El 7 de junio de 1968, Txabi Etxebarrieta cruzaba ‘la línea invisible’ como autor del primero de los 854 asesinatos de ETA, el del guardia civil gallego José Antonio Pardines, en un simple control de tráfico en Guipúzcoa. Horas después, el joven, que viajaba con un compañero, Iñaki Sarasketa, era abatido en un tiroteo con los agentes, mientras este escapaba. El 2 de agosto, en represalia, el grupo asesinaba al inspector de la policía política Melitón Manzanas, su perseguidor, lo que se considera el primer atentado planificado de ETA, que abandonaba así la lucha social para pasar a la acción militar.
La serie de seis capítulos, que estrena Movistar+ el miércoles 8, con Àlex Monner, Antonio de la Torre, Anna Castillo, Patrick Criado, Joan Amargós, Asier Exeandia y Enric Auquer, entre otros, aborda la primera parte de la historia que desencadenó un estado de violencia y dolor de casi cinco décadas.
El director, Mariano Barroso, que repite con la plataforma tras El día de mañana, explora así los inicios poco conocidos de la organización: “Hemos tenido mucha información del conflicto armado durante años. Y buscábamos algo de luz en una pesadilla que comenzó como un sueño”.
Durante siete meses, el director se instaló en el País Vasco para unirse a los guionistas, Michel Gaztambide y Alejandro Hernández: “En los círculos más cercanos de los protagonistas había ganas de hablar, pero también resistencia a abrir la herida y a vencer los prejuicios hacia el otro lado”.
Hechos reales
No buscan verdugos ni víctimas: “El oficio del cineasta no es ensalzar a unos u otros. Esta es una obra construida a partir de hechos reales y cualquier versión es subjetiva. La nuestra no coloca en primer término la situación política y social, sino a las personas y sus contradicciones”. Había una razón: “Descubrir la raíz del mal; indagar en cómo alguien se siente legitimadopara torturar o matar”.
Aquella organización independentista ‘cruzó la línea’ cuando “las ideas se impusieron a las emociones – dice Barroso–. La mente sin mando es destructiva, en cambio, los sentimientos nos hacen vulnerables y nos unen. Gandhi decía que por una causa uno puede estar dispuesto a morir, pero nunca a matar”.
¿Podría haberse evitado? “Como en toda tragedia, el destino jugó su baza. Pero hubiera bastado con que los personajes se hubiesen acercado”. El relato descubre grandes paradojas: “Manzanas, el torturador, era euskaldun, mientras Etxebarrieta, un poeta de la identidad nacional, no entendía una palabra de euskera. El germen de todo siempre está en el individuo”.
En el lugar exacto
Como la credibilidad de los actores –Álex Monner tiene raíces vascas–, los escenarios y la ambientación juegan un papel fundamental: “El País Vasco reúne los dos elementos que dificultan un rodaje: las localizaciones, auténticas pero selváticas, y un clima incontrolable”.
Durante 16 semanas grabaron en los mismos lugares donde ocurrieron lo hechos. “Casi todo el equipo era vasco y me impresionó cómo lloraban en las escenas más duras, aun siendo ficción”, añade Barroso.
La historia precede a Patria (HBO), basada en la obra de Fernando Aramburu sobre 40 años en la vida de Euskadi bajo la lacra del terrorismo, y que ha sido aplazada por la crisis sanitaria. Barroso recurre otra vez a las casualidades: “Quizá toca hablar de ETA. Primero durante la dictadura y después por l a tiranía del otro bando, cuando el dolor y la ira se imponían a la razón. En la ficción ha habido un salto en el tiempo, aunque el tema sí se ha seguido abordando en la literatura”.
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