Ayer la duquesa de Cornualles comprobó que es verdad eso que decía Alfred Hitchcock de que que nunca hay que trabajar con niños ni animales, porque siempre te roban la escena. Camilla, sin embargo, estaba encantada con el protagonismo que Beth, uno de los dos Jack Rusell Terrier que rescató hace tiempo, acaparó en la sede de Windsor de la protectora Battearsea Dogs and Cats, una organización de la que es patrona.
Camilla se encontraba allí para inaugurar un nuevo ala que el centro ha bautizado con su nombre, pero fue Beth quien se encargó de tirar del cordel y desvelar la placa conmemorativa del acto. La hazaña, eso sí, estaba preparada, porque en el extremo del cordel la organización había atado una apetitosa salchicha.
“Dicen que nunca hay que trabajar con animales, pero ahora, con la ayuda de Beth, voy a intentar inaugurar un edificio con la asistencia de un perro”, anunció la duquesa de Cornualles. Dicho y hecho. Beth mordió la salchicha y la cortina de terciopelo que cubría la placa cayó al suelo mientras Camilla no paraba de reír.
No fue el único gesto simpático que tuvo ayer la duquesa. Vestida con su abrigo verde del modista Roy Allen, Camilla llevaba prendido un broche de oro de la firma de joyería Van Cleef & Arpels con la forma de un cachorro y se había puesto una mascarilla de tela con estampado de huellas de perro que le regaló un miembro del público. La duquesa de Cornualles llevó además algunos obsequios para los perros de la protectora. Según recoge la prensa británica, Camilla les regaló varios juguetes, un collar, un pañuelo y un adorno navideño con la forma de un corgi de la tienda de regalos del palacio de Buckingham.
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