El dilema de Ivanka Trump: ¿Por qué la polémica durante crisis del coronavirus deja en el aire su futuro?

Desde su casa en el barrio de Kalorama (Washington), Ivanka Trump concedió en marzo una entrevista al canal de noticias Yahoo Finance. Perfectamente peinada y maquillada, habló de los rigores del confinamiento y de las dificultades para teletrabajar con tres niños pequeños, pero también de un par de hobbies recién adquiridos. “He hecho un curso gratis de mitología on line y estoy releyendo La Odisea. Y estoy aprendiendo a tocar la guitarra”. Después, pronunció una frase de la que Twitter sacó petroleo por su falta de contacto con la realidad. “Lo estoy viviendo como cualquier otra madre del país”. Pero Ivanka, claro, no es cualquiera y lo demostró unos días más tarde: tras animar a sus conciudadanos a quedarse en casa por responsabilidad, ella y su familia hicieron las maletas y viajaron al club de golf de su padre en Nueva Jersey. “El mensaje es que las reglas son importantes y todos deben seguirlas, a menos, por supuesto, que seas un Trump”, censuraba en CNN el analista político Chris Cilliza.

Tras pedir a los ciudadanos que se quedaran en casa, Ivanka se fuede viaje con su familia. Es una Trump: las reglas no se le aplican.

Inmune a la polémica, Ivanka regresó a la Casa Blanca el 28 de abril vistiendo un mono de seda de 3.000 dólares y presumiendo, junto a su padre, de haber creado 15 millones de empleos, mientras los fact-checkers de los grandes medios ponían en cuarentena sus presuntos milagros económicos. De nuevo, Ivanka demostraba que las reglas no se le aplican. No era la primera vez. Ni será la última.

En junio de 2019, en la cumbre del G20 celebrada en Osaka, los primeros ministros Theresa May, Justin Trudeau, Emmanuel Macron y la presidenta del FMI Christine Lagarde hablaban en un corrillo. Entre las miradas frías de sus interlocutores, Ivanka trataba de participar en la conversación con mucho entusiasmo y muy poco acierto. El momento se convirtió en una fábrica de memes y hashtags como #UnwantedIvanka. Pero el fondo de la cuestión no era broma. Según varios analistas, su actitud ponía en entredicho la credibilidad de la diplomacia norteamericana. Las declaraciones de un diplomático indio fueron virales: “Tratamos a Ivanka Trump como a esos tontos príncipes saudíes. Sabemos que halagarlos beneficia a nuestro interés nacional”. Efectivamente, su ilimitada influencia sobre el hombre más poderoso del planeta la ha convertido en diplomática sin credenciales, pero también en una de las mujeres con más poder del mundo (la nº 42, según Forbes).

En cuanto Trump se instaló en el Despacho Oval, su hija y su marido, Jared Kushner, se trasladaron a Washington para convertirse en asesores especiales del presidente. La pareja sorteó las leyes antinepotismo –porque sus cargos carecían de capacidad ejecutiva y de salario– y, como Melania tardó meses en mudarse a la Casa Blanca, muchos pensaron que Ivanka pretendía convertirse en una especie de primera dama de facto. Pero el tiempo ha puesto todo en su sitio. Más proactiva que al principio, Melania ha asumido su papel, aunque, según el libro Free Melania de la periodista Kate Bennet, la relación entre ellas no pasa de “cordial” y se ha deteriorado mucho.

Oficialmente, el trabajo de Ivanka se centra en el empleo y el empoderamiento femenino. Jared, antes inversor inmobiliario y dueño de un periódico, se hizo cargo del conflicto en Oriente Medio por petición de su suegro y pese a no tener más credenciales que ser de familia judía ortodoxa. “Jared e Ivanka son los príncipes de América. Su rápido ascenso a un nivel de poder extraordinario no tiene precedentes y es peligroso”, escribía la periodista Vicky Ward en su libro Kushner Inc.

Pero su sumisión a las controvertidas posturas del presidente decepcionó a muchos. “Cuando apoyaron todas las políticas de Trump, el círculo neoyorquino y demócrata que les rodeaba se sintió traicionado”, explica la periodista Andrea Bernstein, autora del libro American Oligarchs. Muchos confiaban en que fueran una fuerza moderadora para Trump; pero Trump abandonó el Acuerdo de París, algo que los Kushner trataron de evitar sin éxito. Lo mismo pasó con el veto migratorio o la exclusión de los soldados transgénero, entre otros asuntos. Y tiene su explicación: “Por un lado, ambos vienen de familias en las que la lealtad está por encima de todo. Por otro, creo que se interpretó mal dónde estaban políticamente. Ivanka fue muy crítica con Obama y hacía grandes donaciones al partido republicano”, dice Bernstein.

En abril de 2019, Elaina Plott publicó en The Atlantic un reportaje sobre Ivanka. Habló con más de 100 fuentes, desveló algunos detalles curiosos (se levanta a las 5.30, desayuna fruta y queso fresco, su marido la llama “Ivanks”) y logró hablar sobre ella con el presidente. Él le confesó que, aunque habría sido una perfecta embajadora ante la ONU, no la propuso para evitar acusaciones “infundadas” de nepotismo. “También pensé en ella para el Banco Mundial. Es muy buena con los números. Si decide aspirar a la Presidencia, creo que sería muy difícil de batir”, remató.

Y han corrido rumores al respecto: “Cree que algún día será presidenta; piensa que tras los Kennedy y los Bush, es el turno de los Trump”, le dijo Gary Cohn, exasesor económico del presidente, a la periodista Vicky Ward. Pero han perdido intensidad. En diciembre, ella misma lo ponía en duda: “Mi prioridad son mis hijos”, decía sobre su continuidad tras las elecciones. “No sabemos cuáles son sus planes, pero actúa como alguien que quiere preservar sus opciones para aspirar a la Casa Blanca. Sus mensajes públicos son positivos, disciplinados y consistentes”, dice Bernstein. Si lo intenta, la periodista cree que estos tres años podrían pasarle factura. “Su relación con la verdad es similar a la de su padre, que usa las mentiras para crear la realidad, como una forma de exhibir su poder. Ivanka ha mentido muchas veces sobre asuntos relacionados con la Casa Blanca. Si decidiera presentarse, eso podría traerle problemas”.

Don JR. el competidor inesperado

Adorado entre los fans del presidente, ágil en el discurso populista y habilidoso para recaudar fondos, el hermano mayor de Ivanka, Don Jr., es toda una revelación política en las filas conservadoras. Aburrido de gestionar el imperio familiar, hace meses que tiene en nómina a un estratega político y muchos analistas consideran que podría ser el elegido para continuar con la extravagante saga familiar. En ese caso, Ivanka tendría que reinventarse o volver a su vida anterior, algo que quizá no sea muy factible. “El nivel de trauma entre sus examigos es tal que le será difícil volver a integrarse en su antigua vida”, explica Bernstein. Ahora más que nunca el futuro de Ivanka Trump es una incógnita.

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