El fin del enigma Melania

Su rictus serio e impenetrable solo es parte de su carácter esloveno, pero en las distancias cortas es “cercana y amable” y cuando se comunica con su staff utiliza tantos emojis como el resto de los mortales. Eso sí, hay pocas cosas capaces de penetrar la hermética barrera que separa a Melania Trump del resto mundo. “No le importa nada lo que la gente piense de ella”, escribe Kate Bennet en Free, Melania: The Unauthorized Biography, la biografía no autorizada que acaba de publicarse en Estados Unidos. Bennet quizá sea la periodista que mejor la conoce, después de cubrir toda la información relativa a la primera dama para la CNN. Y no es un trabajo fácil. Tres años después de llegar a Washington, Melania Trump sigue siendo una de las primeras damas más misteriosas y reticentes de la historia, y eso también tiene un precio. Las teorías sobre ella abundan. Los errores de percepción, también. Pero estereotipos como el de la mujer florero o la rehén atrapada en una jaula contrastan con una realidad más simple: que Melania “hace lo que quiere en cada momento”, según afirma Bennet en su biografía.

Lenguaje de signos

A menudo, su críptica forma de expresar opiniones o mandar mensajes al mundo es a través de su fondo de armario. “Tengo la teoría de que, cuando los Trump no están a buenas entre ellos, Melania usa ropa de hombre. Es sabido que al presidente le gustan las mujeres con vestidos ajustados, cortos, femeninos y ultrasensuales”. Esos ajustes de cuentas con su marido se han traducido, según la autora, en momentos fashionistas estelares, como cuando escogió un traje de chaqueta blanco para asistir al discurso del Estado de la Unión en 2018, mientras el caso Stormy Daniels —la actriz porno que sostuvo haber tenido una relación sexual con el presidente en 2006— ocupaba todos los titulares de prensa.

Aunque se sabe que ella y el presidente duermen en habitaciones separadas, Bennet revela algunos detalles nuevos: mientras él lo hace en la habitación principal del segundo piso, ella ocupa el tercero, donde además de un dormitorio (el que antes utilizaba la madre de Michelle Obama) tiene una “sala de glamour” y un pequeño gimnasio con una máquina para practicar pilates. Su vida cotidiana entre esas ilustres paredes es más bien mundana. “Ser primera dama es para ella como un trabajo a media jornada”. El otro es “crear un hogar” para Barron, su hijo de 13 años.

Pero, sin duda, el aporte más interesante del libro es que logra enterrar un puñado de mitos sobre ella. El primero: que nunca quiso que su marido aspirara a la Presidencia de EE.UU. “Es mentira. Le empujó a presentarse, en parte porque creía que ganaría y haría un buen trabajo, pero también porque estaba cansada, muy cansada, de escucharle hablar del tema”, escribe Bennet. Siguiente: Melania no pinta nada, políticamente hablando, dentro de la Casa Blanca. Otro error de percepción. Y de los gordos. Su influencia, según la periodista, es mucho más grande de lo que se cree. De hecho, “puede que sea la persona con más poder e influencia sobre el presidente de toda la Casa Blanca”. Algo que no debería sorprender, tratándose de marido y mujer, pero que cuesta creer dada la particular relación entre ambos. “Melania nunca ha necesitado realmente a nadie —escribe la periodista—. Compañía, romanticismo, amor… Ninguna de estas cosas ha estado jamás en lo más alto de su lista de prioridades”, sostiene.

Campaña a la vista

Trump, por boca de su portavoz, ha respondido a la publicación del libro con un comunicado en tono airado: “Nuestra oficina colaboró de buena fe con Kate […] tristemente, incluye detalles y opiniones falsas, dejando claro que habló con personas que no conocen a la primera dama”. Dicha beligerancia tiene una explicación sencilla: 2020 será un año decisivo para los Trump. El presidente se enfrenta a un impeachment o moción de censura de resultado incierto, aunque si el juicio político que tiene abierto –se le acusa formalmente de abuso de poder y obstrucción por la trama ucraniana– se salda a su favor, en noviembre llegará a las urnas con buenas perspectivas para su reelección.

El papel que jugará Melania en la campaña es todavía una incógnita. En 2016, la exmodelo tuvo un perfil bajo… y tenía sus razones. Su discurso en la Convención Republicana terminó en ridículo público cuando horas más tarde se supo que era un corta y pega de un discurso previo de Michelle Obama. Pero, a juzgar por los últimos seis meses, esta vez Melania podría tener una presencia más proactiva. Como destacaba recientemente el Washington Post, “sus apariciones públicas cada vez son más numerosas”. Y de hecho, fue ella la encargada de presentar a su marido en el primer mitín de campaña. El año más intenso de Melania Trump no ha hecho más que empezar.

