Cuando en una presentación en Milán le digo que el nombre que ha elegido para la firma, Plan C, me recuerda a Tony Blair y su Tercera vía, muestra una sonrisa amplia y luminosa. El bautismo de esta marca creada por Carolina Castiglioni junto a su padre, Gianni, y a su hermano, Giovanni, se debe a otro motivo, aunque su propuesta sí reclama un camino intermedio entre dos polos del consumo actual: las compras compulsivas de tendencias ultrarrápidas y la costura solo asequible a las rentas privilegiadas. “Plac C es un juego de palabras con la C de mi nombre, la de mi apellido y porque en la vida hay que tener otro plan después del A y el B. Mis abuelos empezaron en moda con Ciwifurs; después, mis padres fundaron Marni; y ahora llega Plan C”, defiende esta diseñadora de 38 años, curtida en la moda desde la niñez.
Su madre, Consuelo, fundó Marni en 1994 con su marido, Gianni Castiglioni. Los dos hijos se incorporaron a la empresa años después y trabajaron juntos hasta que la familia salió de la empresa en 2017 (la habían vendido en 2012 a OTB, propiedad de Renzo Rosso, fundador de Diesel) y el año pasado empezaron a comercializar su nueva propuesta.
Mujerhoy ¿Cómo pasa el confinamiento?
Carolina Castiglioni Estoy con mi familia en Suiza, en la montaña, desde finales de febrero. Por las mañanas ayudo a mis hijos con las clases online y por las tardes trabajo. Y tomo algo el sol.
M.H. ¿Cuándo regresará a Milán y a su estudio?
C.C. Esperamos poder hacerlo a lo largo de mayo.
M.H. ¿Qué pasará con la industria de la moda tras la crisis sanitaria?
C.C. Va a ser un año muy difícil desde la perspectiva económica. Y espero que la industria decida volver a los plazos naturales de las estaciones. Que se venda invierno en invierno y verano en verano; es decir, que en septiembre se empiece a vender el otoño y el invierno; y en marzo, el verano. Ese es además nuestro modelo de negocio, así que interiorizar esos cambios será natural para nosotros. Espero que la industria reduzca el número de colecciones anuales, es la manera más sencilla de ser sostenibles.
M.H. ¿Cambiará la forma en la que veremos la moda?
C.C. No lo creo. Vestir algo bonito conecta con las emociones y hace que mujeres y hombres tengamos más confianza en nosotros mismos, así que creo que el espíritu de la moda perdurará siempre.
Mi moda es una mezcla entre sofisticación y excentricidad”.
M.H. ¿Aumentarán las ventas online?
C.C. Quizá, sí. Aunque para mí, como para mucha gente, es importante poder tocar los tejidos, poder verlos, su tacto… Eso es lo que marca realmente la diferencia y hace las compras únicas.
M.H. ¿Cuál el distintivo estético de Plan C?
C.C. La experimentación. Es una mezcla de sofisticación y excentricidad. Y que diseño para mí, lo que me gusta para ponerme. Disfruto jugando con materiales, colores, cortes y combinaciones entre lo masculino y lo femenino.
M.H. Cuando los diseñadores describen a sus clientas, siempre caen en los mismos tópicos: mujeres con carácter, independientes, con criterio y gusto únicos… ¿Por qué tantos clichés?
C.C. A la hora de crear, es importante tener a alguien en mente. Pero yo no tengo a una mujer concreta en la cabeza, pienso en mi propio armario. Plan C es una herramienta de autoexpresión, un reflejo de mi personalidad. Soy una mujer activa y trabajadora, madre de dos hijos, voy en moto, necesito un uniforme urbano para moverme, sentirme cómoda y especial al mismo tiempo.
M.H. Apuesta por dos colecciones al año en una industria que presenta una colección cada mes. ¿Saturada de tanta novedad?
C.C. Queremos un negocio que, ante todo, sea sostenible con el factor humano, con las personas. No creo que se pueda renovar una colección cada mes, no podemos ajustar nuestra creatividad a esa velocidad. Y yo, en particular, necesito equilibrio entre trabajo y vida privada. Además, creo que necesitamos productos de mayor calidad, más duraderos y sostenibles. Debemos bajar el ritmo y atrevernos a construir una industria basada en otros valores.
M.H. ¿Qué le aconsejó su madre al arrancar con el proyecto?
C.C. Que siguiese siempre mi instinto; y es exactamente lo que estoy haciendo. Ella es muy fan y siempre viste con nuestros diseños.
M.H. Trabaja con su padre y su hermano, ¿le plantea inconvenientes?
C.C. Para mí es natural: siempre hemos trabajado juntos, no conozco otra forma de hacerlo. Cada uno tiene su espacio, sus responsabilidades y confiamos mucho unos en otros.
M.H. ¿Por qué eligieron como sede el taller de su abuela en Milán?
C.C. Cuando empezamos, el taller de pieles que había creado ella en los años 60 estaba vacío y tenía mucho significado para nosotros. Es muy emocionante, disfruto trabajando allí. Y también citando a las clientas en nuestra casa. Me parece más cálido.
M.H. ¿Por qué incluye dibujos de su hija Margherita?
C.C. Busco la inspiración en el arte, la arquitectura, la música, la fotografía; y la ilustración me gusta especialmente. Cuando empecé a pensar en estampados, recordé que conservaba dibujos de Margherita y empecé a introducirlos.
M.H. ¿Se plantea colecciones para hombre?
C.C. Yo llevo prendas masculinas, como chaquetas y bermudas, y en Tokio tenemos muchos clientes hombres. Pero, diseño pensando en mí, no podría meterme en la mente de un hombre.
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