Nada más nacer, sus padres se llevaron a Charlotte Tilbury de Londres a Ibiza. En la isla balear vivió hasta los 13 años y a ella regresa cada verano a la casa familiar. Ha dicho en alguna ocasión que es su rincón favorito del mundo. Hija de padres artistas, partícipes de la bohemia y la creatividad de la Ibiza de los setenta, había recibido las influencias -su madre ha sido una de sus grandes referencias-, tenía el talento y había reunido los mimbres necesarios para que un encuentro con May Greenwell, la maquilladora de Diana de Gales, le cambiara la vida. Amiga de la familia, veraneaba en Ibiza cuando vio que la pequeña Tilbury tenía potencial y la animó a formarse en la prestigiosa Glauca Rossi Makeup School de Londres antes de ser su asistente.
El resto de la historia es más o menos conocida. A Greenwell se le atribuyen, entre otras cosas, haber eliminado el tono azulado de los ojos de la princesa Diana; a Tilbury, ‘firmar’ los ojos negros de buena parte de las estrellas del mundo y darles ese toque felino que tanto le gusta inspirado en los iconos de los años cincuenta, sesenta y setenta.
Ha maquillado a Nicole Kidman, a Jennifer Lopez, a Kim Kardashian, a Amal Clooney para su boda con George Clooney y a Kate Moss, una de sus mejores amigas, en múltiples ocasiones. Ha trabajado para las grandes firmas de moda y las cabeceras más destacadas del mundo. Todo esto, sin mencionar a todas las celebridades (y las que no lo son) que han confesado que no salen de casi sin los productos de su firma homónima creada hace seis años que, por cierto, acaba de comprar el grupo Puig, la emblemática empresa familiar de moda y fragancias con sede en Barcelona. Tilbury ejercerá de chairman, president y chief creative officer tras una unión a través de la que confía en desarrollar “una marca icónica y perdurable”. El chariman y CEO de Puig, Marc Puig, por su parte, ha confesado estar "realmente entusiasmado" con la llegada de "Charlotte a nuestra familia" y con una adquisición que el grupo considera "clave en nuestro objetivo para desarrollar un sólido negocio de maquillaje y cuidado de la piel".
A Tilbury le avalan todos los éxitos en cerca de 30 años de una experiencia que comenzó de la forma más personal posible, cuando se dio cuenta del impacto que puede suponer un rostro bien maquillado y decidió que nadie la viera nunca sin maquillar. Y nadie es nadie. Por la noche, justo antes de irse a dormir, se desmaquilla y se hidrata la piel para, nada más levantarse, volver a pintarse y darle a sus ojos la importancia que merecen.
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