Dicen que la distancia hace el olvido. Pero en el caso de la Familia Real británica esta máxima no se cumple. No al menos si tenemos en cuenta cómo es la relación actual de Harry y Meghan Markle con el resto de royals un año después de que los Sussex abandonaran Londres para comenzar una nueva vida en Estados Unidos. Una separación que en su día ambas partes vendieron como amistosa pero que a día de hoy sigue igual o más tirante que entonces. Sobre todo después del feo gesto que la reina Isabel II ha tenido con su otrora nieto favorito.
Aunque les separan miles de kilómetros, el pasado domingo los Sussex quisieron unirse por sorpresa al Día del Recuerdo. Un homenaje que la monarquía realiza todos los años a los militares que dieron su vida por defender su libertad también conocido como el ‘Día de la Amapola’ que reunió en Londres a toda la Familia Real al completo. Incluso Isabel II, que retornó a la capital inglesa acompañada del Duque de Edimburgo por primera vez desde que se desató la pandemia.
Un acto solemne en el que el príncipe Guillermo y el príncipe Carlos depositaron sendas coronas de flores en el que Harry, dado su pasado militar, pidió a su abuela que por favor pusieran también una en su nombre. Y aunque en principio su solicitud fue escuchada y se prepararon unas coronas con una cinta que llevaban su nombre, a última hora finalmente fue rechazada por Palacio ya que ni Meghan ni él forman parte de la institución. Algo que, por supuesto, no ha gustado nada al príncipe.
“Harry entiende que ya no tiene ningún rol formal dentro de la Familia Real, pero esa decisión le ha dejado totalmente devastado y muy decepcionado”, asegura una fuente cercana a los Sussex en la revista People. Vamos, que si antes del pasado domingo era bastante difícil que el matrimonio abandonara Estados Unidos para pasar las navidades con su hijo Archie en Inglaterra, ahora ya podemos darlo por imposible.
En cualquier caso, ahora se entiende mejor la reaparición por sorpresa que Meghan y Harry protagonizaron ese mismo domingo en un cementerio de Los Ángeles, donde posaron para la prensaen su propio homenaje a los caídos depositando flores recogidas del jardín de su casa en dos tumbas: una en recuerdo de los que fallecieron en servicio de la Real Fuerza Aérea Australiana; y otra por los soldados de la Real Artillería Canadiense. Aunque no deja de ser irónico que celebren así la paz una familia que aparentemente está ahora mismo en plena guerra.
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