“Cordial, pero no cercana”

Así describe Bennet la relación entre Melania y su hijastra Ivanka Trump. Esta se habría deteriorado en los últimos cuatro años porque la primera dama considera que Ivanka ha tratado de “invadir” su espacio institucional. Sobre su hijo Barron, dice Bennet: “Creo que lo más importante que ha hecho Melania es que todos nos olvidemos de que hay un niño viviendo en la Casa Blanca”.

*Kate Bennett, autora de Free, Melania nos habla sobre el libro que ha causado revuelo en EE.UU. y ha merecido la reprobación del presidente. Por ANDREW BEAUJON.

En Free, Melania, la periodista de la CNN sostiene que la exmodelo no es ni una “mujer trofeo” sin personalidad ni un miembro secreto de la #Resistencia, ni, como afirma una popular teoría de la conspiración, la rehén de un secuestro. Melania es el substrato idoneo para una exploración antropológica. Y Bennett se acerca más que nadie, fuera del círculo íntimo de los Trump, a proponer una teoría unificada sobre la primera dama.

Mujerhoy ¿Quién es realmente Melania Tump?

Kate Bennet Algunos piensan que es una persona que se siente desgraciada, enfadada y atrapada en la Casa Blanca. Y hay otros que siempre pensarán que es cómplice de la situación y no quieren saber más sobre ella. En realidad, Melania nunca ha dejado de ser ella misma. A Michelle Obama la sentíamos cercana, como si pudiéramos salir con ella a tomar una copa o ir al gimnasio… Lo que también tenía algo de impostado. Creo Melania prefiere que la gente se sienta confundida o desconcertada por ella antes de que diseccionen cada palabra, emoción, sonrisa o apariencia. En todo caso, lo que no se puede hacer es subestimarla retratándola como una esposa florero. Para estar casada con Donald Trump durante 20 años, debes tener enormes habilidades de supervivencia.

M.H. Lo que nos lleva a su relación. ¿Cree que a ella le gusta él?

K.B. Cuando me preguntan esto, mi respuesta siempre sorprende a la gente: sí, le gusta. Hablan muchas veces a lo largo del día. Están constantemente al telefono.

M.H. Según un rumor bastante extendido, hay una casa en Potomac donde, supuestamente, Melania vive con sus padres y Barron.

K.B. Creo que es una leyenda urbana. Si existiera, algún medio de comunicación ya la habría encontrado.

Para estar casada con Trump 20 años, debes tener enormes habilidades de supervivencia”.

M.H. Ha convertido la lucha contra acoso escolar en su cruzada. ¿Qué le parece cuando dice que es “la persona más acosada del mundo”?

K.B. Creo que realmente se lo cree.

M.H. Pero eso es… de locos.

K.B. Bueno, hay que recordar que ella también es una Trump. Vive en esa burbuja del “nos atacan constantemente”. A veces se equivoca a lo grande. Pero he estado con ella cuando iba a ver a los niños migrantes detenidos y, realmente, se agacha para abrazarlos y jugar con ellos.

M.H. Y así llegamos a la cuestión de la complicidad. Porque esos niños están enjaulados debido a las decisiones de su marido.

K.B. Lo peor del escándalo desatado por la chaqueta que llevó [con el lema “Realmente no me importa ¿y a tí?”], una decisión terrible que será parte de su legado, fue que, de alguna manera, negó el ímpetu que tuvo para hacer aquel viaje, que partía de un sentimiento honesto. El presidente no quería que ella fuera. Lo último que su Administración quería eran más videos y más noticias sobre aquella política de tolerancia cero con los migrantes. Y ella quería verlo con sus ojos. No quiso dar un paso atrás y decir: “No pasada nada. Todo está bien”. Como digo en el libro, ella está más políticamente alineada con él de lo que la gente piensa.

M.H. Entonces, ¿no es una rehén?

K.B. [Risas] No. Esta es otra cosa que sorprende mucho a la gente: a ella realmente le encanta vivir en la Casa Blanca. No creo que hubiera elegido convertirse en primera dama, pero ahora que está allí…

M.H. Cuenta que ella y su marido nunca usan la palabra “amor” para referirse el uno al otro.

K.B. La gente me dice: “¿Cómo puede estar con él?”. Bueno, a lo mejor el momento de marcharse hubiera sido cuando él hizo aquella broma sobre que si la atropellaba un camión, pero el accidente no le afectaba a las tetas, se quedaría con ella. Pero aquí estamos, casi 20 años más tarde. Ser primera dama debe ser horrible en tantos aspectos que casi admiro la forma en la que ella decide no cogerle de la mano.

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