En 1987 la estadounidense Romy Revson patentó un invento que parecía de lo más inofensivo. Se trataba de un coletero fabricado con tela en lugar de con goma, material que dañaba el pelo y le resultaba incómodo, y que bautizó como ‘scrunchie’. No imaginaba por aquel entonces que su idea pasaría a formar parte de la historia de la moda. Según cuenta Teen Vogue, Revson, cantante y pianista, se inspiró en la cinta elástica de sus pantalones. Ella misma cosió el prototipo que hoy se encuentra en un museo. Lo que nació como un simple instrumento para recogerse el pelo se convirtió en un accesorio más, perfecto para marcar la diferencia.
En la década de los ochenta alcanzó fama mundial gracias a que estrellas como Madonna lo lucieran en sus películas y conciertos. No había mujer que presumiera de estar a la última que no lo llevara. Los podías encontrar en todos los materiales posibles: seda, terciopelo, lana, algodón… Y con un sinfín de adornos como perlas, hilos metalizados o cristales.
Su reinado continuó durante los noventa. Las madres hicieron de este coletero su mejor aliado a la hora de peinar a sus hijas y prácticamente todas las niñas del mundo de esta década lo llevaban a diario. En el cine y en la televisión era un fijo que adornaba coletas de cualquier estilo, desde la de Alicia Silverstone en Clueless, hasta Phoebe durante las primeras temporadas de Friends.
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Parecía que nada sería capaz de arrebatarle el reinado a este accesorio hasta que entrados en los 2000 el coletero scrunchie pareció empezar a perder fuelle aunque todavía lo veíamos, incluso en alfombras rojas. Carrie Bradshaw, epítome de estilo del nuevo milenio, lo denostó en uno de sus episodios. Fue el principio del fin. Durante casi una década el que fuera uno de los complementos para el pelo más populares pasó a convertirse en un auténtico terrorista de estilo.
Nadie osaba llevarlo en público a no ser que se celebrara una fiesta de disfraces a excepción de Hillary Clinton que siguió llevándolo incluso en sus horas más bajas convirtiéndolo en una de sus señas de identidad. En 2014 la aspirante a la Casa Blanca lo llevaba en su día a día demostrando que el scrunchie tenía todavía muchas posibilidades.
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Pero hace poco más de un dos años todo cambió. La nostalgia comenzó a tomar las riendas de la moda y cualquier pieza de los 80 o los 90 era susceptible de ser rescatada del olvido. Hemos visto cómo han vuelto las cangrejeras, los tops cropped, los zapatos de punta cuadrada y hasta las hombreras XL. Era el momento de traer de vuelta al coletero scrunchie. Fue Balenciaga de las primeras firmas de lujo que se atrevió a incluirlo en sus colecciones, allá por 2017.
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El resto vinieron detrás. Y las celebridades apoyando su causa empezaron a crecer. Gigi Hadid lo llevaba hace unos días y Hailey Baldwin lo ha convertido en una de sus señas de identidad. También Ariana Grande, que utiliza estos coleteros para recoger su larguísima melena en su ya patentada coleta alta.
Mansur Gavriel sacó su propia línea de coleteros y pequeñas y grandes firmas, de lujo y low cost incluyen alguna propuesta. Como en los mejores años del scrunchie los podemos encontrar de mily una formas: con pedrería, discretos, XL, sofisticados, de terciopelo, en color neón…
Coletero de dos tonos con lazo, de House of Lafayette (86 €).
De rayas, XL y con logo bordado en dorado, de Hillier Bartley (150 €).
Scrunchie de leopardo, de Ganni (19 €).
Pack de dos coleteros de organza, de Zara (9,95 €).
En estampado de cebra, de Loeffler Randall (45 €).
En satén de color marfil, de Sophie Buhai (105 €).
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