La diseñadora de vestuario inglesa Jenny Beavan (71) ha tenido la oportunidad de vivir etapas muy diferentes de la industria cinematográfica y ver cómo han ido evolucionando las producciones a lo largo del tiempo. En su palmarés destacan los dos premios Oscar obtenidos por A Room with a View (1985) –compartido con su eterno compañero de trabajo John Bright– y por Mad Max: Fury Road (2016). Por esas mismas películas también se llevó los respectivos BAFTA, y en su palmarés cuenta además con varios Emmy y ocho nominaciones por parte de La Academia. Su último trabajo ha sido Cruella, el largometraje de Disney que se estrena este viernes 28 de mayo. La cinta ha supuesto uno de los grandes retos de su carrera por estar "fuera de su zona de confort”, nos revela. Beavan responde a la entrevista con amabilidad, a pesar de encontrarse sufriendo los efectos secundarios de la vacuna contra la covid que le acababan de suministrar. “Estoy genial, solo un poco cansada. (…) Sé que soy muy afortunada”, comenta.
El ambiente en el que más cómoda se siente –y que sabe recrear de maravilla– es el de las películas de época. Han pasado más de 35 años de Una habitación con vistas, pero Beavan lo recuerda como si fuera ayer. El rodaje en Italia fue especialmente extenuante para ella, y no solo por el reducido equipo de unas cinco personas con el que contaban. “En ese momento yo estaba embarazada de mi hija, que ahora tiene casi 36 años. No sé como no nos morimos de cansancio. Hoy en día tienes al menos 20 personas para hacer todo lo que hacíamos, pero lo conseguimos”, cuenta. En Reino Unido, donde rodaron la segunda parte de la película, el equipo se amplió ligeramente y pudieron respirar algo más, pero seguían lejos de ser las 20 personas que se encargarían hoy del vestuario de largometrajes como Cruella.
Beavan es hija de dos músicos –su madre era violista y su padre violonchelista–, de quienes dice haber heredado el espírtu trabajador que ha caracterizado su completo recorrido. La mencionada película de 1987 fue una de las primeras de su carrera en la que lo demostró y obtuvo reconocimiento por ello, pero lo cierto es que ya había empezado a principios de los ochenta con otras como Jane Austen en Manhattan . Los años noventa fueron dorados para Jenny, por desarrollar su experiencia en largometrajes del estilo y conseguir algunos de sus mayores logros. Por la película Emma (1996), una de las adaptaciones de la novela de Jane Austen, también de época, se llevó un Emmy más que merecido. Gyneth Paltrow lleva durante todo el largometraje los vestidos de corte imperio más románticos que podríamos esperar. El mismo año se llevó un David de Donatello –el más prestigioso del cine italiano– por Jane Eyre.
Pasaron los años y Jenny siguió demostrando que es una experta el cine de época; El Discurso del Rey (2010) es otro de sus mejores trabajos. La producción, que encontró “fascinante” en cuanto a la creación del vestuario, tuvo en realidad un trabajo de referencia fotográfica “terrible”.Hay tantas imágenes de la época –a pesar de tratarse de un período corto– que es "muy difícil equivocarse". Sin embargo, las referencias se hacen interminables. En la cinta en la que Beavan se encargaba del vestuario, el mayor reto fue vestir a uno de los personajes protagonistas: la gran Helena Bonham Carter interpretaba a la reina Madre; “si hacíamos lo que llevó de verdad, parecía que iba disfrazada”. Todo un reto en cuanto a verosimilitud, pero también ante el ojo crítico de cualquiera que indague sobre las imágenes del momento.
Ese momento de la historia se ha vuelto a poner de moda gracias a la serie The Crown, una de las más comentadas del momento, de cuyo vestuario se ha encargado Michele Clapton, ganadora de tres Emmys por Juego de Tronos. Sobre la producción más cara de Netflix, Beavan comenta que no la ha podido seguir al completo, pero que está “impresionada con la historia, el guion es increíble y la actuación también”. “Algunos de los trajes eran brillantes, otros yo no los habría hecho así, pero es bonito ver diferentes interpretaciones”, comenta, añadiendo que el presupuesto era increíble.
Pero hay mucho más allá de enaguas y tul en su portfolio. Beavan se alzó con su segunda estatuilla por Mad Max: Fury Road, uno de los retos más difíciles de su carrera "porque estaba muy lejos de mi zona de confort”. Ella dice contar historias a través de los trajes que crea para los personajes, una tarea en la que destaca y agradece los buenos equipos de los que siempre ha estado rodeada. Para el largometraje de 2016 trabajó en pos de una estética feminista y diferente a lo que nunca había explorado. Hasta entonces, siempre se había dedicado a recrear el pasado, pero en Mad Max tuvo que reinventarlo, para cincelar un futuro apocalíptico completamente nuevo.
El último de sus retos ha sido Cruella, por estar ambientada en una época muy amplia como son los años 60 y 70 del siglo pasado. Nacida en 1950, Jenny Beavan conoce bien esas épocas, aunque confiesa que por aquel entonces “aún no estaba tan interesada en la moda”, así que tuvo que revisitar las tendencias del momento de nuevo y empezar el trabajo de campo casi desde cero.
El resultado de esa documentación han sido dos personajes completamente antagónicos como lo son Cruella –una mujer atrevida sin miedo a innovar ni a ponerse diseños espectaculares–, interpretada por Emma Stone; y la baronesa von Hellman, interpretada por Emma Thompson –un personaje sobrio que apuesta por el color y el patronaje clásico del momento, sin salirse de lo establecido– Durante la rueda de prensa previa a las entrevistas confiesa que ya había trabajado con la segunda en el pasado y que tienen una buena relación; de la primera asegura que “es una gran persona”. Emma Stone estaba interesada en el vestuario y hablaba con ella sobre cada nuevo ‘look’, pero “no intentaba influir” en las decisiones del equipo. "Lo único que pedía eran zapatos cómodos".
El conflicto entre los dos personajes se representa a través del color. Los vestidos que llevan las actrices tienen cada uno una historia particular, digna de contar. Para el personaje intepretado por Stone vemos mucho color rojo, como el del vestido vintage, que surgió a partir de una tienda de antigüedades que fascinó a Jenny. La falda de pétalos rojos está confeccionada a mano y tiene más de 300 metros de tela; además, es de hecho la segunda versión del mismo diseño, confeccionada con un tejido más ligero que la primera, que era tan pesada que Emma Stone no la podía llevar. Es "uno de los más impactantes", según confiesa la diseñadora. Por otro lado el tema de la sostenibildiad también está contemplado en la película y el mayor ejemplo es otra falda que parece un paracaídas, confeccionada a partir de chubasqueros y gabardinas antiguas. "Ha habido mucho reciclaje; era parte de la ética de Stella (Cruella) en sus diseños. Cuando hace su propio trabajo utiliza muchas prendas reutilizadas".
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