Durante una hora y media pude ser feliz / comiendo chocolate / y palomitas de maíz sintiendo que era yo / el que besaba a aquella actriz”.
El cine es el tema con el que arranca Descanso dominical y aglutina las características que hicieron célebre a Mecano: rimas consonantes, letras urbanas, hay quien dice que ñoñas, y una gran facilidad para hacer hits. El álbum contiene varios, y es uno de los motivos por los que hace 31 años vendió más de un millón de copias. Además de por su aniversario, el disco resucitó hace un año por la polémica surgida con “mariconez”, la palabra que aparece en la canción Quédate en Madrid y que una concursante de Operación Triunfo pidió cambiar por homófoba, aunque el compositor, José María Cano, no se lo permitió. También se dice en ese álbum “negrito” y se ve en un videoclip a una cría de 14 años retozando con un chico de 23, cosas habituales en los ochenta que hoy levantan ampollas.
Descanso dominical fue el disco que ratificó a Mecano en el mercado internacional. Para conquistar Europa, los madrileños recuperaron Hijo de la luna, compusieron Mujer contra mujer y las tradujeron al italiano y al francés. Eso solo lo hacían entonces artistas como Julio Iglesias, que en 1984 sacó un álbum entero en inglés, 1100 Bel Air Place, pero su objetivo no era el Viejo Continente, sino el mundo.
Más parecido a Mecano era el caso de Miguel Bosé en 1987, que grabó el tema Como un lobo en inglés e italiano, pero la repercusión del trío fue muchísimo mayor: fue número uno en Francia y fenómeno fan en varios países. “Uno de sus méritos fue convertirse en el primer grupo español capaz de competir con el pop mainstream anglosajón y ponerse a la par de Madonna, Bowie o Prince en cuanto a capacidad para convocar gente a sus conciertos”, opina David Loscos, director de la International Music Business School y exempleado de BMG Ariola.
Descanso dominical fue el quinto disco del grupo, el de No hay marcha en Nueva York o Los amantes y el que rindió homenaje a dos héroes de especies distintas: el primer hombre en llegar al Polo Sur, el capitán Scott, y la perra Laika. Descanso dominical también fue el álbum que liberó a José María Cano. “Hasta el disco anterior, Entre el cielo y el suelo, Nacho era el creador, el brillante, y José María parecía más apocado”, cuenta Manel Santisteban, arreglista de las canciones del mayor de los hermanos Cano, de quien dice que le faltaba oficio musical, pero que tenía una gran capacidad para componer. “Demostrarlo le dio confianza. Hasta se apuntó a un gimnasio, cambió de aspecto y empezó a mostrarse mucho más seguro”, recuerda el director musical de La casa de papel. Esa seguridad no llegó de golpe: el pelotazo que supuso Entre el cielo y la tierra fue el primer paso internacional. Contenía varios hits, entre los que se encuentran Cruz de navajas y Me cuesta tanto olvidarte.
Todo esto acrecentó la tensión entre los dos hermanos. “Son personas inteligentes, exigentes y competitivas y, es cierto que a la hora de escribir trataban de hacer la mejor canción, por eso en cada álbum se superaban a sí mismos”, cuenta Ana Torroja, voz del grupo, que considera que ese pique era bueno para Mecano. No le falta razón, no hay más que ver el reguero de éxitos de Descanso dominical. No hay marcha en Nueva York, Mujer contra mujer, Eungenio Salvador Dalí son obra de José María, mientras Nacho firma Un año más, La fuerza del destino o Los amantes. Torroja es incapaz de elegir entre los dos: “Tenía mis canciones favoritas. Si me pedían mi opinión, la daba, pero ellos tenían muy claro cuáles iban en el disco”.
Algunos de esos temas, como el que se pincha cada Nochevieja, devinieron banda sonora de un país y otros puede tararearlos cualquiera en España: La fuerza del destino, por ejemplo. Narra una historia de amor y muestra al menor de los Cano en el lugar exacto donde conoció a la que sería su pareja durante años, Penélope Cruz. Y también explica parte de la historia de la televisión y de la promoción musical en España.
“Yo tenía una productora dedicada a la fotografía publicitaria, pero queríamos ampliar nuestras miras. Entonces, Sofía Torroja, prima de Ana, nos dijo que por qué no hablábamos con Mecano”, explica Lucio Villalba, realizador del clip que puso en movimiento La fuerza del destino. Lo que cuenta coincide con la manera en que se habían hecho los vídeos musicales desde 1980, cuando las discográficas apenas invertían en ellos. De esa tacañería no se libraba ni Mecano, a pesar de que era, junto a Olé Olé o Miguel Bosé, un grupo que salía rentable a su sello.
