Es una cuestión de amor propio. De no dejarme arrastrar hacia el lado oscuro del pijama y la bata todo el día. También porque si tengo que entrar y salir para llevar al niño al colegio no tengo más remedio que vestirme correctamente, pero me he dado cuenta de que mi indumentaria ha evolucionado durante la pandemia: estoy a otro par de pantalones palazzo y otra camisa oversize de convertirme en una de mis antiguas jefas. Una que llevaba siempre ropa muy holgada, mucha sobrecamisa y cardigans, y que era el target perfecto de Comptoirs des Cotonniers y COS. Nada que objetar. Adoro ambas marcas, y al parecer ahora soy yo ese target. Hasta mi última obsesión es dar con los mocasines ideales. Yo, con mocasines… quién me ha visto y quién me ve.
Es una evolución lógica, un cambio que no me resulta traumático porque la cabeza me acompaña en ese sentido. No hay nada más triste que ver a alguien aferrarse a una manera de vivir, de salir, a una indumentaria, a un tiempo que ya pasó, a unos pantalones pitillo…
Lo hablaba ayer con un amigo del alma con el que poco hablo (en nuestros respectivos cumpleaños y poco más) sobre cómo con esto de la pandemia han empezado a aparecer personajes del pasado hasta de debajo de las piedras. Al parecer no es un fenómeno que me acontezca solo a mí, es sospechosamente común: con tanto tiempo para reflexionar sobre cómo ha sido su vida, hay quien quiere recuperar un trozo de ella (tú), pasando por alto detalles como haber sido un hijo de mil hienas contigo, y te llama o te intenta localizar por las redes. Da un poquito de pena y un muchito de pavor, porque suele ser gente que ni en su cabeza ni en su indumentaria ha evolucionado para nada. Como cuando vuelves a tu ciudad natal y te encuentras a tus amigos de juventud: sabes el que se ha quedado anclado en el pasado por cómo se sigue vistiendo.
Creo firmemente que la vida es una constante evolución, y no me refiero solo a la parte estética. Ya sea en la amistad, en el trabajo o en el amor y en el sexo, se trata de aprender y avanzar; de vivir el momento en el tiempo que transcurre; de quedarte con lo bueno, aprender de lo malo y seguir adelante. Hacerte tu propia “colección cápsula” con todo lo que te favorece y te aporta.
En lo que no creo es en volver a retomar relaciones pasadas (liarte con un ex es necrofilia, lo he repetido mil veces), en empeñarte en un tipo de persona que no te hace bien y que te quita el aire (como los pitillos de la 34, ¡ya no cabes ahí!), en querer recuperar un tiempo pasado (e idealizado) que solo existe ya en tu memoria.
Evolucionar, crecer. Y si ahora es el oversize donde antes ibas ajustada hasta que se vieran las costuras, pues bienvenido sea. Ya veremos en la siguiente etapa.
Pd (por cierto, admito sugerencias de mocasines bonitos)
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