Este domingo, Margarita Robles comparecía junto a los ministros de Sanidad, Interior y Transportes para explicar a los ciudadanos las medidas excepcionales que conlleva el estado de Alarma en el que estamos para superar la crisis del coronavirus en nuestro país. La ministra de Defensa es junto a Salvador Illa, Fernando Grande-Marlaska y José Luis Ábalos, uno de los cuatro mandos únicos establecidos por Pedro Sánchez bajo cuya dependencia estarán el resto de autoridades de todas las administraciones.
Margarita Robles ha demostrado en numerosas ocasiones que los techos de cristal están para romperlos. Nacida el 10 de noviembre de 1956 en León, se educó en el colegio de las Teresianas de la ciudad castellanoleonesa. Su abuelo materno, Manuel Fernández, era mozo de maletas en la estación del Norte de Oviedo, ciudad en la que también nació su madre, Margarita. Ella no le llegó a conocer, pero su madre siempre le contó que “era una institución en Oviedo, hablaba con todos y en la Revolución del 34 y la Guerra Civil sirvió de puente entre unos y otros", explicaba en La Nueva España.
Su padre, Salvador, era abogado nacido en Mansilla de las Mulas (León) y soñaba con que su hija mayor fuera notaria o registradora de la propiedad. Sus padres se conocieron veraneando en Sahagún de Campos y al casarse se instalaron en León. Ellos han sido sus grandes referentes en la vida. Margarita y su hermano pequeño, que hoy es médico, vivieron una infancia feliz. Exigente y responsable desde muy niña, ella prefería irse a casa a hacer los deberes al salir del colegio, mientras que su hermano se quedaba jugando en la calle con los amigos.
De León a Barcelona
Con 11 años, su padre se marchó a Barcelona por trabajo y un año más tarde le acompañaría el resto de la familia. Cuenta que de León siempre recuerda el frío de los inviernos. En la Ciudad Condal vivieron en una zona acomodada junto al paseo de la Bonanova y allí aprendió catalán rápidamente. Los primeros meses no fueron fáciles porque echaba de menos el ambiente cercano en el que todo el mundo se conoce de León, pero el mar fue el gran impulso y una de las razones que hizo a Margarita amar su nuevo hogar.
Aunque en un principio pensó en estudiar Medicina, para poder hacer algo por los demás, finalmente se decidió, como su padre, por Derecho, carrera que llevó a cabo en la Universidad Central de Barcelona. En el año 81, con apenas 25 años, Margarita aprueba como número uno de su promoción las oposiciones y se convierte en la cuarta jueza de España. La hoy ministra suele contar, ya como anécdota, que un conocido forense solía regalar un libro al número uno de cada promoción y a ella le regaló Mujeres españolas, de Salvador de Madariaga, y en su primera página le recordaba en una dedicatoria que lo importante para ella sería ser buena esposa y madre. Al segundo de la promoción le regaló El Quijote.
Primera mujer en muchos cargos
Un año después comenzó como jueza en Balaguer (Lérida) y más tarde pasó a San Feliú de Llobregat y luego a Bilbao. En su primer destino, el Jefe de la Comandancia de la Guardia Civil, nada más conocerla, le preguntó que cuándo llegaría su marido. De 1991 a 1993, con 34 años, fue presidenta de la Audiencia Provincial de Barcelona, siendo la primera mujer en llegar al cargo. Volviendo a su intención de romper los famosos techos de cristal, fue una de las primeras magistradas del Tribunal Supremo, la primera presidenta de una sala de la Audiencia Nacional (la de lo Contencioso-Administrativo, de 1996 a 2004) y la primera vocal del Consejo General del Poder Judicial (de 2008 a 2013). Casi nada.
El primer parón en su carrera judicial lo hizo en 1994 cuando Juan Alberto Belloch, entonces ministro de Interior y Justicia de Felipe González, la fichaba como secretaria de Estado de Interior tras el abandono de Baltasar Garzón. Vivió una de las épocas más duras de la banda terrorista ETA. En esa etapa (dos años) se enfrentó a la fuga de Roldán y al caso Lasa y Zabala, algo que Robles, dicen, “se empeñó” en investigar hasta conseguir una condena para los responsables.
El segundo llegaría veinte años más tarde, cuando Pedro Sánchez le pedía que dejara su plaza en el Supremo para acompañarle en las elecciones generales como número 2 por Madrid. Además, la nombraba portavoz en el Congreso. Margarita nunca ha sido militante socialista. Un día después de la toma de posesión como Presidente del Gobierno de Pedro Sánchez, el 6 de junio de 2018, Margarita Robles se convertía en Ministra de Defensa, la tercera mujer en ocupar este cargo tras la fallecida Carme Chacón y María Dolores de Cospedal.
Viajes a Candás y paseos con Luna
Le gusta llevar una vida saludable. Antes acudía al gimnasio dos o tres veces por semana y es una apasionada de la alimentación saludable, las verduras, el pescado y la fruta. Cuentan su colaboradores que no come demasiado. Eso sí, le encanta salir a cenar con sus amigos pero sin beber alcohol. Con un gran sentido del humor, asegura que le gusta practicar risoterapia para sobrellevar los duros momentos que conlleva en muchas ocasiones su trabajo. Eso sí, también se declara algo hipocondríaca, sobre todo desde que vivió cómo su madre sufría padeciendo Alzheimer durante cinco años. Cuenta que esa situación personal le enseñó a relativizar mucho los pequeños problemas del día a día.
Lectora empedernida de novelas, una de sus grandes amigas es la escritora Julia Navarro, a la que ha acompañado en las presentaciones de todos sus libros. También ha leído parte de la obra de Santa Teresa, a la que dice admirar, ya que además, Margarita Robles es creyente. Su mejor momento del día es cuando llega a casa y saca a pasear a su perrita Luna, una yorkshire toy que es, sin duda, su gran compañera de vida.
Soltera y sin hijos
Extremadamente discreta con su vida privada, Margarita Robles está soltera y no tiene hijos. Ella misma asegura que ha heredado la austeridad de los leoneses, la visión mediterránea de los catalanes y la apertura vital de los asturianos. De hecho, Asturias es uno de sus remansos de paz y es a su casa de Candás a la que se escapa cuando sus obligaciones se lo permiten.
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