De Jane Birkin a Audrey Hepburn, pasando por Liza Minnelli, Romy Schneider o Grace Kelly, son muchas las royals y celebrities que guardan un gran parecido con sus madres o han compartido con ellas vidas similares. En muchos casos, mujeres fuertes que han ayudado a sus hijas a cumplir sus sueños y que se han convertido en el apoyo necesario cuando las cosas no iban tal y como se esperaba. Pero no todas las relaciones madre-hija de las celebrities pueden presumir de ser idílicas.
En más de una ocasión, las celebrities han tenido que convivir con una madre demasiado preocupada por sacar beneficio del éxito de su hija o volcada en lograr a través de ella las metas que nunca alcanzó, como les ocurrió a Shirley Temple y Romy Schneider. Pero también hay relaciones felices en las que la confianza y la admiración lo impregnan todo, como las que mantienen Melanie Griffith y Tippi Hedren o Gwyneth Paltrow y Blythe Danner. En Hollywood hay historias para todos los gustos, algunas propias de los guiones más inverosímiles. Y es que muchas veces detrás de una sonrisa o un posado aparentemente feliz se esconden historias de lo más variopintas.
En este Día de la Madre buceamos en los archivos fotográficos de algunas de las divas de Hollywood en busca de las fotos más entrañables y bonitas con sus madres. Y aprovechamos la ocasión para recordar quiénes eran ellas, en algunos casos desconocidas para el gran público y en otros con una fama que nunca dejo de ensombrecer la carrera de sus hijas.
Elizabeth Taylor, Melanie Griffith, Jane Birkin y Liza Minelli pueden presumir de llevar la interpretación en sus venas, pues todas ellas se criaron entre bambalinas gracias a la carrera de sus madres como actrices. Otras como Audrey Hepburn convivieron con sus raíces aristocráticas y también están las que tuvieron que tirar del carro y convertirse en el motor económico de sus familias, como Sofía Loren o Rita Hayworth, que no tuvieron precisamente una infancia marcada por la abundancia y sí por las exigencias maternas. A todas ellas rendimos un homenaje recordando su trayectoria y rescatando del álbum de fotos recuerdos de felicidad que seguramente se convirtieron en su refugio cuando las cosas no iban bien.
Gran parte de la elegancia y el je ne sais quoi de Jane Birkin se la debe a su madre, Judy Campbell. Actriz, guionista y cantante, Judy se crió en una familia de artistas y dio sus primeros pasos en el teatro. Su belleza clásica, su saber estar y su elegancia fueron siempre su carta de presentación.
En una entrevista para Interview Magazine Jane explicó que dudaba que pudiera dedicarse a ser actriz: «Mi madre era una actriz de teatro de gran belleza, y cuando la gente me decía: «¿Eres la hija de Judy Campbell?» y yo decía que sí, me contestaban «No te pareces a ella, no tienes la misma…» y entonces yo decía: «¿La misma clase?» y decían: «Sí, probablemente sea eso». Entonces pensaba: «Bueno, no tengo ninguna esperanza en esto». Pero Birkin se equivocaba porque si algo compartía con su madre era la capacidad para enamorar a la cámara.
Antes de que Grace Kelly saltara a la fama como actriz, su madre, Margaret Katherine Majer, ya sabía lo que era la popularidad. Margaret se convirtió en la primera entrenadora de equipos femeninos en la Universidad de Pensilvania y organizó distintas competiciones deportivas.
La belleza de su hija Grace auguraba que la fama no le sería esquiva y pronto se marchó de su Filadelfia natal a Nueva York para hacerse hueco en el mundo de la interpretación. El éxito no tardó en llamar a su puerta pero lo que quizás su progenitora jamás pudo imaginar es que su carrera como actriz le permitiría conocer al monarca del pequeño principado de Mónaco, por quien lo dejaría todo.
Esta foto probablemente capturé uno de los pocos momentos felices de Gladys y Marilyn, y es que madre e hija nunca pudieron vivir una relación típica. Cuando ella nació Gladys cargaba con dos matrimonios fallidos y la ausencia de sus dos hijos mayores, a cargo del padre. Tenía un modesto trabajo en el mundo del cine como cortadora de negativos y pocos recursos para afrontar su crianza. Así que la dejó a cargo de una familia católica y después pasó por distintas familias de acogida y orfanatos.
La felicidad fue breve para ambas. Gladys pudo comprar una pequeña casa en Hollywood, pero al poco tiempo de convivir sufrió una crisis que agravó sus problemas mentales y tuvo que ser ingresada. Su vida sería un continuo entrar y salir de hospitales, pero Marilyn nunca la abandonó, encargándose económicamente de ella desde el momento que pudo.
