El laborismo británico se enfrentaba estos días de confinamiento a la peor pesadilla posible: elegir al sucesor o la sucesora de Jeremy Corbyn en su peor momento en un siglo, con la pandemia robando todos los titulares y la difícil tarea de que, en la Inglaterra post Brexit, alguien diese un penique hoy por la maltrecha oposición. Y, sin embargo, hoy todos los titulares han recuperado una vieja idea: que Keir Starmer, elegido con un 56% de los votos, es el hombre que mejor publicidad podía hacerle al Partido Laborista. ¿Por su extensa trayectoria como abogado especializado en derechos humanos y buenas causas? ¡No! Por los rumores que flotan desde hace décadas de que su atractiva figura fue la base para Mark Darcy, el amor verdadero de Bridget Jones.
Los argumentos a favor de la idea eran bastantes. El primero es obvio: tanto Starmer como Darcy son abogados de derechos humanos, residentes en Londres, respetados, guapos y elegantes… La versión más aceptable y moderna del Darcy original, el de Jane Austen. Que Helen Fielding, la creadora del personaje, se moviese en el mismo estrato social que Starmer, tampoco dañaba el primer argumento. Y menos aún que ambos estudiasen al mismo tiempo en la ciudad universitaria de Leeds,
El último argumento, más superficial, es visible en la foto que abre este artículo: el lenguaje corporal y la planta de Starmer, incluso hoy, recuerda muchísimo a la versión del personaje que compuso Colin Firth en la adaptación al cine. Este extremo es el clavo ardiendo de los defensores de la teoría: nunca ha sido desmentido que Firth se inspirase en Starmer (que en aquellos años era bastante famoso por ese combo de abogado cañón con corazón de oro).
Sin embargo, en The Guardian, la escritora Zoe Wiliams (que durante un tiempo tuvo su propia columna bridgetjonesca, pero protagonizada por ella misma) hace tiempo que desmontó una de las posibilidades. Según ella, consultó con un amigo común de la escritora original, y la respuesta de ella fue implacable: "No". Sin embargo, eso sólo se aplica a su creación original, y sigue siendo una fuente de segunda mano, así que no hay por qué abandonar la idea. La prensa británica, al menos, no lo ha hecho. Y el laborismo, que estaba completamente ausente del imaginario público, al menos tiene un nuevo referente al que agarrarse para olvidar el desastre de Corbyn.
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