Como recuerda Eduardo Viñuela Suárez en El videoclip español (1980- 1995) (ICCMU, 2009), las salidas que encontraron muchos músicos eran tres: aparecer en una película que les rodara un vídeo que colarían en la propia cinta; conocer a alguien que trabajara en televisión y les hiciera el favor; o colaborar con productoras dispuestas a hacer un clip gratis. “Ariola no pagó nada, pero nosotros nos ofrecimos porque queríamos usar el resultado para atraer a otro tipo de clientes. Y funcionó, porque logramos la cuenta de Galerías Preciados, empresa a la que le rodamos todos los anuncios hasta que cerró”, explica Villalba.
Los primeros vídeos de Mecano los grabó Juan Gatti, responsable del diseño gráfico de las primeras cintas de Pedro Almodóvar y autor de todas las portadas del grupo antes de Aidalai. Obra suya fueron Perdido en mi habitación y Me colé en una fiesta, pero los madrileños también sacaron rendimiento de La bola de cristal, según Viñuela, “el mayor productor y emisor de vídeos musicales en España”. En 1986, Américo Piñeiro dirigió No es serio este cementerio para aquel programa, pionero en los modos de abordar la cultura para un público infantil y juvenil. Fue en ese espacio, que se emitía los sábados por la mañana, donde también rodaron sus cintas musicales Golpes Bajos, Radio Futura o El Último de la Fila.
Pero La bola de cristal desapareció de la parrilla en 1988 y Lucio, para contar esa historia de amor urbano, optó por un color desvaído y una imagen con grano y, aunque lo recordemos como un éxito, se ganó su popularidad tiempo después. “Cuando se supo que Nacho y Penélope eran pareja, pero en ese momento nos funcionó más a nosotros que a Mecano”.
De la grabación, Villalba recuerda: “El casting fue complicado porque nacho es más bien bajito y necesitábamos una chica que no lo superara en altura. Y así dimos con Penélope, que no tenía ni book, pero sí una fotogénica fantástica”, cuenta sobre el primer trabajo ante la cámara de la actriz, que tenga 14 tenía. Por eso, en el vídeo hay arrumacos, miradas intensas y hasta un paseo a caballo, pero no se ve ni un beso en los labios mucha gente aún piensa que la canción habla de la pareja que aparece en pantalla, pero el tema lo compuso Nacho para su novia de entonces, Coloma Fernández. “Era la dueña de la casa donde rodamos las escenas de playa en Asturias y donde Nacho y Penélope demostraron ser muy profesionales después de que les hiciera bañarse con el agua helada”, recuerda divertido Lucio.
En 1988 los grupos que copaban las listas y llenaban conciertos eran Los Secretos, Nacha Pop, Héroes del Silencio… Entre tantos hombres, solo una mujer acaparaba muchos planos: Ana Torroja. Menuda y de voz aflautada, cantaba en primera persona del masculino singular las letras de sus compañeros. “José María era muy perfeccionista y tenía clarísimo lo que quería de cada canción. No solo había que cantarlas llenando de matices cada frase, sino que algunas veces había que convertirse en un personaje determinado”, recuerda para Vanity Fair. Con los temas de Nacho, el esfuerzo era de otra índole. “Lo que caracterizaba sus canciones eran los juegos de armonías. Podíamos estar horas y horas, y a veces días, creando segundas voces, terceras, cuartas…”, cuenta sobre lo que llama una sonoridad made in Nacho.
“No componer restó protagonismo a Ana”, opina Santisteban, pero lo cierto es que solo había en la escena musical española otra mujer capaz de hacerle sombra a la madrileña: Alaska, entonces con Dinarama, presentadora de La bola de cristal y de regreso de una gira por América con el disco No es pecado, el que contenía sus grandes éxitos Ni tú ni nadie, A quién le importa o La funcionaria asesina. Con ella la compara Grace Morales en Mecano 82. La construcción del mayor fenómeno del pop español (Lengua de Trapo, 2013). “Los fans más entregados, que son miles y miles, hablan de la dulzura”, dice Morales en esas páginas donde también recoge la opinión de sus detractores: “Se centran en que esta voz no ha hecho sino incidir aún más en el lado infantil y carente de fuerza del grupo”.
Esa imagen inofensiva contribuyó a que Torroja ocupara más espacio en los medios que, por ejemplo, Cristina Lliso, de Esclarecidos, que componía temas con títulos como Música para convenios colectivos; porque Mecano también nombró el disco más vendido de 1988 recordando una ley muy peleada en España a principios del siglo XIX, la del descanso dominical, pero no había en sus letras un posicionamiento ideológico claro.
