Normalmente Emmanuel Macron lleva el uniforme de un joven banquero convertido en político: traje negro ajustado, solapas bajas, almidonado y abotonado, corbatas de seda ni muy estrechas ni muy gruesas en colores oscuros. Pero no siempre. A veces lleva un abrigo y una bufanda, y el efecto es algo así como un modelo del catálogo de J.Crew. Pulcro, sin ser terriblemente intimidante, rico. En una ocasión, lució un traje de tres piezas. Pero ninguno de estos looks consigue crear el golpe de efecto del jersey de cuello alto bajo una americana, un estilismo que ha lucido en algunas ocasiones en sus actos oficiales como líder de Francia, incluido el del pasado martes, para una reunión con Charles Michael de Bélgica. ¿Pero qué quiere decir con él?
Cuando Macron lleva un jersey de cuello alto con una americana, su look recuerda a un villano de Bond, Steve Jobs, algún cantante de yacht-rock, y un intelectual parisino al que le han pedido debatir el concepto de la naturaleza humana de Noam Chomsky en 1970. Para un presidente que no es “ni de izquierdas ni de derechas” este es el look más adecuado. Escoja su referencia–tipo malvado o un joven Robert Redford. O quizás no. Quizás el propósito de este look esté tan claro como un día de verano en la Provenza. Lauren Collins de The New Yorker tuiteaba:
“Yo: ¿Por qué lleva Macron un jersey de cuello alto?
Persona francesa: Porque es una rueda de prensa sobre el cambio climático.
Yo: ¿¿??
Persona francesa: Y lleva un conjunto de izquierdas".
Honestamente, parece plausible. Pero podría fácilmente estar proyectando una imagen relacionada con el acto al que acude. En el perfil que la propia Collins realizó el pasado verano sobre Macron, dedica un par de párrafos a la profesión que el presidente de Francia nunca ejerció, la de novelista. En algún lugar existe una novela ambientada en el México del siglo XVI escrita por él que nunca se publicó. El cuello alto recuerda a Francia en los años 70 y 80, la última vez que los intelectuales públicos fueron realmente superestrellas internacionales. (Sin embargo, puede que sea diferente en Francia. Definitivamente, quizás sea diferente en Francia). Así, cualquiera puede leer el cuello alto como un reflejo de su autoconcepción. Él es un novelista frustrado que se permite a sí mismo vestir su traje de novelista en algunas ocasiones. Mientras él se encuentra trabajando en mantener unida a la Unión Europea o realizando pequeños cambios para revertir el cambio climático, por ejemplo, su mente está en otra parte. En el desarrollo del personaje o en resolver un pequeño problema en la segunda parte de su exposición. Pero cuando lleva su jersey de cuello alto, es capaz de resolver, aunque insatisfactoriamente, ambos asuntos.
Es sorprendente que se sienta cómodo usando cuello alto. ¿Existe un término para referirse a una persona non grata, pero para una prenda de vestir? ¿Vestimentum non grata? Como las gabardinas, la anticipación de las luces intermitentes, los lobos solitarios o los vendedores tristes. Actualmente, el jersey negro de cuello alto se ha convertido un poco en eso. La periodista de The New York Times, Vanessa Friedman, escribió una especie de obituario para el jersey negro de cuello alto gracias a la empresaria Elizabeth Holmes, quien consiguió hundir este look además de a sí misma. La lección, sin embargo, no era tanto del tipo “no lleves cuello alto” sino “si vas a llevar el mismo atuendo cada día como un dibujo animado, te convertirás en un dibujo animado”. Cuando la interpretación queda expuesta, el estilismo también. Entonces, incluso si está llevando un uniforme, se convierte en un emperador sin ropa. Es mejor combinarlo un poco y no vincular el look a un significado específico. En este sentido, el jersey negro de cuello alto podría romper una larga racha de trajes ajustados y corbatas.
De cualquier forma, diviértase con las menciones de Twitter, donde puede completar la frase “Parece un…”, para siempre. Las respuestas en formato GIF son bienvenidas. Ay, la moda… A menudo, una semiótica tan insatisfactoria. Un jersey es un jersey. A menos que, por supuesto, sea algo más.
Artículo publicado originalmente en la edición estadounidense de Vanity Fair y traducido por Andrea Verdejo. Acceda al original aquí.
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