En la sombra es una serie francesa de 2016 que ahonda en la figura de los spin doctors, asesores políticos que controlan el poder y el relato, sobre todo el mediático. Es más realista que El Ala Oeste de la Casa Blanca y más descorazonadora que The Thick of It o Yes, Primer Minister, hechas en clave de humor, una forma más evolucionada de tratar al votante-espectador.
También es la que más se parece a lo que se aprecia, al menos desde fuera y desde lejos pues no dejan acercarse demasiado, al caso de Iván Redondo. Los primeros méritos de este asesor fueron ayudar a Pedro Sánchez a ganarle las primarias a Susana Díaz y luego organizar la moción de censura con la que derribaron a Mariano Rajoy. Pero, ¿cuáles han sido los éxitos y fracasos de este vasco de 40 años con Sánchez ya presidente?
ÉXITOS
1. Ganar peso político:
Ocurrió nada más formarse el Gobierno de coalición con Unidas-Podemos en enero de 2020. Redondo logró incorporar la secretaría de Estado de Comunicación y a él mismo en el gabinete de la presidencia. De esa manera, concentró en su persona la dirección de todos los departamentos que asisten a Sánchez: asuntos nacionales, institucionales, internacionales, comunicación con los ciudadanos, la secretaría general de Presidencia, la Oficina Económica del presidente y el Departamento de Seguridad Nacional. Por si fuera poco, se creó un cargo a medida para él equivalente a un ministerio, pero sin responsabilidad política ni cartera: la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia de País a Largo Plazo, con la que querían pensar en planes a 30 años vista. Una oficina pensada para el futuro que la pandemia se encargó de vaciar de contenido, al ser esta una etapa en la que los acontecimientos obligan a improvisar y cambiar de rumbo constantemente.
2. Enseñar a Sánchez la necesidad de ‘amar’ por conveniencia:
Empezando por el pacto con Unidas-Podemos; siguiendo con la mejora –al menos aparente– de la relación con Pablo Iglesias y pasando por el acercamiento –interesado– a Inés Arrimadas o los independentistas. Cambiar de bando o de color es un modus operandi habitual de los asesores como Redondo, que ofrecen sus servicios a clientes diversos. Por eso, antes de aterrizar en el equipo de Sánchez lo hizo en el de Xavier García-Albiol o en el de Antonio Monago, ambos del PP. Esa flexibilidad, menos normal o peor vista en política, ha sabido transmitírsela a su actual cliente, que ya había mostrado habilidad para cambiar de alianzas y de enemigos pero que con Redondo ha perfeccionado una pericia que algunos llamarían sentido de Estado y otros, cinismo.
3. Mantener el misterio:
En la serie francesa, el asesor senior riñe al junior cuando éste se deja ver en una foto con unos de sus clientes. "Has roto la primera norma", le grita. Y algo así no le pasaría a Redondo, que cuando sale en la foto es porque quiere y le conviene a él o a su jefe. No da entrevistas y los perfiles sobre él publicados lo rodean tan de lejos que no logran enfocarlo. O tienen información cercana pero tan de parte, que lo que se publica descubre pocas cosas y sólo beneficia a sus propios intereses. En un trabajo como el suyo, además, el misterio de hoy es discreción mañana, un valor que podrá ofrecer a sus próximos clientes, pues si algo queda claro en En la sombra y en la historia de los spin doctors es que ninguno se jubila sirviendo al mismo jefe ni a la misma causa.
4. Asumir culpas y responsabilidades políticas:
Que la prensa y los analistas lo señalen como artífice de medidas –Presupuestos Generales, pacto con Unidas-Podemos, etc– que son responsabilidad de los políticos es un alivio y un descargo para quienes le pagan. Al cargar en sus espaldas ciertas culpas –a las que además no tiene obligación de responder– consigue desviar hacia su persona una emoción que es veneno para un líder: el rechazo. "Miedo, rechazo y esperanza", enumeró el experto cuando lo invitaron a unos talleres organizados por el PSOE hace tres años. Así resumía las emociones con las que hay que trabajar en periodo electoral. Y él sabe mejor que nadie que vivimos hace años en una campaña constante.
FRACASOS
1. Las gafas de sol del presidente:
Ese hit tuitero se le atribuye a Miguel Ángel Oliver, jefe de comunicación del Gobierno y segundo de Redondo aunque según cuentan periodistas que cubren Moncloa, el ex presentador de Cuatro no da un paso sin la aprobación del spin doctor.La foto del presidente con gafas de sol viajando en el Falcon fue trending topic y si todo en política fuera comunicación, sería un éxito sin peros. Pero más allá de la sobreactuación, aquella foto sirvió para que se recuerde más el uso y abuso del Falcon que lo bien que le quedaban las gafas al presidente. Quizá sea un desajuste producido por aplicar en nuestro sistema trucos y medidas observados en otro tan distinto como el estadounidense. No hay más que ver que todas las referencias y ejemplos que pone Redondo versan siempre sobre elecciones de presidentes y gurús de la comunicación política de ese país.
2. No le devolvió el sueño a Sánchez:
Y lo intentó. Redondo consiguió apartar del camino de Sánchez a Díaz y a Rajoy, pero no a Pablo Iglesias. Es sabido que la repetición de elecciones fue en gran medida idea de Redondo para intentar aumentar distancias con Podemos y no tener que pactar con ellos. "No podría dormir tranquilo", dijo entonces el socialista ante un posible pacto con los morados. Y Redondo hizo todo lo que pudo para que conciliara el sueño, se repitieron elecciones, pero no logró la distancia necesaria y tuvieron que pactar.
3. Trabajo extra:
Esa coalición le ha supuesto a Redondo y su equipo un esfuerzo extra como asesor y controlador del relato mediático, pues tiene que lidiar constantemente con las interferencias, las filtraciones y los mensajes cruzados que lanzan sus socios de Gobierno con compañeros socialistas. Sin ir más lejos, los que generan los enfrentamientos que tiene Iglesias con la ministra de Economía Nadia Calviño, con la de Defensa, Margarita Robles,y ahora también con el Seguridad Social, José Luis Escrivá.
4. Menos mando del que parece:
Una persona que trabajó con Redondo cuenta a Vanity Fair que no debe gustarle no imponer todos sus criterios. "Da la sensación de que manda él, pero eso es no conocer a Sánchez, que pide opiniones, pero tiene tan claras las suyas que es normal que quienes le asesoran adapten sus consejos para agradarle". Si es como dice, estaríamos ante una frustración más que ante un fracaso, pues un asesor no deja de ser un profesional que da sus servicios y sus consejos, pero es su cliente quien debe aplicarlos o no y hacerse cargo de sus consecuencias. Visto de esta manera, sin embargo, se entenderían las muchas consonancias que se aprecian entre Redondo y Sánchez: el pactar por conveniencia, la obsesión por imagen, cierta animadversión por la prensa…que llevarían a preguntarse si son filias y fobias del empleado o del empleador.
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