La historia de ‘La chica que lo tenía todo’: ¿es real?

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        La chica que lo tenía todo sigue a Ani (una estupenda Mila Kunis), una escritora de Nueva York que aparentemente tiene una vida perfecta. Tiene un trabajo en una revista de primera línea en la que su editora, Lolo (Jennifer Beals), piensa que es una estrella emergente cuya escritura es «inigualable» para el resto. Además, Ani está comprometida con un soltero, Luke (Finn Wittrock), que procede de una familia adinerada y al que le espera un trabajo en el mundo de las finanzas en Londres, para alegría de su madre (interpretada por Connie Britton). Está tan preocupada por su imagen que no quiere comer una porción de pizza delante de su prometido a menos que éste se levante de la mesa. Y luego culpa al camarero por derramar una bebida sobre ellos, lo que hace que se tire la comida.

        Sin embargo, muchos espectadores se preguntarán si la película de Netflix está basada en una historia real…

        ¿’La chica que lo tenía todo’ es real?

        La película de Netflix está basada en el libro del mismo nombre. Sin embargo, aunque es mayoritariamente ficción, la historia de Ani, el personaje de Mila Kunis, está inspirada en hechos ocurridos en la vida de la autora.

        La autora de La chica que lo tenía todo es Jessica Knoll, y en 2016 reveló que la descripción de Ani siendo violada está basada en una violación a la que sobrevivió a los 15 años. La verdad de su calvario no fue revelada hasta 2016, y antes de eso, negó cualquier similitud con ella y Ani. Los acontecimientos traumáticos que marcaron la vida de Jessica Knoll y que, en última instancia, la inspiraron a escribir el libro fueron comentados en The Guardian:

        «Knoll entraba y salía de la conciencia en una fiesta, cuando fue violada por 3 chicos a los 15 años. Más tarde recordó que «se despertó más tarde en un cuarto de baño, viendo una taza de váter con agua teñida de sangre y sin entender de dónde procedía». Un médico le dio la píldora del día después, pero se negó a calificar la experiencia de violación. Tal fue la reacción contra ella, que Knoll escribió en el ensayo «Me disculpé con mi violador por llamarle violador. Qué cosas hay que vivir».

        El terapeuta de Knoll, cuando tenía 22 años, afirmó que había sido violada, diciendo que había que referirse a ella como tal. Con una terapia que la ayudó a asimilar el suceso, Knoll concluyó que estaba «muy, muy enfadada», y añadió: «Estaba tan condicionada a no hablar de ello que ni siquiera se me ocurrió ser comunicativa. Quiero que la gente sienta que puede hablar de ello, que no tiene que avergonzarse»


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