Puede que la elegancia innata que derrochaba Audrey Hepburn dentro y fuera de la pantalla proviniera del origen aristocrático de su madre. La baronesa Ella van Heemstra era una mujer de carácter que siempre demostró tener las ideas claras. Tal y como se cuenta en el libro Enchantment: The Life of Audrey Hepburn, la baronesa de joven destacaba por su voz, y era habitual que le pidieran que cantara en las fiestas a las que acudía.
Su primer matrimonio terminó de manera precipitada a los 24 años, cuando ya era madre de dos hijos. Y fruto de su segundo matrimonio nació Audrey, que llegaría a convertirse en un icono del cine y que no tuvo precisamente una infancia fácil. Pasó sus primeros años en un internado y vivió traumatizada por la simpatía de sus padres hacia el Partido Nazi. Pasó toda clase de penurias durante la Segunda Guerra Mundial pero siempre tuvo claro que nunca abandonaría a sus padres. La baronesa pasó la última época de su vida en la casa que su famosísima hija tenía en Tolochenaz (Suiza).
Jackie Kennedy tenía en su madre, Janet Lee Bouvier, un excelente espejo en el que mirarse. Hija de un matrimonio católico de ascendencia irlandesa, su padre era abogado y empresario inmobiliario y ella una socialité entre cuyos hobbies estaba montar a caballo. Graduada en Arte, trabajó en la Sociedad Histórica de Newport y pronto se casó con John Vernou Bouvier III, con quien tendría a sus dos hijas más famosas: Jackie Kennedy y Lee Radziwill.
No fue su único matrimonio. Tras su separación, se casó con otro multimillonario con quien tuvo otros dos hijos, y a los 72 años se casaría con un amigo de infancia en una boda en la que su hija Jackie actuó de testigo. Janet compartía amistad con la élite neoyorquina, sus tea party eran las más deseadas de la ciudad y siempre apoyó a su hija y a su yerno, John Kennedy, para quien recaudó fondos con sus apreciadas fiestas.
Basta ver el gesto adusto de Volga Cansino para adivinar que su vida no fue un camino de rosas, y la de su hija, toda una estrella del cine, tampoco. Rita tuvo que sufrir un padre que abusaba sexualmente de ella y la explotaba laboralmente.
Volga era una popular corista de Broadway y fue allí donde conoció al bailarín español Eduardo Cansino, con quien tendría a sus tres hijos. Su afición al alcohol y su carrera frustrada ensombrecieron su relación con su hija, y nunca hizo nada por protegerla de las garras de su padre.
De su madre, Sara Sothern, heredó Elizabeth Taylor su amor por la interpretación. Lo que no podía imaginar Sothern es que su hija terminaría siendo una de las actrices más importantes de la historia del cine. Sara nació en Arkansas y disfrutó de una fama relativa, debutó en Broadway y se convirtió en una respetada actriz de teatro. Pero con 31 años se casó en Nueva York con el marchante de arte Francis Lenn Taylor y abandonó su carrera como actriz.
Su hija Elizabeth heredó de ella su belleza y su talento y fue su gran fuente de inspiración. Dedicada al cuidado de sus hijos, imágenes como esta en la que ambas preparan perritos calientes son un buen ejemplo de la agradable vida familiar que compartieron.
No debe ser fácil ser hija de dos mitos del cine como Ingrid Bergman y Roberto Rossellini, y ese es el papel que le tocó vivir a Isabella. Aunque sus padres se divorciaron cuando ella tenía solo tres años, la buena sintonía que siempre hubo entre ambos le permitieron vivir una infancia feliz.
En una entrevista, Isabella definió a su madre como amable y cariñosa y no solo la recuerda como una madre entrañable, sino también como la mejor enfermera. Isabella nació con problemas en la columna y se tuvo que someter a complicadas cirugías, en todas su madre fue su mejor cuidadora.
Romilda Villani era una profesora de piano que soñaba con ser actriz, un deseo que volcó en su hija, Sofía. No era fácil para ella llegar a fin de mes y hacerse cargo de sus dos hijas, subsistiendo en un barrio pobre de Nápoles y con la ausencia del padre de ambas.
Pero lo que ella no había podido conseguir se empeñó en que lo lograra su hija, apuntándola a clases de teatro e inscribiéndola en concursos de belleza. La fe ciega de su madre en el futuro de su hija estaba más que justificada, llegando a ser una estrella internacional.
