Estos son los vestidos que las nominadas a los Oscars 2020 deberían llevar para sacar un 10 en tendencias

La industria de la moda pone a disposición del consumidor una cantidad indecente de placeres, pero pocos propocionan tanta satisfacción como contemplar estilismos de celebridades y emitir una opinión al respecto. Hablar de literatura, de política o de astronomía sin saber mucho o nada acerca de estas materias resulta casi imposible, pero con la moda se produce un interesante fenomeno según el cual las personas que dicen no sentirse especialmente interesadas por las tendencias, y que al parecer son muchas, se consideran muy capacitadas para opinar. Es más, esas mismas personas son las que suelen anteponer a sus juicios la siguiente frase: "a mí no me gusta la moda, pero…". Anna Wintour comentó en una ocasión que hay algo en esta industria que pone a la gente nerviosa y quizá por eso se tiende a ridiculizar a sus profesionales con independencia de cómo ejerzan su oficio. O dicho de otra manera: un vestido de Alta Costura puede inspirar un texto que atesore más profundidad que una rigurosa noticia sobre una discusión parlamentaria, pero el que lo afirme se enfrentará a unas cuantas miradas tan cargadas de inseguridad como de prejuicios.

Jennifer Lawrence recibiendo su Oscar por su interpretación en «El lado bueno de las cosas» en 2013.© GettyImages.

Si hay un lugar donde esta paradoja se puede contemplar con total clarividencia es la mencionada alfombra roja. En este espacio, las inseguridades de estrellas y estilistas, las tendencias, las redes sociales y el negocio se entremezclan y producen una postal tan fascinante como aterradora, pues pobre de aquél que ose cometer un error sobre este tapiz rojo sangre donde al parecer acontece el espectáculo más frívolo y banal que existe. Algo tendrán, no obstante, las alfombras rojas de los Oscar, los Globos de Oro o los Grammy para generar el caudal de información que generan y para que sus estilismos hagan correr ríos de tinta. Sin embargo, lo que los usuarios de tuit fácil desconocen es que detrás de los mencionados looks hay un trabajo mastodóntico que nunca puede optar a matrícula de honor por la cantidad de intereses que hay en juego. ¿Existe entonces el vestido de alfombra roja perfecto?

El primer vestido azul de Penélope

Penélope Cruz con vestido de Ralph Lauren en los Oscar del año 2000.© GtresOnline.

Era azul ultramar. Era de Ralph Lauren. Era el primer vestido de Penélope Cruz destinado a recordarse. En los Premios Oscar del año 2000, la actriz madrileña escogió un modelo sencillísimo con escote palabra de honor que no solo pasó a la historia por lo peligroso de su diseño –sí, se deslizó hacia abajo justo cuando gritó su famoso "Pedrooo"–, sino por convertirse en el canto de cisne de una estética, la minimalista, que daba sus últimos pasos sobre una alfombra roja que estaba decidida a abrazar el exceso carente de significado del nuevo milenio. También fue el estilismo de trasición hacia una nueva Penélope, que dejó de ser la estrella latina invitada para convertirse en la estrella y punto; y que abandonó las prendas sencillas que había lucido hasta entonces para adentrarse en terriotorios más glamurosos.

El primer vestido azul de Penélope fue la mezcla perfecta de las tendencias que reinaban entonces, de lo que se esperaba ver, de nuevas y fructíferas relaciones (la actriz era imagen de Ralph Lauren), de la imagen que la actriz cultivaba y de su propio gusto. Fue un perfecto vestido de alfombra roja en ese preciso instante.

El segundo vestido azul de Penélope

© Cortesía Vans

Doce años después, el azul regresó a su vida de la mano de este diseño de Armani Prive que poco o nada tenía en común con el modelo de Ralph Lauren. No protagonizó ningún momento histórico más allá de pisar la alfombra roja de los Oscar una vez más, lo cual había dejado de ser una novedad para convertirse en casi una tradición en la vida de la actriz, y tampoco encapsuló la estética de una década concreta. Fue un vestido más. Tan perfecto en su planteamiento que a fuerza de gustar a todos, nadie recordaría.

Entre ambos estilismos hay un vida o, siendo más concretos, una carrera cinematográfica. En ambos se invirtieron muchas horas de trabajo: bocetos, referencias, pruebas, cambios. En ambos, se optó a la inalcanzable matrícula de honor. Y ambos son la prueba de la dificultad de un oficio que ha construido su oficina central sobre una moqueta de color rojo vino y que a pesar de su importancia y de todos los millones que genera sigue siendo considerado un ejercicio de frivolidad. Una frivolidad que, se mire como se mire, sí que tiene sustancia.

¿Qué sucederá con las actrices que están nominadas a los Oscar de 2020? ¿Alcanzarán la eternidad con sus vestidos? De momento, hemos elegido un modelo de Alta Costura para cada una con ese propósito.

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