Nos dimos cuenta de que el Covid-19 no hacía distinciones a la hora de contagiar a una persona de la mano de Tom Hanks. El actor y su mujer, Rita Wilson, estaban en Australia por motivos de trabajo, rodando el ‘biopic’ de Elvis Presley, cuando anunciaron que tenían coronavirus. Allí pasaron su cuarentena antes de, hace un par de semanas, regresar a casa, a Los Ángeles. Ellos fueron dos de los primeros rostros célebres en anunciar que habían dado positivo y en lanzar sus mensajes de concienciación a la población mundial para que se quedaran en sus casas.
Anoche, el actor que dio vida a Forrest Gump, se ponía delante de una cámara de nuevo. Ya recuperado, con el pelo completamente rapado y desde el salón de su casa, se dirigía a la audiencia de ‘Saturdy Night Live’. «Soy yo, vuestro viejo amigo. No tengáis miedo, esta cabeza rapada fue solo para una película. Mi cabello volverá a crecer muy lentamente… Es un momento extraño para intentar ser gracioso, pero intentar ser gracioso es de lo que va ‘Saturday Night Live'», comenzaba su monólogo, tras haber dado las buena noches a los telespectadores del espacio de la NBC.
Es un momento extraño para intentar ser gracioso»
E intentaba sacar su repertorio humorístico, tan necesario en estas semanas en las que, con el paso de los días, la moral va minándose: «Estas semanas he sido el padre de América más que nunca porque nadie se quería acercar a mí durante mucho rato y además hacía sentir a todo el mundo incómodo».
Hanks hacía referencia a que tuvo que aprender a leer en termómetro en grados Celsius, en vez de usando el sistema Farenheit: «36 grados es bueno y 38 es malo«. Un juego de números que utilizaba para hilar una crítica a la industria del cine, que juzga a las mujeres, en ocasiones, por la edad que figura en su DNI en vez de por su talento: «Como Hollywood trata a las actrices».
Vamos a cuidarnos los unos a los otros»
Tras estas pinceladas de crítica y de humor en un momento crítico, Hanks volvía al terreno sentimental, a lo emotivo, a pedir a la gente que sea responsable y que permanezca unida. Las dos claves principales para sortear este obstáculo. «Estamos en esto mientras dure, y lo superaremos juntos. Vamos a agradecer a nuestros trabajadores del hospital, al personal de emergencia, a los empleados del supermercado, a la gente que reparte nuestra comida, a la gente que hace la comida para llevar. A los hombres y mujeres que mantienen este país en marcha en un momento en que los necesitamos más que nunca. Vamos a cuidarlos, y vamos a cuidarnos los unos a los otros», era el final de su discurso.
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