Ha pasado semana y media desde que Sean Connery nos dejara. La estrella del cine residía en Bahamas junto a su mujer, Micheline Roquebrune, desde hacía tiempo, tal y como explicó su hijo tras su fallecimiento. Su viuda apuntaba que padecía una demencia que había convertido la vida de 007 en un auténtico infierno. Ahora, de lo que se habla es de las últimas voluntades del actor, que habría dejado bien explicadas antes de perder la cabeza.
Es en el diario escocés ‘Scottish Mail’ donde se indica que este pidió ser incinerado y que sus cenizas se esparcieran por dos localizaciones más que esenciales en el guion de su biografía. Por supuesto, parte de ellas quería que se quedaran en esas Bahamas que le han visto morir. El resto, en su Escocia natal, porque, a pesar de llevar mucho tiempo lejos, jamás se ha olvidado de sus raíces.
¿El problema? Las restricciones de movilidad a nivel mundial como consecuencia de la pandemia. Esa segunda parte de esta voluntad va a tener que esperar, porque su familia no puede viajar hasta allí para esparcir parte de la leyenda de Hollywood en el lugar que le vio nacer. Y el lugar donde aún reside su hermano, Neil Connery.
«Siempre que sea posible y seguro viajar nuevamente, la familia tiene la intención de regresar a Escocia con él. Nos gustaría organizar un servicio conmemorativo para él en Escocia, esa es nuestra esperanza. Pero no podemos decir exactamente cuándo ocurrirá esto», se puede leer en la noticia publicada por el mencionado medio, citando las palabras de la viuda de Sean.
Esta también explicaba cómo fueron sus últimas momentos, rodeado de sus seres queridos en todo momento: «Al menos murió mientras dormía y fue todo muy pacífico. Estuve con él todo el tiempo y simplemente se apagó. Es lo que quería, irse sin hacer ruido».
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