Yo era de vestidos. Cortos, midi y largos. Y faldas. Igual de cortas que las de Mary Quant, igual de midi, también largas y nunca súper largas, porque me las hubiera pisado. Los pantalones no entraban demasiado en mis planes, solo muy de vez en cuando y cuando estaba realmente convencida de que a) se ajustaban perfectamente a la cadera, error número 1 b) tenían un buen arreglo por parte de mi abuela, mi madre (alguna vez) o la modista de confianza de ambas, error número 2.
El chapuzón a la piscina de agua azul marino, fue, más que premeditado o intencionado, tipo bomba. Alguién me dio el empujón sin darme cuenta ni tentar a la suerte con un temeroso caminar por el borde. Caí a la termita y las culpables del traspiés que llenó mi armario de vaqueros de manera paulatina fueron las estilistas de Zara primero, y de Levi's y compañía después cuando ya había cumplido la treintena.
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Estar en el ecuador de los que dicen que son los nuevos veinte –nos compensa creerlo-, tener un heredero en casa de dos años que lo ha cambiado todo (cuerpo, mente y costumbres) y un marido que solo lleva Levi's desde su niñez y su 1,99 metros de altura, también han condicionado que además de prendas terminadas en vuelo de todos los largos de moda, los vaqueros cuelguen de la barra de mi armario de tres puertas. Hay más de 10 y unos de Zara color rosa de camino, y ninguno de ellos se ajustan a la cadera como pretendía que pasara a principios de la década de los 2000 ni ha pasado por la máquina de coser de mis queridas madre y abuela.
¿Qué ha pasado entonces? Que las marcas (Mango, Zara, Levi's, Salsa…) , además de multiplicar sus colecciones a principio, mediados y finales de cada temporada lo están dando todo con sus diseños de jeans de algodón, y donde antes había 15 vaqueros entre los que elegir, hoy hay 50: a más opciones para altas, bajitas y las altas de las bajitas, más posibilidades de convencer a todo el espectro de mujeres independientemente de su altura, gustos y tipo.
Así, de los 501 de siempre pasamos a adorar los Levi's Ribcage por su tiro altísimo que hace la tripa plana y tiene varios largos entre los que elegir. No hay mujer que no los adore; al menos yo no la conozco y vivo rodeada de ellas. De los pitillos de toda la vida a los skinny flare con el bajo recortado, haciendo que el bajo, más que sobrepasado el tobillo, se quede por encima, enseñando un poco de piel y adaptándose a zapatillas deportivas, sandalias y proximamente chanclas. O del talle bajo que Cristina Aguilera defendía como pocas en los noventa al medio que se sitúa entre la cintura de los paperbag que tan bien quedan y el ultra bajo pasada la cadera que seamos sinceras, no favorecía por mucho empeño que tuviéramos en contradecir a nuestras madres.
Más altos que antes, y más cortos que nunca, así son vaqueros que más favorecen a las chicas que han cumplido 35 y llegan de refilón al 1,60. Amigas, os vais a ver como las diosas que sois y ni siquiera hace falta que os pongáis tacones para veros súper guapas, elegantes, estilizadas y sofisticadas.
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