Hiba Abouk y la pesadilla que vivió para llegar a los Premios Forqué

Hiba Abouk ha vivido una auténtica odisea para llegar a los Premios Forqué. La actriz, que ahora reside en la capital francesa, ha cogido un vuelo procedente de París con destino Madrid para asistir a este importante cita con el cine español. Sin embargo, su viaje ha sido una verdadera pesadilla. La intérprete lo ha calificado como una de las «peores experiencias de su vida».Embarazada de su segundo hijo, Hiba se despedía de su marido Achraf Hakimi y primogénito Amín para cumplir con sus compromisos profesionales en España sin imaginarse lo que iba a suceder.

La actriz comenzaba su relato advirtiendo que ha sido una de las peores sensaciones que ha experimentado a su vida. Una vez montada en el avión y tras una hora de vuelo, la tripulación avisa que tienen que aterrizar de emergencia, sin dar más explicaciones: «sin dar ni una sola explicación y súbitamente el avión empezó a descender de manera violenta. Lo único que nos dijeron los azafatos fue que leyéramos las instrucciones de emergencia que se encontraban en el bolsillo del asiento, y que si había que evacuar el avión lo hiciéramos sin efectos personales.

En ese momento sólo podía pensar en su familia y en que había una posibilidad de no volverles a ver. «La idea de no volver a ver a Amín se me hizo insoportable… Creo que han sido los peores 5 minutos de mi vida».

Una vez aterrizaron de manera violenta, en la terminal del aeropuerto todo fue muy confuso. Lo primero que hizo fue encerrarse en el baño para llorar y desahogarse, de alguna manera liberar toda la atención acumulada. Después llamar a su marido para ponerle al tanto de lo sucedido y expresarle su amor.

A pesar de avanzado estado de embarazo, nadie tuvo un ápice de empatía. Con la sala de espera abarrotada y sin solución por parte de la compañía, Hiba consiguió un vuelo para poder asistir finalmente a la gala, a la que llegó por los pelos.

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«Acabo de experimentar una de las peores sensaciones de mi vida.
Estaba de camino a Madrid (procedente de Paris) para ir a la gala de los premios Forqué esta noche, y otros compromisos profesionales que tengo principios de la semana que viene.
Ataviada tan solo de una maleta de mano, nada más montar en el avión les pedí a los azafatos que si me podían ayudar a colocarla en el maletero superior y me respondieron que no, que ellos no están asegurados y si les pasa cualquier cosa no tendrían indemnización… ¿Perdona? El señor que iba detrás de mí, fue muy amable y me ayudó a colocar la maleta y listo. Pero he de reconocer que me quedé
bastante helada con esa respuesta…

Una vez sentada en el avión, y cuando era ya la hora del despegue, nos anuncian que por problemas técnicos despegaríamos más tarde.

Una hora después, el vuelo Air France @airfrance AF1600 despega y todo parece transcurrir con normalidad. Pero a la hora nos anuncian que es inminente que hagan un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto de Burdeos.

Lo anunciaron de repente mientras volábamos, sin dar ni una sola explicación y súbitamente el avión empezó a descender de manera violenta. Lo único que nos dijeron los azafatos fue que leyéramos las instrucciones de emergencia que se encontraban en el bolsillo del asiento, y que si había que evacuar el avión lo hiciéramos sin efectos personales.
En ese momento sólo podía pensar en mi familia y en que había una posibilidad de no volverles a ver. La idea de no volver a ver a Amín se me hizo insoportable… Creo que han sido los peores 5 minutos de mi vida.

Aterrizamos por fin, de manera violenta también y nos piden por favor que no nos movamos hasta que los bomberos lleguen y nos evacuen.
Al rato fuimos todos evacuados por los bomberos y nos metieron en una terminal, demasiado pequeña para todos los que íbamos. Sin apenas asientos, sin derecho a salir a tomar el aire, sin cafetería por supuesto. Por no decir que yo estando embarazada (y encima habiendo pagado una plaza en business) no me ofrecieron ni un vaso de agua en ningún momento del vuelo, ni durante la hora que estuvimos sentados esperando a despegar, ni nada. Eso me hizo sospechar que algo raro estaba pasando en el avión, lo que no entiendo es que se arriesgaran a despegar…

Lo primero que hice nada más pisar la Terminal fue ir al baño, cerrar la puerta y llorar para soltar de alguna manera todo el miedo y la tensión que había tenido en el cuerpo. Un cuerpo que ahora mismo tiene dos corazones y que hay que cuidar más que nunca.
Después de hablar con mi marido para desahogarme y mi representante para prevenir de que quizá no podría acudir a la gala, LA ESPERA. Una espera de más de una hora en la que nadie nos decía nada… Todo era absoluta incertidumbre.
Familias enteras, con niños muy pequeños tirados por el suelo… Un panorama verdaderamente desolador.
Al rato nos dicen que efectivamente ese avión no puede volver a viajar y que tendríamos que esperar a que viniera un siguiente vuelo de Paris para llevarnos a Madrid. Estimaban que la espera se pudiera alargar unas 4 horas, pero no podían confirmar nada… Un padre de familia se quejó, dijo que sólo le quedaba una toma de biberón para darle a su hijo y que no le permitían salir a buscar nada. Que por favor le dieran como sea su maleta facturada… Voces, quejas (muy razonables todas evidentemente), un desastre… Tuve la sensación que estábamos secuestrados realmente… Muy desagradable todo.

Yo había buscado un plan B, que era cogerme un vuelo de Iberia que salía en una hora. Cuando se lo comenté a la azafata me dijo: “Vale, entonces te anulo tu viaje y ya no nos responsabilizamos de nada”. Querida, no os habéis responsabilizado de nada ni nadie, que me estás contando…
Comencé a caminar por la Terminal hacia la salida, que estaba en la otra punta y era todo bastante confuso. Ningún trabajador de la compañía se ofreció a acompañarme para mostrarme el camino, ni quizá la posibilidad de llevarme en un cochecito por aquello de estar embarazada y cargada con la maleta… NADA… La profesionalidad/humanidad brillaba por su ausencia.

Conseguí salir de la terminal, mientras me iba comprando el billete por teléfono, el embarque empezaba en 15 min.
Llegue a salidas, volví a entrar y a pasar todos los controles y llegué por los pelos a mi puerta de embarque justo en hora.
Acabo de aterrizar en Madrid, sana y salva y voy corriendo sin pasar siquiera por casa a cumplir con mi compromiso profesional.
Aunque realmente lo que más me apetecía era volverme a Paris para darle un abrazo infinito a mi hijo y mi marido.
Cuento todo esto, no solo para denunciar el pésimo servicio de Air France, si no también para deciros a todos mis seguidores, que justo antes del accidentado aterrizaje pensé en vosotros. En lo afortunada que soy de dedicarme a una profesión que me apasiona y tener seguidores que me apoyan día a día. Igual que quiero a mi familia, os quiero a vosotros, de verdad. Y os estaré eternamente agradecida por vuestra incondicionalidad.
Disfrutad de cada minuto, intentad ver el lado positivo de todo (que lo hay), y sobre todo amad, mucho, sin mesura y expresarlo. Yo ahora os lo he dicho y os lo repito: os amo ❤️».

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