Mi profesor de redacción periodística de primero de carrera dijo en una de sus clases que en este libro estaba todo. La frase no me impresionó. Quizá porque la novela de la que hablaba era Los Miserables, que formaba parte de la lista de lecturas del cuatrimestre y por lo tanto entraría en el examen. Recuerdo ojear sus más de mil páginas y pensar que dentro de semejante tocho habría seguro un relato tedioso escrito con frases largas y rimbombantes cuya lectura iba a costarme más de un mes. Días después, ese tocho había visitado vagones de metro, habitaciones varias de mi casa, bancos de los pasillos de la facultad, el suelo de los pasillos de la facultad, las mesas y sillas de la cafetería de la facultad. No podía dejar de leerlo. Y ahora que tenemos un poco más de tiempo, ahora que las historias sobre vida y oscuridad con un desenlace esperanzador pueden ser el alimento (para el alma) que necesitamos, la lectura de este clásico resulta más pertinente que nunca.
Portada del libro «Los Miserables».© Cortesía de Casa del Libro.
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Lo mejor: si tuviera que resumir esta novela en una palabra diría que es un culebrón. Un culebrón de los buenos con varios protagonistas –aunque Jean Valjean sea quien maneja el timón– cuyos historias se entrecruzan y se siguen a lo largo de varias décadas; con misterios, identidades falsas, regresos, secretos que terminan por saberse, sufrimiento (mucho), lucha de clases y una insurrección –la de junio de 1832 en París–. Se trata de una novela de la escuela romántica, en la que la poesía de la narración importa, pero que en ningún caso resulta cargante. El autor te lleva, te empuja, y los personajes terminan siendo tan familiares que de manera natural uno se indentifica con sus penas como si le fueran conocidas. Aquel profesor de redacción periodística no mentía cuando dijo que en este libro estaba todo y al finalizarlo se tiene la sensación de haber leído una historia épica que no solo habla de un período muy concreto de la historia, sino de la vida misma. Antes y ahora.
Lo peor: es muy probable que hayas visto algunas de las adaptaciones cinematográficas de la novela e incluso el musical y que por lo tanto ya sepas lo que sucede en la trama. Con Los Miserables ocurre como con la película Parásitos: cuantos menos detalles conozcas sobre el argumento, mejor. Y hoy en día es casi imposible escapar al spoiler. Si no sabes nada, prepárate para no soltar este libro ni un segundo y si ya lo sabes todo, puede que no te enganche de la misma manera, pero el goce será el mismo.
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