Muchos artistas celebran la forma en que las redes sociales han acabado con los intermediarios –léase periodistas y discográficas– y les han dado vía directa con los fans. No importa que a veces esas redes sean trampas donde meten la pata –como cuando Leticia Sabater confundió Kuala Lumpur con un insulto o David Bisbal se lamentó de los pocos turistas que había en las pirámides de Egipto en pleno auge de las revueltas que padeció el país en 2011–, pues si la artista es lista, le dará la vuelta y convertirá el error en una reinvención. Es lo que hizo Thalía(Ciudad de México, 50 años) en 2018 pasando de ser cantante y actriz a ser un fenómeno en Instagram después hacerse viral con un vídeo donde saludaba a sus seguidores al grito de "¿Me oyen, me escuchan, me sienten? Yo estoy feliz".
El resultado, un tanto bizarro, además de conectarla directamente con sus fans, lo hizo con no pocos haters, y con una masa de público que sin ser una cosa ni la otra hizo chanzas con la mexicana. Pero en el mundo de las redes no hay ridículo que no sea reciclable y ni corta ni perezosa, hizo un remix a los pocos días con las frases de aquel vídeo. De ese modo, quien un día fue considerada la Reina de las Telenovelas pasó a ser una de las muchas princesas de Instagram.Así ve Thalía las redes sociales: “Veo que detrás hay un clan, una tribu que se engancha conmigo, que ve la vida con el mismo color”, dijo en la edición mexicana de Vanity Fair. “Es lo que me alegra. Para mí eso es un escape, como decir ‘Hay alguien que me entiende’”, añadía. Mucho menos comprendida se siente ante los periodistas. Una prueba reciente y en España, se la dio a Lorena G. Maldonado, que intentó hacerle preguntas, no masajes, sobre su último hit con la cantante Natti Natasha. Fueron tres minutos de entrevista que cortó simulando problemas técnicos cuando la periodista intentó preguntarle sobre feminismo a una mujer que aboga por el empoderamiento femenino.
La lejanía con la prensa y la cercanía (virtual) con los seguidoreses la fórnula que ha relanzado su imagen y le ha reportado nuevos beneficios a nivel de imagen y económicos. A sus 50 años, no sólo ha vuelto a sacar disco –DesAMORrosis– después de un tiempo de sequía, sino que su nueva (y sobre todo más amplia) popularidad ha revertido en sus negocios. Aprovechándola, lanzó al mercado una línea de productos para el pelo que sumó a su más reciente negocio de moda y complementos que distribuye en los almacenes Macy’s de EE. UU. y que siempre luce en sus fotos, vídeos y en sus apariciones en fiestas y todo tipo de eventos.
La faceta de empresaria, sin embargo, no es nueva en ella: Thalía fue la primera mexicana en firmar un acuerdo con la firma Kmart para comercializar una línea de ropa en EE UU y ya en los años noventa lanzó en su país una colección de ropa íntima. Por su físico y su fama, la intérprete deAmor a la mexicana llegó a ser imagen oficial de Victoria’s Secret, la marca con más proyección de las muchas para las que Thalía ha prestado su imagen a cambio de un suculento contrato. Otra, muy popular en EE UU fueron las chocolatinas Hershey’s.Todo eso la ha convertido en una de las artistas más ricas de México, pues se estima que su fortuna actual asciende a 60 millones de dólares, una cantidad palidece ante la del hombre con el que lleva casada dos décadas, Tommy Mottola (72 años), que suma al patrimonio familiar otros 400 millones.
Padre de sus dos hijos, Sabrina (13) y Matthew (10), es copropietario con el sello Universal de Casablanca Records y su fortuna se explica, en parte, por haber sido el impulsor de las carreras de divas como Celine Dion o la que fue su segunda esposa, Mariah Carey. A la pareja los presentó el también productor Emilio Stefan y poco después, en el año 2000, celebraban una boda por todo lo alto. La organizaron en Nueva York, en la catedral de San Patricio, a la que acudieron 1.200 invitados entre los que se encontraban Mickael Jackson, Julio Iglesias o Jennifer López. El vestido lo ideó Mitzy, diseñador de las estrellas mexicanas, que le hizo a la nada discreta novia una cola de 18 metros.
Aunque más rico, Mottola es menos conocido que su mujer, que en España dejó huella cuando en los años noventa fue una de las presentadoras de Vip Noche junto a Emilio Aragón. La mexicana solo estuvo en la recién nacida Telecinco seis meses, pero sacó partido de su paso por aquí, donde el revival que protagoniza desde hace ya tres años gracias a las redes sociales la ha vuelto a poner de actualidad un país donde su frescura fue muy bien recibida. Aquí, sin embargo, no se comercializan sus productos y para su último disco no ha anunciado gira de conciertos para presentarlo, por lo que sus fans tendrán que conformarse, de momento, con la "cercanía" de Youtube e Instagram.
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