Según el periodista Diego Manrique, ese fue el motivo por el que los socialistas no aprobaron el inicio de la movida, de la que desconfiaban por la indefinición política de sus letras. Mecano, nacido en la Transición, era un grupo moderno y hedonista que tenía como modelo el extranjero más que el pasado. Aunque no hicieron como Los Secretos —que tocaron en el mitin final de las elecciones generales de 1982 para Alianza Popular—, los tacharon de pijos.
Otras cosas influyeron para que el trío fuera visto como un grupo del sistema. Una es que presumía de españolidad. En Descanso dominical aparece Tomatito, a quien puede escucharse en Por la cara, corte instrumental de Nacho Cano. A veces ese toque patrio contenía ironía y explotaba tópicos del imaginario español. Una rosa es una rosa es un ejemplo que vendría después, pero también Hijo de la Luna, que recurre a una leyenda sobre una mujer gitana. Tampoco en eso estaban solos, Bosé ya lo había hecho con Sevilla.
Esa unión a lo establecido la reforzó el príncipe Felipe con una entrevista en el ABC en 1983: “No sabría decir qué conjunto me gusta más. Los Rolling Stone, no mucho. Mecano, sí está bien. Lo he oído poco, solo tengo una cinta”. Eso es lo que comentó el heredero al trono, que tenía 15 años, aunque la prensa prefirió decir que Mecano era su grupo favorito.
“Era un grupo para adolescentes, aunque otra causa de su éxito es que lo escuchaba todo el mundo. Yo mismo tenía muchos amigos que preferían otras músicas, pero escuchaban Mecano en la intimidad”, dice Loscos, quien sitúa las canciones del trío en el saco de los placeres inconfesables. Santisteban disiente, considera que en esos discos había mucha creatividad: “José María era un verdadero poeta urbano y a Ana la podías distinguir entre 100 mujeres cantando. Tenía magia".
Para el compositor, la democracia permitió que todo el mundo expresara libremente sus inquietudes artísticas y su creatividad, y le parece bien, pero reconoce que le convencen pocas cosas de las que se hicieron en los ochenta. “Muchos solo daban berridos, no hacían música, y Mecano sí”, dice Santisteban reivindicando a un grupo que define como comercial, no como ñoño. Se rodeaban de músicos importantes, una tónica de este y otros discos de Mecano, así como de otros coetáneos. De ese modo, no solo daban calidad a sus trabajos, también suplían sus carencias musicales: “Los grupos de la movida no escondían las dificultades que tenían con sus instrumentos”, recuerda Viñuela. Por eso, en Descanso dominical se puede ver en los créditos a un primer violín como el del británico Gavyn Rught, arreglista también de artistas como Tina Turner o Elton John.
Quizá harto de que se dijera que solo hablaba de fiestas y de cuitas intrascendentes, Mecano aborda en Descanso dominical asuntos espinosos entonces: el lesbianismo en Mujer contra mujer, por ejemplo. Pero como dice Loscos, dentro de unos límites. “A las marcas que patrocinaban al grupo, como Coca-Cola, les gustaba Mecano porque atraía a la madre, al crío, al tío…”.
Nunca se le conoció ni un problema con un asunto ligado a la industria musical: las drogas. De hecho, actuó en el macroconcierto que se celebró en plena gira de Descanso dominical en el Estadio Olímpico de Barcelona, promovido por la reina Sofía como presidenta de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción. Todo eso hizo que Mecano lograra algo que para Loscos era y es inimaginable para un grupo español: que una marca francesa lo fichara para ser su imagen. “Fue Renault, que bautizó Mecano a un modelo de Clio”.
Loscos cree que en ese triunfo la mánager Rosa Lagarrigue fue clave. “Intentó llevarlos lo mejor que pudo, pero no fue fácil pues no había precedentes y fue abrumador. Aún recuerdo cuando José María anunció sin avisar a nadie que dejaba el grupo”. Fue en la Gala de los Premios Amigo de 1998. “Ahora que no estoy puedo decir que es el grupo de pop más grande de todos los tiempos”, dijo por sorpresa y provocando el llanto desconsolado, más tarde lo confesaría, de Ana Torroja. La separación se veía venir tras la gira de Aidalai, cuando la formación se tomó un descanso de tres años. El regreso dio como fruto un disco que fue lo último que hicieron antes de que Nacho triunfara en los musicales, Ana emprendiera una carrera en solitario y José María se dedicara a la pintura. Nadie lo esperaba, dicen, pero el título de aquel último trabajo fue profético: Ana/José/Nacho, tres nombres, tres personas, ya nunca más un grupo.
*Publicado originalmente en el número de diciembre de 2018, de la revista Vanity Fair España y actualizado el 38 de diciembre de 2019.
Fuente: Leer Artículo Completo