La crisis del coronavirus nos está provocando una crisis de ansiedad. Según un informe de la OMS, publicado con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, esta pandemia no solo agravando los problemas de salud mental de personas que ya padecían estas dolencias, es que además está produciendo nuevos casos y aumentando la incidencia de los problemas de ansiedad en la población de forma alarmante. Pero en ocasiones, en nuestro día a día, no nos resulta sencillo distinguir qué es ansiedad y qué es estrés ni sabemos cómo podemos lidiar de forma eficaz con estos problemas. Laura Palomares, psicóloga y directora de Avance Psicólogosnos ayuda a clarificar este confusión y nos explica cómo podemos defendernos del estrés y la ansiedad de forma eficaz.
Cómo reconocer una crisis de ansiedad si nunca se había tenido una: los síntomas
La ansiedad y el estrés son amigos íntimos, pero no son lo mismo y eso nos puede ayudar a discernir si eso que sentimos es una cosa u otra. Los síntomas físicos del estrés son de larga duración y acaban con nuestras fuerzas poco a poco: se puede manifestar en forma de dolores frecuentes de cabeza, problemas de sueño, dificultades para concentrarse…
En comparación, los síntomas físicos más comunes de una crisis de ansiedad son imposibles de sobrellevar. Cuando una crisis de ansiedad ataca, llega acompañada de taquicardia, tensión muscular y temblores, sensación de falta de aire, que en realidad responde a una hiperventilación (a veces con sensaciones de irrealidad o despersonalización), mareo, sudores fríos, escalofríos, nudo en el estómago… Además, estos síntomas suelen acompañarse de una emoción de miedo intenso o peligro inminente cosa que con el estrés no sucede.
Cómo puedes distinguir el estrés de la ansiedad
El problema que surge para reconocer la ansiedad es que antes de llegar a ese pico máximo que nos paraliza, las señales que el cuerpo nos envía para saber que estamos atravesando una etapa de ansiedad se pueden confundir con los del estrés crónico.
Pero sea una cosa u otra, siempre hay que estar alerta si sentimos alguna de estas señales porque eso indica que algo malo está pasando: si nos sentimos especialmente agitados, no dormimos bien, comemos demasiado o, por el contrario, muy poco, si nuestros pensamientos son demasiado negativos o catastrofistas, estamos irritables o con cambios de humor. En ese caso posiblemente nuestro cuerpo nos está avisando de que estamos acumulando ansiedad y tenemos más papeletas de sufrir una crisis.
“Lo que diferencia al estrés de la ansiedad no son solo los síntomas físicos descritos sino los que la acompañan a nivel cognitivo como los pensamientos catastrofistas o recurrentes. Además, la ansiedad puede aparecer por un problema puntual o situación vital concreta que se percibe como peligrosa, mientras que el estrés, aunque puede ir acompañado de ansiedad e incluso de crisis de ansiedad, se relaciona con una carga o presión, un exceso de tensión que se alarga en el tiempo en el que la persona siente que no tiene el control”, explica la psicóloga Laura Palomares.
Qué hacer (y qué no hacer) si sufrimos ansiedad
Es más fácil de decir que de llevar a la práctica, pero el único remedio contra la ansiedad es afrontarla: salir corriendo o tratar de evitarla solo empeora el problema y lo puede llegar a cronificar, especialmente si nuestra ansiedad nos ha llegado a provocar un ataque de pánico en toda regla.
“Si evitamos o salimos corriendo, estaremos cogiendo miedo a lugares o situaciones cotidianas. Por ejemplo, si sufro una crisis de ansiedad en el metro y salgo corriendo, mi cuerpo aprenderá que hay un peligro terrible en este lugar y emitirá los síntomas de huida de la ansiedad cada vez que tenga que cogerlo, por si hay que salir corriendo. En cambio, si enseñamos al cuerpo que no hay un peligro real, permaneciendo en el lugar hasta que la ansiedad disminuya, estaremos afrontándola, de forma que no coja cancha y limite nuestro día a día. Por eso, ante una crisis de ansiedad hay que trabajar la hiperventilación, alargando la espiración y tratando de bajar el ritmo de la respiración, para permitirnos que la ansiedad se manifieste hasta que remita poco a poco”, explica la psicóloga.
El mindfulness es una técnica maravillosa para prevenir la ansiedad, pero si estamos en una etapa donde ésta se ha instalado desde hace tiempo, es posible que necesitemos otras técnicas específicas para trabajarla y “desaprenderla”, como la exposición progresiva, la desensibilización sistemática, la exposición interoceptiva, etc, o lo que es lo mismo, necesitamos ayuda profesional. Si tu problema es la ansiedad, y no el estrés, no dudes en acudir a un psicólogo para vencerla.
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