Jennifer Lawrence no quiere un Oscar ni falta que le hace –ya cuenta con uno y ha estado nominada en cuatro ocasiones a los premios que concede la Academia–. Tampoco quiere vivir en Los Angeles, como el 90% de las estrellas, prefiere Nueva York. Y desde que finalizara la saga de Los Juegos del Hambre, se acabara su interminable periplo por el mundo promocionándola y diera el "sí, quiero" al galerista Cooke Maroney no ha retomado su apasionada historia de amor con el maquillaje, los vestidos ceñidos de lentejuelas y demás prendas y accesorios que se infiere cuelgan del armario de cualquier estrella que se considere como tal.
Si en una vida alejada de los focos se sufren cambios y transiciones, y se terminan observando fotografías pasadas con el asombro que implica considerar cualquier acontecimiento desde el presente, en el caso de las celebridades estas alteraciones resultan el triple de chocantes. De manera que la Jennifer Lawrence que recogió el Oscar por su interpretación en El lado bueno de las cosas y cayó al pie de las escaleras antes de recoger su galardón, la que adoraba el labial rojo y los vestidos inundados de lentejuelas, la que bromeaba con Amy Schumer y protagonizaba el 90% de los memes que surgieran en cualquier gala no es la Jennifer Lawrence que ahora pasea por Nueva York con la cara lavada envuelta en carísimos abrigos minimalistas.
Algunos dirán que son cosas de la edad –está a puntito de entrar en la treintena– y otros, la vida misma. Y ambos están en lo cierto: Jennifer ha madurado y su día a día es otro, y eso se percibe en el nuevo armario que está construyendo.
© Ilustración: Mar Lorenzo/ Fotografías: © Getty Images.
¿Es el minimalismo la estética que mejor define a la verdadera Jennifer Lawrence o se trata de una fase más? En cualquier caso, esta corriente se ha adaptado a la nueva vida de la actriz sin apenas esfuerzo. Paseos por el soho neoyorquino, tardes de vinos y exposiciones, domingos perezosos en los que solo se pisa la calle para comprar el periódico… Planes que, en definitiva, no invitan al exceso en materia de estilismos, sino que piden rendirse al encanto de prendas básicas que incluso rozan el aburrimiento, pero que bien combinadas se convierten en la Piedra Filosofal del cool neoyorquino. En resumidas cuentas, el armario de Lawrence ha sufrido una drástica transformación que bien podría haber sido dirigida por las hermanas Olsen (que saben mucho de carísimas naderías) y cuyas piezas estelares son:
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El abrigo peluche de color cálido
Jennifer ha lucido este modelo de Burberry en muchísimas ocasiones, lo cual confirma su más que evidente comodidad. Los inviernos en Nueva York (y en cualquier otra parte donde ahora mismo no se superen los 5 grados centígrados) necesitan un abrigo así de estiloso y confortable.
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Los zuecos de piel
Y con un poquito de tacón, el justo para alargar la silueta, poder caminar sin incidencias y no tener que llevar unas bailarinas de repuesto en el bolso por si acaso.
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La falda satinada
Una de las prendas más relevantes de este invierno promete alargar su vida más allá de la próxima primavera gracias a modelos como el escogido por la actriz, de la firma Vince, quien no ha dudado en unirlo a sus mocasines favoritos de The Row para crear el look minimalista de aeropuerto perfecto.
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El abrigo de paño blanco
Que nadie te diga que un abrigo blanco es una compra que nunca amortizarás, porque Jennifer Lawrence tiene dos que se pone tanto o más que uno de color negro. El que nos ocupa es de Iro, se lleva dos tallas más grande y se cruza al gusto sin cinturón. Lucirlo es como ir en bata, pero una bata muy lujosa.
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Los pitillos negros básicos
Hace dos años, Jennifer Lawrence habría combinado este ajustadísimo par de Rag & Bone con un top muy corto y unos tacones muy altos. Pero la nueva Jennifer prefiere ecuaciones más discretas, como la formada por los mencionados jeans con unos zapatos masculinos también de Rag & Bone y un abrigo clásico de Dior.
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Los mocasines de ante
Este par de The Row es la Piedra Filosofal del armario de la actriz y no solo por eterno, sino porque puede integrarse en cualquier estilismo (en serio, cualquiera).
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La chaqueta larga de entretiempo
Estampada y de Prada. Entre tantas prendas minimalistas, la Jennifer de ahora sigue guardando un hueco para piezas que habría amado hace 3 años y sigue amando ahora porque es imposible dejar de hacerlo, como esta chaqueta diseñada por Miuccia que funciona como ese exnovio que siempre ejerce una extraña y misteriosa influencia.
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