La biografía de la actriz infantil más famosa de la historia y la ganadora más joven de un Oscar está marcada por el deseo de su madre de convertirla en una pequeña estrella. Gertrude tuvo claro el talento de su hija y a los 3 años ya la había inscrito en una escuela de danza. De profesión peluquera, Gertrude se esmeraba cada día en realizarle a su hija sus famosos rizos perfectos y al acostarla le leía los guiones en lugar de cuentos.
Aunque Gertrude fue retratada como una madre sin escrúpulos que solo buscaba que su hija mantuviera a la familia, la propia Shirley lo desmintió diciendo que nunca le obligó a hacer nada.
La vida de Judy y Liza guarda tantas similitudes que a veces resulta difícil distinguir qué forma parte de la vida de cada una. Ambas comenzaron su carrera a una edad muy temprana, y ambas comparten un increíble palmarés de premios. Pero la suerte no les acompañó en el terreno personal: sus fracasos matrimoniales y su adicción a las pastillas y el alcohol formaron parte de su vida.
Judy murió con solo 47 años por una sobredosis de pastillas, y afortunadamente Liza Minelli ingresó a tiempo en una clínica de rehabilitación para evitar acabar igual que su madre. En más de una ocasión Minelli ha recalcado que su infancia fue feliz y que de su madre guarda buenos recuerdos.
Magda Schneider ya era una conocida actriz antes de que naciera Romy. Aunque comenzó ganándose la vida como taquígrafa, decidió estudiar canto y ballet y a los 21 años consiguió su primer papel en el cine. Alemana de nacimiento, se casó con un actor austríaco y de su unión nació Rose Marie Magdalena, más conocida como Romy, que terminaría superando en fama a su madre. Durante la Segunda Guerra Mundial, se refugiaron en los Alpes y Magda fue invitada por Hitler, pues era una de sus actrices favoritas. Tras un parón, fue ella quien hizo debutar en el cine a su hija en Lilas blancas, un éxito que precedió la saga que dio popularidad mundial a Romy, Sissi.
Pero la vida de Romy no fue un camino de rosas. Su lucha por desencasillarse de los papeles ñoños y la pérdida de su hijo con 14 años la sumieron en una espiral de drogas, alcohol y depresión que acabó con su vida a los 43 años. Su madre no acudió al funeral, la relación entre ambas era casi inexistente y es que Romy siempre sintió que su madre la utilizaba en beneficio propio.
Paltrow es hoy una de las actrices más populares de Hollywood, volcada de lleno en su papel de empresaria con Goop. Ganadora de un Oscar y un Globo de Oro por su papel en Shakespeare in Love, su belleza y su talento son clara herencia de su madre, la actriz Blythe Danner.
Con una prolífica carrera como intérprete y dos premios Emmy y un Tony en su haber, Blythe descubrió a Gwyneth desde muy pequeña el peculiar ambiente de Hollywood. Ambas están muy unidas y comparten su interés por cuidar la salud y el medio ambiente.
La suya es una familia de artistas. Hedren fue, sin duda, una de las actrices más emblemáticas de Hollywood. Comenzó su carrera como modelo y fue nada más y nada menos que Alfred Hitchcook quien la animó a pasarse al mundo de la interpretación para protagonizar Los pájaros. El resto, Globo de Oro incluido, ya es historia del cine. Así que no es de extrañar que Melanie Griffith escogiera la misma profesión que su madre, teniendo en cuenta que se crió rodeada de las grandes estrellas del cine.
La saga no acaba con ella y su hija Dakota Johnson, fruto de su matrimonio con el también actor Don Johnson, ha seguido sus pasos. Melanie y Tippi siempre han demostrado compartir una relación idílica apoyándose la una a la otra y compartiendo éxitos y fracasos.
La admiración de la reina Sofía hacia su madre, Federica de Grecia, es algo que lleva a gala. Federica, bisnieta del emperador alemán Federico III y descendiente del rey Jorge III de Inglaterra, podía presumir de entroncar con media realeza europea, y su boda con Pablo de Grecia le permitió llegar al trono.
De ella todos destacan su fortaleza para hacer frente a una vida llena de sobresaltos, marcada por un doble exilio: por la Segunda Guerra Mundial y por la caída de la monarquía cuando su hijo Constantino estaba en el trono. Con su hija Sofía pasaba largas temporadas en Madrid y en Mallorca (donde está tomada la imagen). Fue en la capital donde falleció a los 63 años por un infarto tras someterse a una cirugía poco complicada.
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