De su padre, Carlos Herrera, ha heredado la guasa andaluza que deja escapar en las distancias cortas: «¡Está clarísimo, si él se pone una peluca somos iguales!», bromeaba recientemente en televisión. De su madre, Mariló Montero, un pronto navarro que salta cuando habla de algo que le duele. Pero Rocío Crusset (Sevilla, 1994), que no eligió apellidarse como su abuela paterna por casualidad, nunca quiso saber nada de la comunicación y vive volcada en su carrera como modelo, una profesión a la que llegó por casualidad tras ser descubierta en un festival de música. «Cuando me hicieron la propuesta pensé: «Así podré viajar, que es lo más me gusta» Desde pequeña he vivido mucho fuera y me encanta esa sensación de independencia. Me dejé llevar y salió bien…», afirma.
No me arrepiento de mis relaciones, pero esta es la primera 100% madura».
De hecho, solo está de paso por Madrid porque la reclaman en Londres antes de volver a Nueva York, donde se instaló hace más de dos años. «Estoy feliz. Al principio vivía sola, luego con la modelo Marta Ortiz, con la que pasé uno de los mejores años de mi vida. Imagínate, amigas y solteras, no parábamos… Nos divertimos como nadie, pero también lloramos y maduramos. Ella volvió, pero yo preferí quedarme. Todavía me quedan cosas por hacer allí. Me encanta el estilo de vida de España y, en el futuro, si me caso y formo una familia, trataré de convencer a mi pareja para hacerlo en España. Si él no quiere, ya veremos… Es mejor no hacer planes. Para qué crearse expectativas, si todo puede cambiar», explica.
Sin frenos
Rocío reconoce que la relación que mantiene con el empresario Maggio Cipriani, afincado en la Gran Manzana, miembro de la famosa saga de hosteleros que cuenta con hoteles y restaurantes en medio mundo, influye en su decisión de seguir en Estados Unidos. «Estoy muy contenta. Da gusto encontrar a un tío maduro, que te quiera bien y te enseñe a querer. Y contar no solo con una pareja sino con un amigo que te apoya, te anima a trabajar y te hace sentir poderosa. Es el hombre perfecto y nos reímos mucho juntos. No me arrepiento de ninguna de las relaciones que he tenido, pero esta es la primera 100% madura, seria y buena. Maggio se crió en Venecia y tiene mentalidad europea, pero no es el típico italiano posesivo. No podría estar con alguien que me frenase o cohibiese, porque mis padres siempre me dieron mucha libertad. Pero él es lo contrario; como un cohete, te sube…».
Que Rocío tiene carácter quedó claro cuando estalló en las redes sociales (tiene 140.000 seguidores en Instagram) contra quienes la criticaban por esta relación. «Si es modelo, porque es modelo; si es empresario, porque me lío con millonarios… Y lo que más me duele es que la mayoría de los comentarios son de mujeres«, dice. También sufrió cuando Mariló Montero, siendo presentadora de La Mañana de La 1, estaba permanentemente en el ojo del huracán. «Ella lo pasaba mal porque, aunque tiene genio, es un pedazo de pan. Es una madre y una amiga increíble, una persona 10. Me dolió descubrir cómo funciona la sociedad porque todos cometemos errores y a ella le dieron mucha caña injustamente. Pero es un crack y con 53 años ¡se fue a Estados Unidos a cumplir un sueño!».
«La verdad es que me llevo genial con ella y con mi padre, los dos son estupendos y estamos muy unidos», cuenta. Tal vez sea esa experiencia la que le ha llevado a seguir su consejo de no hablar de política, religión ni dinero para no ganarse enemigos, y solo se atreve a afirmar que siempre vota «a pesar de no identificarme completamente con ningún partido» y que es feminista «hasta cierto punto». «Solo quiero igualdad. Tengo la suerte de que en la moda la mujer es la poderosa, pero en otros sectores no y por eso hay que luchar», dice.
Crusset está en un punto de inflexión. Ha cambiado de agencia en busca de estímulos profesionales: «Trabajaba mucho, pero me aburría y ahora me llegan propuestas más interesantes de París, Londres, Los Ángeles… Quiero huir del cliché de latina y sexy, y reforzar una imagen de moda, más masculina, con la que me siento más cómoda». A sus 25 años, sabe que el secreto está en mantenerse: «Es fundamental que lleven tu carrera con visión de futuro, pero de ti depende mantener tu cuerpo y tu mente. Implica un desgaste físico y emocional increíble. Es complicado de gestionar, porque pasas mucho tiempo sola y, al llegar a casa, solo quieres descansar y descuidas tus relaciones. Me dio un ataque de ansiedad hace dos meses en París. Estaba agotada. Llamé a mi madre y le dije: «Te necesito, quiero que me des masajitos y me trates como a una niña de cinco años». No picamos piedra, ganamos dinero y hay que aprovechar las oportunidades, pero en EE.UU. les cuesta entender que hay que parar».
Una mujer de negocios
A sus padres no les hizo gracias que quisiera ser modelo -«Ahora están felices y orgullosos»- e insistieron en que estudiara. Solo le quedan cuatro asignaturas para acabar la carrera de ADE y Marketing. «Siempre quise ser una mujer de negocios y lo soy. Tengo mis inversiones, muevo mi dinerito… Y me apetece tener algo diferente con mi nombre, porque desde niña he sido muy creativa». Por eso ha puesto en marcha un proyecto relacionado con la moda: «Es un reto para implementar lo que he aprendido y focalizar la energía en otra cosa. Siempre viajando, posando y estudiando, pensaba: «No sé si me estoy cansando de mí misma o es que necesito otra cosa».
Fuente: Leer Artículo Completo