La nueva vida de Steffi Graf, la reina eterna de Roland Garros que cumple diez años de historia de amor perfecta con André Agassi: ella le rescató de las drogas y le embarcó en los disfraces locos

Sigue siendo la reina de Roland Garros y la jugadora de tenis con un palmarés más impresionante, pues aún es la única que tiene un Goldem Slam: ganar los títulos del Open francés, Wimbledon, el Open de Australia y el de Estados Unidos, más la medalla de oro olímpica en 1988, a los 19 años. Sin embargo, ese no es el único premio de Steffi Graf, la tenista alemana más importante de la historia, cuya rivalidad con Monica Seles conquistó a la afición durante los años 90. Graf celebra en 2021 dos décadas de matrimonio celestial con André Agassi, tenista prodigioso y, en su momento, hasta peligroso. Su vida fue un caos total hasta que se enamoró, más bien se obsesionó, con Graf. Y todo cambió.

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Entre los dos suman 30 títulos del Gram Slam, dos hijos (uno de ellos, el veinteañero Jaden, ya una pequeña estrella del beisbol) y una fortuna valorada en más de 200 millones de dólares. André y Steffi viven en una mansión gigantesca de más de 830 metros cuadrados en Las Vegas, en la misma urbanización en la que residen Céline Dion, David Copperfied y Carlos Santana. Y su vida es así de plácida desde el minuto cero: ella dejó al piloto de carreras Michael Bartels, con el que mantuvo una relación sentimental de 1992 a 1999, por Agassi. El tenista se lo tuvo que ganar: su obsesión con la campeona alemana comenzó antes de que coincidieran por primera vez en Wimbledon y no tuvo premio hasta 1999. Fueron siete años de paciente y sostenida ‘persecución’.

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La historia es ya mítica: André Agassi y Steffi Graf ganaron Wimbledom en 1992 y el protocolo ordenaba que los ganadores abrían el baile de gala que celebraba el final del torneo. Él ya se había fijado en la alemana e incluso le había enviado algún mensaje, pero no había obtenido respuesta. En su imperdible autobiografía ‘Open. Mi historia’, André Agassi contó que se compró un esmoquin para estar a la altura de Graf la gran noche del baile, pero que ella convenció a la organización para no participar: gran decepción. Al menos, Agassi logró que se la presentaran oficialmente y para la historia queda su primer posado, él con su controvertida peluca y ella, con un vestido de seda blanco.

«Yo me enamoré de ella desde que la vi concediendo una entrevista en la televisión francesa», contó André Agassi en su autobiografía. «Me impactó, me deslumbró su gracia discreta, su belleza natural. Era como si su aspecto, de algún modo, mostrara que olía bien. Y, además, que era buena, una persona intrínseca, esencialmente buena, llena de rectitud moral y de una clase de dignidad que hoy ya no existe».

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Agassi no era exactamente un buen partido por aquel entonces. Como luego supimos gracias a su impresionante autobiografía, su relación con las drogas empezó en su niñez: su padre le daba pastillas de cafeína para que no se cansara de entrenar. En la adolescencia empezó con las anfetaminas y en la edad adulta, con la metanfetamina. En ‘Open. Mi historia’ (2009), confesó que durante años jugó con peluca y le aterraba más perderla en la pista que perder los partidos. Desde su debut en el tenis hizo valer su imagen gamberra y sus looks extravagantes (llegó a jugar con unas mallas rosas), y cuando comenzó a quedarse calvo se aterrorizó ante la perspectiva de perder a sus fans.

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Su relación con Brooke Shields duró de 1993 a 1999 (casados desde 1997) y fue definitivo. En la biografía del tenista Aunque estaba condenado al fracaso por las adicciones y los celos de él, ella fue la mujer que le hizo recuperar su autoestima y hasta le convenció para dar el paso de afeitarse la cabeza y presentarse al mundo sin peluca, cosa que hizo en el Open de Australia de 1995.

«Son tus ojos los que me resultan atractivos. Y tu corazón, no tu pelo», aseguraba la modelo y actriz. Antes de su boda, Shields pegó en la nevera una foto de Steffi Graf de lo muchísimo que admiraba sus piernas. Le parecía la mujer perfecta por su cuerpo laboriosamente esculpido. El destino ya estaba haciendo de las suyas.

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Tras divorciarse de Shields, Agassi fue decididamente a por Steffi Graf. Le escribió una nota pidiéndole una cita después de compartir unos entrenamientos. La nota decía lo siguiente: «No quiero malentendidos… Estoy seguro de que has oído que Brooke y yo hemos roto. Creo que eres preciosa y fascinante y tengo un tremendo respeto por lo que parecen ser tus pilares en la vida. ¿Podemos comer, cenar, tomar un café, dar un paseo? No me importa. Solo quiero conocerte mejor».

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André Agassi estaba, de nuevo, en racha: había resurgido de sus cenizas para convertirse en el único jugador de la historia que ha ganado los siete títulos más prestigiosos en el tenis individual masculino: los cuatro Grand Slam, la Copa Masters, la medalla de oro olímpica y la Copa Davis. Steffi Graf decidió retirarse a los tres meses de comenzar su relación con Agassi.

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En esos primeros meses de relación, Agassi tuvo que confesarle a Steffi Graf las dos grandes verdades ocultas de su vida. Fue en París cuando le confesó su historia con las drogas. «Quería que supiera de mí», escribió el tenista en ‘Open’. «Mientra hablaba, veía cómo su semblante se iba poniendo cada vez más triste, pero no me juzgó. Sus sentimientos me demostraron que se preocupaba por mí y se preguntaba cómo había sido mi vida para acabar tomando tantas malas decisiones». Su segunda confesión les unió para siempre: «Odio el tenis», dijo él. «Quién no», le contestó ella.

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