A finales del pasado mes de enero las alarmas no habían saltado. Al menos no sonaban con el estruendo con el que lo hacían semanas después en todo el mundo. La normalidad campaba a sus anchas, las galas (y la vida en general) se celebraban con público y a puerta cerrada, y en las alfombras rojas se respetaban los dos metros de distanciamiento social entre celebrities y fotógrafos porque lo decía el protocolo, no la normativa sanitaria. Sin embargo, y a pesar de todo, la noche de la entrega de los premios Grammy se coló una mascarilla en el photocall. A nadie le extrañó viniendo de ella y tras haber salido de la mente de alguien una creatividad extrema como Alessandro Michele, pues completaba un look que como dijimos entonces, era de otro planeta. Como la propia Billie Eilish, como el estilismo firmado por el director creativo de Gucci en el que los brillos y el verde fluor de su jersey combinaba con el color de sus raíces del pelo, con sus uñas con el logo de las dos G estampado y con cada pequeño destello que emanaba de su ropa.
Quizás porque el uso de la mascarilla lo alimentó y normalizó primero Michael Jackson en su época más oscura y hasta un jovencísimo Justin Bieber acudía a ella de vez en cuando, que la cantante de más éxito de aquella gala del 26 de enero de 2020 luciera una mascarilla -reutilizable porque era una joya, pero no lavable ni con filtro- puede que a alguien le pareciera una excentricidad, pero no una rareza. Hoy todo ha cambiado y si aquel look nos pareció entonces futurista, en este mismo momento diríamos que no puede ser más tendencia.
La diseñadora e influencer, Olivia Palermo.© Getty Images
La expansión del virus del Covid-19 lo ha revolucionado todo: costumbres, hábitos, maneras de actuar y trabajar y en general, de interactuar con los demás. Tras unas semanas en las que el uso de la mascarilla de tela o quirúrgica era solo aconsejable, hoy es obligatorio en mayores de seis años en todos los espacios públicos cerrados y, si no se puede garantizar la distancia de seguridad de dos metros, también en los espacios abiertos.
Una de las consecuencias inmediatas, como pasa con todas las tendencias, no se ha hecho esperar: si todos tenemos que usar mascarillas en nuestro día a día, que sean bonitas, reutilizables y lavables, cumpliendo siempre con la normativa sanitaria y de seguridad. Dicho y hecho, las marcas de moda se han puesto a confeccionar en cadena este pequeño trozo de tela convertido ya en accesorio indispensable de cualquier look.
La actriz Ana de Armas.© Gtresonline
El éxito ha sido inmediato y parece que mientras tengamos que hacer uso de ellas en nuestro a día nada frenará nuestras ganas de encontrar las más cómodas, combinables y seguras. Así, si la primera low cost fue Mango, que lanzó su colección de mascarillas estampadas de tela y geles hidroalcohólicos la semana pasada acabando en pocos días con todas sus exitencias, el mundo espera que Inditex haga lo propio tras haber confeccionado miles para los sanitarios españoles. Mientras, fantasearemos, compraremos y llevaremos estas maravillas que Zubi, Urban Outfitters o Adidas ya venden y agotan en todos sus modelos porque cumplen con todos los requisitios, incluido el de las tendencias.
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