El mantra de los tiempos que vivimos podría ser: "En la tierra hay reglas, impuestos y virus". Todos poco atractivos. Por ello, el interés por seasteading está aumentando. ¿Pero qué es exactamente este movimiento? Se trata de construir residencias habituales en el mar, fuera de cualquier territorio en el que pueda intervenir un gobierno.
Como informa The Times, cada vez más emprendedores del mundo de la tecnología y desarrolladores de softwares muestran su interés por adquirir casas flotantes que les permitan vivir en un espacio alejado de enfermedades y de las distracciones que puede generar la vida en pandemia, y más desde que el cierre de las oficinas ha incitado a la revolución de trabajar en remoto (y no hay una forma de trabajo más remota que sobre una plataforma en el mar). Desde el año 2008 el Seasteading Institute en San Francisco ha liderado este movimiento, motivando a los "emprendores acuáticos" a hacer diseños muy llamativos en los que se aproveche todo el potencial de la tecnología.
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Además, un comité de expertos cofundado por Peter Thiel, millonario inversor de tecnología estadounidense, y Patri Friedmad, nieto de Milton Friedman, ganador de un Premio Nobel de Economía, también promueve este estilo de vida. Joe Quirk, presidente del Seasteading Institute, le dijo a The Times: “El lugar más seguro para estar en esta pandemia es el mar. La pandemia ha acelerado el interés por el seasteading”.
Por su parte, un puñado de empresas emergentes, como la llamada con mucho tino Ocean Builders, se han estado sumando a esta iniciativa. Según The Times, estas cápsulas de fibra de vidrio costarán un estimado de £155,000 y serán tan futuristas como se pueda; se alimentarán de energía solar y tendrán "paredes vivas" con vegetación y con un vidrio "inteligente" que funcionará como una ventana y como un ordenador de pantalla táctil.
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A pesar del obvio atractivo de estas viviendas ("Del mar, la libertad" es su lema), los seasteads también tienen sus críticos. Algunos, por ejemplo, creen que son solo un escape de los muy ricos para evadir los impuestos y su responsabilidad con la sociedad. Peter Newman, profesor de Sostenibilidad en la Universidad Curtin, en Perth, Australia, es uno de los que comparte esta idea: “Si están en aguas internacionales, están evadiendo impuestos. Donde quiera que floten, se trata de evadir responsabilidad”.
Pero los paraísos fiscales flotantes no son un invento nuevo. El magnate de Uber sir Philip Green compra yates para residir en paraísos fiscales la cantidad de tiempo justa cada año. Y hay ciudadanos británicos que están clasificados como no residentes y no tienen que pagar impuestos al Reino Unido sobre ingresos extranjeros si pasan menos de 16 días en el país. Aquellos que ahora buscan vivir en ‘seastead’ necesitan asegurar que su residencia esté a más de 12 millas náuticas de la costa británica, en aguas internacionales, donde no hay que pagar impuestos.
Este artículo fue publicadoen Tatler y traducido. Puedes ver el artículo original aquí.
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