Pérdidas de sangre en el embarazo, ¿son normales?

Tras descubrir que estamos embarazadas son muchas las dudas que pueden comenzar a surgirnos. Durante los meses de gestación, el cuerpo de la mujer sufre numerosos cambios que pueden provocar que en muchas ocasiones que nos asustemos. Por este motivo, es importante estar bien informadas y saber qué ocurre en cada momento en nuestra tripita, para así poder vivir con la mayor tranquilidad posible durante el embarazo.

Sin duda, una de las primeras incertidumbres que surgen y que suelen provocar una mayor preocupación son las pérdidas de sangre que pueden suceder en algunas ocasiones. En concreto, alrededor de un 30% de las embarazadas sufren algún tipo de hemorragia. Es normal que estas pérdidas alarmen a la futura mamá y deben ser valoradas urgentemente por un ginecólogo, pero es importante tener en cuenta que no tienen por qué significar que el embarazo no va bien.

Lo primero que debes hacer en caso de que esto suceda es contactar con tu ginecólogo para conocer el motivo real por el que se ha producido esa hemorragia, ya que cada cuerpo es diferente y existen diversas razones por las que esto puede pasar.Sin embargo, para que puedas estar más tranquila, hemos decidido hablar con Raquel Ferrer, ginecóloga del Hospital Vall d’Hebrón de Barcelona, para pedirle que nos explique los motivos principales por lo que puedes sangrar.

De esta forma, tras saber cuáles son los alimentos que más pueden perjudicarte mientras esperas la llegada de tu bebé y tras darte algunos consejos sobre cómo conciliar el sueño durante el embarazo, te traemos este artículo con el que podrás conocer con mucho más detalle las principales razones por las que en algunas ocasiones puedes manchar de sangre.

Entre algunos de los motivos principales que solemos encontrar se encuentran un esfuerzo intenso, por implantación o por un desprendimiento previo de la placenta. Dependiendo del momento de la gestación en la que se produzca ese sangrado, la intensidad, la duración y el color, se puede detectar el motivo por el que se ha producido. A continuación, te explicamos qué puede ocurrir y cómo se puede tratar para que puedas estar tranquila y disfrutar de tu embarazo con normalidad.

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Según explica Raquel Ferrer, ginecóloga del Hospital Vall d’Hebrón de Barcelona, en la mitad de los casos hay alguna patología, pero la causa más frecuente es un pequeño traumatismo provocado por un esfuerzo intenso. Durante la gestación las mucosas del cuello de la matriz están más irrigadas y los tejidos son más propensos a sangrar.

En cualquier caso, para determinar la causa te harán ecografías abdominales y vaginales, exámenes pélvicos y análisis del sangrado. Pero lo que determinará el diagnóstico será el trimestre en el que estés.

Una de cada cuatro embarazadas tiene un sangrado vaginal al comienzo de la gestación. Si manchas durante las primeras semanas, puede deberse a estas causas:

Implantación: Se produce de seis a doce días después de la ovulación, cuando el óvulo se implanta en el útero y rompe algunos vasos sanguíneos. Muchas mujeres lo confunden con la menstruación, aunque esta hemorragia es más leve y de color rojo oscuro o marrón. Puede durar varios días, pero no más de cinco. No reviste gravedad, a menos que forme un hematoma de gran tamaño, en cuyo caso el médico recomendará reposo relativo para que no siga creciendo.
Amenaza de aborto: Sucede en las primeras doce semanas y a veces va acompañado de dolor abdominal parecido al menstrual. Si se da en un momento precoz de la gestación y aún no se aprecia el latido del embrión, el médico hará un seguimiento ecográfico durante una semana para comprobar si el embarazo sigue adelante (en cuyo caso recomendará reposo a la gestante) o si ha habido un aborto.
En este caso la ecografía determinará si se ha expulsado el saco gestacional o si se trata de un aborto diferido (que no se ha expulsado espontáneamente). Si hay restos en el útero, habrá que practicar un legrado. Los abortos espontáneos no se pueden prevenir: un 50% se deben a enfermedades genéticas, un 25% a problemas de implantación, coagulación o inmunológicos y un 25% a causas desconocidas.
Embarazo ectópico: Se trata de una gestación que se está desarrollando fuera del útero (en las trompas de falopio, en el cuello de la matriz o en el ovario). Las pérdidas van acompañadas de un fuerte dolor localizado en el lugar donde se ha implantado el óvulo y de náuseas y debilidad. Generalmente se debe practicar una aspiración para extraer al embrión.
Enfermedad de mola o trofoblástica: Se caracteriza por una degeneración de las células que forman el saco y la placenta. Provoca hemorragia abundante y dolor. Se trata con quimioterapia.

A partir de la semana 15 de embarazo las pérdidas de sangre suelen ocurrir por estas causas:

Placenta previa: Es la que se ha implantado muy cerca del orificio del cuello uterino. Las hay parciales, si recubren parcialmente la salida, y oclusivas (la recubren por entero). El problema surge cuando la placenta sangra, a veces debido a pequeñas contracciones de la matriz producidas por el desarrollo del embarazo. El sangrado es rojo intenso y muy líquido, en ocasiones intermitente, y puede ir acompañado de dolor. Normalmente el tratamiento es el ingreso hospitalario para controlar a la gestante y reposo absoluto hasta el final del embarazo. Si sangra mucho y la placenta es oclusiva habrá que practicar una cesárea urgente.
Desprendimiento prematuro de la placenta: La placenta se desprende de la pared uterina antes de término, y al hacerlo, sangra. «Esta hemorragia se diferencia de la que provoca la placenta previa porque es más oscura, con coágulos y persistente, y se acompaña de contracciones con dolor», explica Ferrer. En la mayoría de los casos habrá que finalizar urgentemente el embarazo.
Vasa previa: Es poco frecuente y se caracteriza por una alteración en la formación de los vasos de la placenta. El sangrado es rojo claro y muy abundante, sin dolor. Es motivo de cesárea.
Pólipos: Pueden provocar sangrado, pero a menos que sea muy intenso, no será necesario hacer nada.
Trabajo de parto: Si ya has pasado la semana 37 y ves sangre oscura con mucosidad acompañada de contracciones, es que estás empezando el trabajo de parto. La hemorragia corresponde a lo que se conoce como «pérdida del tapón mucoso». Esto significa que el tapón que cubre la apertura del útero durante el embarazo se ha desprendido. En este caso el sangrado es una buena señal: tu bebé está a punto de nacer.

Si durante tu embarazo se produce una hemorragia piensa que puede ser por causas diferentes. Y es que hay de diversos tipos, según sus características.

Cantidad: Si las pérdidas son intermitentes y pequeñas, suelen indicar una heridita; las abundantes indican otras patologías, aunque no siempre son más graves.
Duración: El sangrado puede durar pocos días, como el de implantación, o más de cinco, como en el desprendimiento de la placenta.
Color: Si el color de la sangre es claro significa que en ese momento hay un sangrado activo. Si es oscuro, marrón, se trata de «sangre vieja» que se ha producido hace días y que indica un proceso autolimitado.
Síntomas: La hemorragia puede ir acompañada de otros síntomas, como dolor abdominal, náuseas, vómitos, debilidad…Ante cualquiera de estos síntomas, acude inmediatamente a urgencias para que te examinen.

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