- Todos los artículos de la columna de ‘La verdad piadosa’ de Jesús Mariñas.
- Jaime Ostos muere, a los 90 años, en Colombia.
Bailando y disfrutando de la vida, feliz y relajado ya sin los agobios escénicos siempre tan estresantes. Jaime Ostos tenía 90 años que no representaba y ahora muy pocos recordaban sus tardes inolvidables. Pero las dejó. Fueron faenas únicas, momentos irrepetibles y una gran seriedad artística. La valentía estaba por ver. Su muerte ha causado gran conmoción, todavía había algunos que recordaban esas tardes únicas. Desplegaba el capote como pocos lo han hecho. Derrochaba aplomo, maestría y seguridad. Nada hacía temer ese final sabiéndole feliz ante el nuevo viaje latinoamericano, uno de los muchos que realizó durante su irrepetible y exitosa carrera de matador de toros. Su esposa. María Ángeles Grajal, estaba a su lado, como desde hacía cuarenta años. Habían batido récords de felicidad y aparente estabilidad conyugal. Nada de nada hacía temer este fin viendo tan feliz ante el nuevo viaje americano, ya como turista.
Murió en Bogotá (Colombia), de un infarto, y allá fue incinerado. Estaba con su mujer, el amor de su vida, que le duró hasta el fin. Ahora nadie los separa. Nos han dejado un ejemplo espléndido de amor recíproco, lealtad y entrega. Se le echará de menos, aunque personalmente lo recuerdo como muy reservado, miedoso, impenetrable y, casi diría, que impertinente y antipático. Como ejemplo.
Pienso que queda bastante corto, incapaz y relativamente representativo, aunque sin duda encarna a la población británica, que si no se despendola de vacaciones en la Costa del Sol o Canarias, actúa de manera introvertida o casi tímida. Eso al menos hacen creer. Es la impresión que producen actuando introvertidos. Aunque siempre podemos elaborar una simple apreciación nada profunda y ahí queda. Seguro que si ahondásemos nos llevaríamos sorpresas , imagino que agradables y también todo lo contrario. O tal me gustaría. Sería el modo de no equivocarse. El que quiera puede tomar demostrativa de nota y sacar sus propias sus conclusiones; sería el modo de no equivocarse acerca de lo espléndidamente regalado que vivió Jaime Ostos, siempre de fiesta y saraos y dándole sin parar al whisky y al besuqueo facilón. Incluso sin habitar entre nosotros lo añoraremos pese a su poca empatía. Cierto que era borde y no nos caía bien, pero se le añora. No nos caía bien. ¿A que se nota?
Siempre juntos
Jaime estuvo casado con Consuelo Alcalá, con la que tuvo dos hijos, y luego vivió con Lita Trujillo, a la que dejó por María Ángeles Grajal (foto). Vivieron varias crisis y tuvieron un hijo en común, Jacobo.
Últimos homenajes
El pasado 12 de enero, Mari Ángeles Grajal aterrizaba en Madrid con las cenizas de su marido, Jaime Ostos. En el aeropuerto, la esperaba su hijo Jacobo y los otros hijos del diestro. El 20 de enero se celebró una misa funeral en Madrid y, al día siguiente, sus cenizas han dado la vuelta al ruedo por la Real Maestranza de Sevilla.
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