En su apartamento de Miami, donde vive con su segunda mujer, MaigualidaTorres, Carlos Mata echa la vista atrás y recuerda, en exclusiva para Telenovela, su trabajo en Cristal, que este año celebra su treinta aniversario. Con una memoria envidiable habla también de su intensa vida de artista, marcada por una fama de galán que nunca buscó, pero que le abrió las puertas en todo el mundo.
El pasado 30 de marzo iba a presentar en Madrid Desnudo con sombrero, una obra personal que escribió para reencontrarse con el público español, pero que tuvo que posponer. Una pena no haber podido representar en España Desnudo con sombrero…
Tenía que haber estado en Madrid el 14 de marzo, pero tuve que cancelarlo por esta crisis sanitaria, algo que también me pasó en Canadá, Estados Unidos y algunos países de Latinoamérica. Si todo va bien, volveré a vuestro país al final del verano, y luego haré una gira por otros sitios.
¿Y cómo has pasado esta época de confinamiento?
Bien, con mi esposa, lleno de paciencia y serenidad. Y no ha sido fácil, aunque he aprovechado para hacer cosas en la casa. Me dejé la barba, compuse, leí… Y siempre confié en que saldríamos adelante.
¿Cómo surgió este nuevo espectáculo teatral?
Lo escribí hace tres años para poder volver a España, porque siempre sentí que se lo debía.Hacía doce que no pisaba vuestra tierra, y me pareció lo más adecuado. Aproveché para plasmar y desarrollar lo que opino de la fama y lo que ha representado en mi vida.
¿Y qué ha significado para ti?
En este espectáculo, que ya se ha estrenado en Miami, me río del estrellato. Me apetecía hacerlo en un escenario para mofarme de las veces que he hecho el ridículo. Nunca me he tomado en serio la popularidad, y me divierte contarlo. Es un texto fresco, con canciones, porque amo la música, y cuya escenografía también está diseñada por mí, en mi faceta de arquitecto.
¿Ha sido una terapia personal?
Estuve muchos años retirado porque mi primer matrimonio estaba en crisis y, en ese momento, lo más importante eran mis tres hijos y mi esposa. Nos fuimos a vivir a Nueva York y allí me dediqué a estudiar cine. Me quería esconder del público y de los periodistas para rescatar mi matrimonio, pero no pude hacerlo. Y volví al mundo del espectáculo porque me lo pidieron mis hijos y en las redes. Nunca me ha movido el dinero. Me identifico con la gente común, no con las estrellas.
Se cumplen treinta años del estreno de Cristal, la telenovela que cambió tu vida y tu carrera.
Fue un hito, aunque antes había hecho otras telenovelas, no tuvieron el mismo éxito. Era mi primer protagonista, pero yo no quería serun galán típico porque venía del teatro. Delia Fiallo me llamó y me lo propuso, y yo le contesté que no.
¿Y por qué no querías?
No me apetecía hacer de esos galanes, engolados y aburridos, pero ella me dijo: “Algún día me lo agradecerás. He trabajado contigo en otras novelas y me gusta tu estilo. Haz lo que sientas, pero respétame hasta la última coma del texto”. Como fue tan amable, no pude negarme.
Y realmente acertó…
Sí. A las tres semanas ya era un récord en Venezuela y en el resto del mundo. Y en España fue la locura. Estoy muy agradecido de haber confiado entonces en ella, aunque eso desató una paranoia de fama en la gente que me desbordó.
¿Cómo recuerdas el rodaje?
Intenso. Yo tenía prejuicios con las novelas porque venía de la universidad y de la música clásica y a ese género se le llamaba culebrón. Pero me ocurrió como a Delia, que al principio se negó a escribirlas, pero tras comprobar el gran trabajo que hay detrás, se enamoró de ellas.
Tus hijos siguen tus pasos…
Sí, pero Carlos Javier, Christian y Santiago, por suerte, tienen más talento que yo como actores y músicos.
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