Qué es el síndrome de la impostora sexual y cómo ponerle solución

Hay cinco bloqueos mentales que arruinan tu vida sexual y un decálogo para recuperar la pasión por el sexo. Si eres consciente de todo lo que el sexo puede hacer por tu salud y crees que podrías estar atravesando este problema, sigue leyendo. Porque seguro que conoces el caso de alguien con una carrera profesional exitosa que, en lugar de estar feliz, pasa su vida pensando que todo se debe a la suerte, que lo que está viviendo es demasiado bueno como para ser cierto y que, en realidad, no se lo merece.

Este trastorno tan habitual, que conocemos como el “síndrome del impostor”, afecta mayoritariamente a mujeres que sufren un grado tal de inseguridad, especialmente en su vida profesional, que les impide crecer. Sin embargo, existen muchos casos en los que esta inseguridad se traslada también al plano sexual, dando lugar al menos conocido pero igual de incómodo “síndrome de la impostora sexual”. Una de las primeras en alertar sobre él fue la doctora Valerie Young, autora de The secret thoughts of successful women, un bestseller en el que revelaba que este tipo de pensamientos intrusivos también pueden ocurrir en las relaciones románticas, sobre todo cuando tienes la sensación de que no eres lo suficientemente atractiva para tu pareja o que acabará por encontrar a alguien mejor que tú… y te dejará.

La falta de autoestima nos pasa factura. Por ello, la doctora Young insiste en que las causas de la aparición de este “síndrome” están relacionadas con el entorno social. Si desde la infancia nos han subestimado o vivimos acomplejadas por el estereotipo de nuestro género, tenemos posibilidades de sufrirlo.

Muchos de sus síntomas, desde los problemas de autoestima a las inseguridades en el plano sexual, aparecen cuando empezamos a repetirnos una y otra vez que no podemos hacer algo, sentimos miedo a lo nuevo y preferimos no arriesgarnos. Entramos en una especie de círculo vicioso que deriva en dejar de expresar y compartir nuestros sentimientos. Pero también en no estar nunca satisfechas con nuestra apariencia física ni nivel intelectual.

Solución en pareja

El problema es que esa situación, inevitablemente, se traslada de manera inmediata a la pareja, que es otra de las perjudicadas por este síndrome. Porque no nos olvidemos que una relación es cosa de dos y, si una de las dos partes tiene problemas, acaba fallando todo.

“Es muy importante que se afronte juntos, porque la pareja va a ser siempre indispensable en todo el proceso –explica Ana Viejo, psicóloga y sexóloga de lasexologia.com–. En consulta, es muy frecuente encontrarnos que, en el caso de que la mujer que padece una dificultad sexual tenga pareja, acude casi siempre sola. Sin embargo, nos gusta hacer especial hincapié en que el problema no lo tiene únicamente ella, sino que lo tienen ambos, ya que afecta a los dos y, muy a menudo, es producto de conductas, pensamientos o mensajes llevados a cabo por parte de la pareja. Por eso lo mejor es trabajarlo de una manera conjunta. De lo contrario, la terapia perderá gran parte de su eficacia”, recalca la especialista.

Hablemos (mucho) de sexo

No por conocido es menos importante: la clave de unas relaciones sexuales satisfactorias es la comunicación. Tenemos que decir lo que nos gusta y lo que no. Si no demandamos nuestras necesidades, no vamos a disfrutar; y si no disfrutamos, no deseamos.

Otra pregunta que debemos hacernos es: ¿hasta qué punto nos influye tener unas expectativas sexuales muy altas y por qué eso nos provoca frustración y miedo? “Muchas veces llegan a la consulta mujeres con demandas del tipo: “quiero convertirme en una auténtica loba en la cama” o “quiero tener muchos orgasmos seguidos”, que no son realistas y que, al final, acaban generando frustración”, afirma Ana Viejo. Pero la sexóloga matiza que el problema de las altas expectativas no se da solo en las mujeres. Ese temor a no satisfacer al otro aparece incluso más en los hombres, por la carga contraída por el sexismo.

La autoexigencia de las mujeres en el plano erótico se encuentra más asociada a la imagen corporal (como cumplir con el canon de belleza socialmente aceptado) y a ser complacientes con la pareja sexual, y no tanto a las capacidades de ejecución, como sí ocurre en el ámbito profesional. Sin embargo, en los hombres, las exigencias sexuales sí estarían más asociadas a sus capacidades, por lo que yo diría que en el plano erótico quizás se permite menos fallar al hombre que a la mujer”, concluye la psicóloga.

Tener o no tener

El síndrome de la impostora sexual se manifiesta también con frecuencia muy vinculado a personalidades perfeccionistas. Si necesitamos hacerlo todo bien para sentirnos a gusto con nosotras mismas, eso nos puede incapacitar para asumir un error o incluso un pequeño desliz sin importancia. De esta manera, entramos en lo que se denomina ansiedad sexual, que se refleja de muchas maneras.

Se puede presentar en el momento del acto, pero también ante la simple idea de una relación sexual. Es entonces cuando el sexo pasa de ser un placer genuino a convertirse en un auténtico suplicio. La receta sencilla que proponen los terapeutas: hay que sacudirse los complejos, potenciar la confianza y dejarse llevar.

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