Xóchitl y Huitzilin juraron quererse para siempre, más allá de la muerte. Ellos, que habían sido amigos y confidentes desde pequeños, hicieron este juramento en lo alto de una montaña y ante los ojos del rey sol, Tonatiuh. Como (casi) toda historia de amor que merezca ser recordada por los siglos de los siglos, esta tiene un final triste y dos corazones rotos. Él, Huitzilin, se fue a la guerra. Xóchitl, por su parte, se quedó en casa con su pena y su retahíla de recuerdos esperando a un amante que nunca jamás regresó. La pena la condujo donde siempre, a lo alto de esa montaña donde un día prometió amor eterno. El rey sol, igual o más triste que ella, la salvó del hastío perpetuo y la convirtió en la flor más hermosa jamás vista, la Cempasúchil. Naranja y amarilla, radiante y ardiente: así nació la neófita flor, que vio cómo un colibrí despistado se posaba en ella a hacerle cosquillas. Era Huitzilin que había vuelto de la ultratumba para cumplir su promesa, que había vuelto para quererla.
Esta es la leyenda que da sentido a la festividad mexicana de la noche de los muertos, celebrada el 31 de octubre paralelamente a la estadounidense Halloween y cuya estética se define por las calaveras y el color. También es la historia que da sentido, forma y alma a la última colección de la marca de joyería Suarez, 'Los amuletos de Frida', una línea de joyas que conecta el imaginario de la mencionada festividad con el personaje inolvidable de Frida Kahlo.
¿Qué haría yo sin lo absurdo y lo fugaz?
Frida Kahlo
Boceto y pieza de la colección de ‘Los amuletos de Frida’.© Cortesía de Suarez
Como insinuó en su día Frida Kahlo, lo efímero nutre la vida. El amor que perece, el beso que termina, el abrazo que despide y el anillo que promete son recuerdos que forman y conforman la vida. Esa filosofía de vida conecta con el mantra principal de la Noche de los muertos: 'que la muerte es solo un síntoma de que hubo vida'.
Volviendo a la colección de Suarez, vemos que los protagonistas de la leyenda azteca – el colibrí y la flor – acompañan a otros símbolos igual de reconocibles de la cultura mexicana: el Sagrado Corazón, la cruz y la mariposa monarca. Este quinteto mágico hilvana los diseños de una cápsula que complementa a su predecesora. De ella destacamos un colgante y unos pendientes que lograrían hacer sombra al más elegante y lujoso de los vestidos de noche.
© Cortesía de Suarez
Pendientes de cruz, realizados en oro rosa de 18 quilates con zafiros rosas talla corazón y zafiros multicolor talla redonda.
Todas las piezas tienen una realización exquisita e impecable, al nivel de lo que exige la familia Suarez. De hecho, desde la firma no les tiembla la voz cuando afirman que más de un 99,5% de las piedras se descartan por no cumplir los estándares de calidad exigidos. Está realizada en oro rosa, oro blanco y oro amarillo, al que se le han añadido zafiros, aguamarinas en talla pera y diamantes en talla brillante.
© Cortesía de Surez
Colgante de Sagrado Corazón, realizado en oro rosa de 18 quilates con zafiros rosas talla redonda y diamantes talla brillante
Exquisita, sentimental y mágica. Esas son las tres características más evidentes y definitorias de la colección 'Los amuletos de Frida' de Suarez y, por extensión, de todas las cápsulas con las que la marca lleva nutriendo y elevando la historia de la joyería española. Los mencionados rasgos, además, se tornan motivos más que suficientes para afirmar que sus piezas ya cuentan con un lugar privilegiado en nuestra lista de deseos para Navidad.
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