El vestuario de ‘Vacaciones en Roma’: de la falda midi al vestido de ensueño de Audrey Hepburn

La joven de origen belga que iba a protagonizar una de las grandes historias de amor del cine no era aún la estrella en la que se convertiría, pero su carisma pronto la situó en el firmamento de Hollywood. Audrey Hepburn conquistaba a los espectadores estadounidenses en 1953 gracias a su interpretación al lado de Gregory Peck en Vacaciones en Roma, del francés William Wyler, y triunfaba después en los cines españoles, el 18 de octubre del año siguiente, cuando se estrenó la película. Un papel que le brindó el Oscar a Mejor Actriz. Recogió la estatuilla enfundada en el famoso "vestido de la suerte", una pieza con detalles de flores de Hubert de Givenchy. Tras esta conquista cinematográfica, se postuló como una de las intérpretes más queridas y elegantes de la historia del cine. Ese año también se hizo con un Globo de Oro y un premio BAFTA por el mismo papel.

Aunque la producción fue en blanco y negro por falta de presupuesto –era una de las condiciones del contrato para grabar en la propia ciudad de Roma y no en los estudios con montajes que imitaban las calles– fue premiada con tres estatuillas, entre Mejor Vestuario.Las dudas de Paramount para elegir a su estrella femenina–al principio se había optado por Elizabeth Taylor y Jean Simmons pero ninguna estaba disponible para el papel– un hecho que provocó que Head tuviera que crear el vestuario desconociendo quién luciría sus creaciones. La actriz finalmente seleccionada por Wyler, Audrey Hepburn, estaba en ese preciso momento participando en el musical Gigi en Broadway y no podía trasladarse hasta donde estaba Head para las pruebas de vestuario, por lo que la diseñadora tuvo que utilizar de referencia una prueba de personalidad del casting.

A su brillante actuación por las calles empedradas de Roma y la indudable química con su compañero de reparto se sumó el éxito del exquisito vestuario creado por la todopoderosa Edith Head, con quien trabajaría también en Sabrina (1954) y Funny Face (1957). En esta ocasión, encarnó a una princesa llamada Ana que huye de sus obligaciones y disfruta de su anonimato –en parte– junto a un ávido periodista con sus propias intenciones. A lo largo de estas 48 horas de "libertad" su vestuario cambia por completo, al igual que su identidad. Tras una larga noche recorriendo Roma como una turista más, el personaje de Hepburn se queda dormido sobre un banco en medio de la ciudad. En este momento aparece Joe, un periodista estadounidense que la acoge en su casa. Éste obvia por completo que conoce su tapadera como extranjera y le muestra los lugares secretos que aguarda la ciudad del amor, ocultando su verdadera intención: escribir una exclusiva sobre ella. A partir de entonces comienza su corta pero intensa historia de amor entre helados en las escaleras de la Plaza de España, divertidos paseos en Vespa y veladas con baile incluido bajo el Castillo de Sant’Angelo.

Anna pasea por la citàenfundada en diseños más casuales como el icónico conjunto de la falda midi tableada, camisa blanca con las mangas remangadas, el pañuelo de rayas anudado al cuello y las sandalias de piel cogidas al tobillo, un look veraniego que hoy podría ser tendencia. "Se supone que ella es una princesa disfrazada de chica normal en las calles de Roma. Así que le hicimos un atuendo sencillo, para que no se viera diferente", explicó la diseñadora de cine a los meses del estreno de la película en una entrevista en televisión. En el filme se producen dos cambios de indumentaria muy bien diferenciados: desde el estilo sofisticado y conservador de la princesa inspirado en la figura del New Look de Christian Dior que aparece en los primeros y últimos minutos de la trama con vestidos típicos de una ‘royal’; hasta los conjuntos sencillos y modernos. Sin olvidar el atrevido corte de pelo al estilo pixieque se hace en una peluquería frente a la Fontana di Trevi. Esta rompedora imagen, que llegó incluso a ser la portada de la revista Time, fue sugerido por la propia Head y acabó marcando un antes y después en el mundo de la belleza.


https://youtube.com/watch?v=J79Goi-Kdn4%3Frel%3D0

Tal ha sido la influencia de este trabajo que la dirección de vestuario al mando de la modista de cine británica Jacqueline Durran y la producción de Disney se inspiró en él para crear los trajes de la película La Bella y la bestia (1991).

La referencia clave, además del delicado rostro de la actriz veinteañera a quien se parece este personaje animado, es un vestido de noche que luce Audrey en la fiesta de la embajada a su llegada a Roma: combinado con brocados, escote barco, entallado a la cintura y con vuelo en la falda. El resultado de este nostálgico influjo es el icónico vestido amarillo que lleva Bella en el momento del vals con el príncipe encantado en el salón de baile del castillo.

Casi tres décadas más tarde fue reinterpretado con detalles contemporáneos y actuales, lo que supuso las de 12.000 horas de trabajo. Una pieza de museo creada con miles de capas de seda satinada y organza para que no pesase, apliques de plumas, flores bordadas y pintadas a mano, más de dos mil pequeños cristales de Swarovski colocados a lo largo del modelo y un cuerpo con tirantes. Un hecho viral e inspirador fue excluir el corsé del vestido con la idea de empoderar a la mujer en la propuesta de la actriz Emma Watson (París, 1930) que interpretaría este papel en la versión de carne y hueso de 2017 junto al actor Dan Stevens (Reino Unido, 1982).


Fuente: Leer Artículo Completo