El Día Mundial de la Diabetes (DMD), que este año se centra en el lema ‘Protege a tu familia’, fue instaurado en 1991 por la International Diabetes Federation (IDF) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), como respuesta al creciente aumento de los casos de esta enfermedad a escala mundial. Según datos de la IDF, más de 425 millones de personas en el mundo padece esta enfermedad, siendo la tipo 2 la más habitual. El mejor modo de prevención es mantener un estilo de vida saludable, con actividad física regular y alimentación sana. La mayoría de los casos de diabetes 2 se puede prevenir con un buen control. Otros datos son: una de cada dos personas con diabetes no está diagnosticada; y uno de cada seis nacimientos se ve afectado por un alto nivel de glucosa en sangre (o hiperglucemia) en el embarazo.
Educación nutricional
En este contexto, la IDF persigue aumentar la concienciación sobre el impacto que tiene esta enfermedad en la familia y promocionar el papel que la unidad familiar tiene en la atención, prevención y educación nutricional.
Por eso, es importante conocer los síntomas para obtener un diagnóstico y un tratamiento; y recibir una educación diabetológica para un buen control de esta enfermedad crónica.
Los síntomas más comunes en los niños
La alimentación forma parte del tratamiento de la diabetes, que se trata de una enfermedad metabólica caracterizada por niveles elevados de azúcar (glucosa) en sangre. A la glucosa que circula en sangre se llama glucemia; un fallo en la producción de insulina genera un aumento de la glucosa o hiperglucemia. Según la Fundación Española de la Diabetes (FED), el 95% de los niños que tienen diabetes en España es de tipo 1. Los síntomas son: orinar muchas veces, sensación de mucha sed; pérdida de peso; fatiga e irritabilidad.
Nutrición y diabetes: controlar el azúcar en sangre
En el caso de tener diabetes es esencial controlar el azúcar en sangre en un nivel adecuado. Algunas recomendaciones generales son: limitar los alimentos con altos contenidos de azúcar; comer raciones pequeñas entre horas y a lo largo del día; controlar cuánta cantidad de carbohidratos se consumen; incluir en la dieta diaria alimentos integrales, frutas y verduras frescas; comer menos grasas. Y, por supuesto, restringir alcohol y sal.
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