De casi cualquier situación se puede sacar algo bueno y Simon Porte Jacquemus lo sabe. Es cierto que su creatividad le ayuda en este propósito porque el diseñador francés no necesita demasiado para encontrar esa inspiración que siempre le ronda y que después plasma, colección tras colección, en esos diseños que al cerrar los ojos nos transportan a la campiña francesa, en donde el tiempo pasa despacio y las preocupaciones son inexistentes.
Sus patrones desestructurados y su estilo a medio camino entre el nuevo sexy y el cliché del chic parisino han conseguido enamorar a personalidades tan dispares como las hermanas Hadid, Emily Ratajkowski e incluso a las Kardashian. De hecho, Kourtney ejerció como anfitriona del couturier en una de sus visitas a Los Ángeles, en donde se les vio congeniando y disfrutando de los placeres que solo ofrecen el dinero y la fama.
Pero Jacquemus no olvida sus raíces. Solo hace falta mirar con un poco de detenimiento para encontrar en sus diseños recuerdos de su infancia; una idílica y adulterada por la trágica pérdida, en donde su madre era su principal aliada. El diseñador no lo esconde: siempre que puede, mediante fotos o recuerdos, reivindica a Valèrie, fallecida en un accidente de tráfico cuando él tenía 18 años. "Mi madre era muy cálida, y también un poco infantil en el sentido de que podía llevar un pantalón muy grande o un vestido de abuelita. No representaba el chic francés. Ella era demasiado sonriente para eso, con sus ojos brillantes y su brillante persona", le contó a AnOther Magazine.
De hecho, durante su colección primavera-verano de 2020, que bautizó como ‘Le Coup de Soleil’, Jacquemus volvió a sus orígenes en la Provenza en donde trató de convertir el paisaje natural en un estereotipo "como una instalación contemporánea de Christo, o una pintura de David Hockney".
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De nuevo, el diseñador ha recurrido a sus máximos atractivos: sus pamelas XXL, sus bolsos diminutos y sus americanas oversize, con un aire setentero. La única diferencia es que ahora la modelo ha sido su abuela Liline, que se puso a las órdenes del fotógrafo Pierre-Ange Carlotti, en una sesión que tuvo lugar mediante FaceTime, para encarnar a esa mujer que repesenta ese espíritu libre, relajado y aspiracional.
Para Jacquemus, esta ha sido una manera de reivindicar el legado de su familia, a la que nunca ha abandonado, ni de pensamiento ni de obra.
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