La traducción exacta del término slut-shaming sería “tildar de prostituta”. Y eso es lo que se hace con muchas mujeres, ya sea por su pasado, por su presente, por su forma de vestir o por la razón que sea. Es un ataque en toda regla a la libertad sexual de una mujer, que aún resulta más hiriente cuando se magnifica en redes sociales y cuando se dirige, como pasa en muchos casos, a chicas jóvenes. En cualquiera de los casos, siempre es una actitud deleznableque tiene consecuencias tanto en la libertad como en la autoestima de las que lo padecen.
El término se ha puesto tristemente de moda porque varias famosas han tenido que aguantar ataques de trolls en redes sociales acusándolas por sus relaciones. Jennifer Lopez, Kim Kardashian, Emily Ratajkowski, Miley Cirus o Cristina Pedroche encabezan la lista de damnificadas célebres. Pero no hace falta ser famosa para recibir este ataque. Es una situación a la que los hombres nunca se enfrentan. Y que puede darse por la crítica tanto de hombres o mujeres a una mujer.
Más allá de la obvia humillación y las consecuencias del sentimiento de rechazo y el bajón de autoestima, el slut-shaming entraña aún más peligros, pues en su extremo sirve incluso para justificar o no condenar una agresión. Y genera un perverso escenario en el que una mujer para ser respetada tiene que demostrar que es merecedora de ello. Una vez más se juzga a la víctima y se exculpa al verdugo.
En este tipo de situaciones es difícil dar consejos genéricos. De hecho, es muy parecido a lo que ocurre en los casos de bullying. Lo primero sería nunca sumarse al ataque a otra mujer y defenderla cuando se encuentra en un trance así. Así se podrían empezar a cambiar las cosas.
Cuando una recibe ataques de este tipo, se tendría que intentar verlos “desde arriba”: darse cuenta, sobre todo de que las personas que los lanzan no tienen ninguna autoridad moral para hacerlo, más bien al revés, pues se trata de individuos intolerantes que han encontrado un altavoz en redes sociales para amplificar su discurso machista.
En la medida de lo posible, se aconseja también no cambiar la forma de actuar, que esas críticas no logren su objetivo e impongan un comportamiento a todas luces retrógrado. Algunos especialistas también recomiendan dejar las redes sociales, aunque eso dependerá de la importancia que le dé la víctima. Es injusto que tenga que renunciar a un espacio público cuando la conducta incorrecta es la de los otros. Por ello, también se pueden denunciar este tipo de actitudes en redes sociales.
Desgraciadamente, el slut-shaming es una táctica de acoso que no debería existir, porque nadie puede tiene derecho a reprimir la libertad de una mujer. Y cuanto más se denuncien este tipo de comportamientos, más cerca estaremos de conseguir que se entienda que lo vergonzoso es señalar a cualquier persona por cómo ha decidido vivir su vida.
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