A veces nos enfadamos con alguien a quien queremos tanto que, poco después de hacer estallar la guerra, nos damos cuenta de que lo habíamos hecho con la bandera blanca en una de nuestra manos, dispuesta a ser alzada para firmar el alto el fuego. Y eso es, justamente, lo que ha pasado entre Jorge Javier Vázquez y María Teresa Campos. No ha llegado a dos semanas el escenario de beligerancia pública entre ellos.
No creemos que haga falta recordarlo, porque ha estado en boca de todos desde el pasado 3 de octubre, cuando ella se sentó en el plató de ‘Sábado Deluxe’ y su actitud no gustó nada al catalán. Hasta el punto de llegar a decir que se había sentido «maltratado» por una mujer a la que siempre había tratado de proteger en los momentos en los que se había encontrado más vulnerable. Este retazo y la postura de Jorge de romper lazos con ella y con sus hijas, Carmen Borrego y Terelu Campos, debe servir para situarnos en ese clima de tensión que se había generado entre ellos. Utilizando como altavoz los platós y las tertulias de Mediaset.
Pero hasta aquí ha llegado ese ambiente en el que ninguno de los dos se sienten cómodos. Jorge Javier daba un paso atrás a mitad de esta semana. Trataba de tender un puente tras haber hecho un examen de conciencia y sopesado el valor de las palabras que le dedicó la comunicadora y las que él le había dirigido días después, desde el dolor de quien siente la traición. Un discurso concialiador que sorprendía al público.
Puede que también a una María Teresa que recogía ese guante que le lanzaba su compañero y le enviaba un WhatsApp con el que demostraba que estaba dispuesta, también, a hacer borrón y cuenta nueva. «Monstruo de las galletas, yo también te quiero«, era ese mensaje que Vázquez recibía en su teléfono el jueves por la mañana. A él le hacía gracia y, con una audio, respondía tirando de sentido del humor, pero mezclado con cariño: «Te recuerdo que estamos peleados«.
Fuera de bromas, Jorge Javier explicaba: «Yo le escribí que yo también le quiero, pero que me dé un poco de tiempo. Le dije: ‘Cuando quieres eres muy pesada, y cuando no quieres también’. Riéndose me ha dicho ‘te quiero'». Un intercambio de mensajes que demuestra el amor entre ellos, y que las dos partes están trabajando para una reconciliación.
Puede que, incluso, pública. Con un choque de codos de esos que han dejado en el olvido los grandes abrazos que dejaban la limadura de asperezas frente a las cámaras. Y puede que con ella pasando por caja. Que aunque si situación con Hacienda, tal y como se defendía ella a golpe de comunicado, no es tan grave como se había pintado en prensa, a nadie le amarga un cheque.
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