¡Estamos en campaña!

Murcia es zona de terremotos. La más sensible de España. Sin embargo, éste no lo detectó ningún sismógrafo. Pasó, como pasan las cosas que parecen intrascendentes y que resultan cruciales, por debajo de los radares. Fue un extraño efecto mariposa. Lo provocó un concejal de Ciudadanos en el Ayuntamiento, Mario Gómez, a quien nadie conocía y que en pocos días ha aparecido en todas las televisiones del país. Su lucha contra sus propios compañeros de gobierno terminó con una moción de censura que desencadenó otras cuatro, una convocatoria de elecciones en Madrid, la salida de Pablo Iglesias de la Moncloa y las lágrimas desconsoladas de Inés Arrimadas, en la intimidad de su casa, fuera de foco y azuzadas por el frío que da sentir el agua ya por las rodillas.

Mario Gómez piensa que lo que ha vivido da para hacer una serie en Netflix, porque hoy ya nadie cree, como antes, que su vida es de película, sino de serie. Todo lo que está sucediendo desde la semana pasada es digno de haberse guionizado. Sólo así se comprendería el caos desatado en Madrid por ese efecto mariposa en Murcia. Sólo así cuadraría que a un diputado tránsfuga le nombren consejero de Transparencia y a otra con pánico a hablar en público le hagan portavoz. Puestos a reírnos de todo, hagámoslo enseñando bien los dientes.

Pero ya puestos, también, a guionizar, cambiemos el final. Hagamos de esta historia una épica y romántica. Pablo Iglesias e Isabel Díaz Ayuso nacieron el mismo día, un 17 de octubre de 1978, y se conocen desde hace años, cuando coincidían en algunos programas de televisión. ¿Y si del odio ahora surgiera el amor, que habitan en la misma sección del corazón y las entrañas? ¿Y si juntos, desbocados por la pasión, terminaran fundando un nuevo partido, uno de desencantados, de dogmáticos cansados de tanta intensidad, de descarriados y de exiliados? Con Toni Cantó, por ejemplo, que así nos evitaría volver al cine. Con Cayetana. Con Puigdemont, también. Si quieren pueden unirse Rivera y Aznar. E incluso Felipe. O Monedero. Un partido que fuera como ese maravilloso final de Big Fish en el que se juntan todos los que fueron y parecía que no eran. Todo es imposible mientras lo parece. Pero a estas alturas de año y de pandemia ya cualquier cosa es posible. Sólo tiene que escribirlo alguien.

David López Canales es periodista freelance colaborador de Vanity Fair y autor del libro ‘El traficante’. Puedes seguir sus historias en su Instagram y en su Twitter.

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