feliz, estaba cumpliendo una de sus últimas voluntades… ‘Tú no te vas a creer que no me voy a morir sin verte casada con este’, me dijo», recuerda la presentadora ilusionada.
Sin embargo, la ausencia de su hijo provocó que no pudiera disfrutar de un día tan especial como a ella le hubiese gustado. «Para mí era un sueño cumplido que no pude realizar. Anímicamente estaba hecha una mierda, pero cumplí lo que mi madre me dijo antes de irse», añade.
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