Bárbara Lennie (Madrid, 1984) está pletórica. En unos días viaja a Galicia para comenzar el rodaje de El desorden que dejas, la serie de Netflix basada en la novela homónima de Carlos Montero -creador del fenómeno televisivo Élite-, y no ve el momento de ponerse en la piel de Viruca, su personaje. «Estoy en un punto en que me apetece probar cosas muy diferentes y ella es una mujer que no tiene nada que ver con otras que he interpretado hasta ahora. Es una profesora de Literatura que hace muy bien su trabajo y sus alumnos la adoran pero, por otro lado, es una disfrutona que vive por encima de sus posibilidades, muy impulsiva, muy sexual… Espero que esta serie me permita romper algunos estereotipos sobre mi trayectoria; quiero eliminar cierto pudor en torno a mí y ser más accesible», afirma.
Cuando no te da la vida empiezas a odiar lo que haces y te conviertes en una persona en la que no te reconoces».
Razones para parar
Lennie se encuentra en un momento nuevo. Desde que terminó el rodaje de Todos lo saben, hace casi dos años, no ha vuelto a rodar. Además de trabajar en la película de Ashgar Farhadi, junto a Penélope Cruz y Javier Bardem, acababa de protagonizar La enfermedad del domingo, Petra y El reino, y terminó exhausta, literalmente. «Estaba seca, me pasé de rosca. Quería aprovechar el increíble momento profesional por el que estaba pasando, con muchos proyectos que me gustaban, y no lo gestioné bien. Todo lo que hacía me apasionaba pero, luego, llegaba a casa y estaba triste. Cuando no te da la vida empiezas a odiar lo que haces y te conviertes en una persona en la que no te reconoces. También tengo claro que el exceso de trabajo se juntó con un momento vital muy complicado y muy intenso, que me pedía mucha dedicación. Todo era excesivo», cuenta.
Bárbara se refiere a la familia que acababa de formar con el cineasta Diego Postigo y las dos hijas que él tuvo con la recordada Bimba Bosé, Dora y June. «Mi vida personal era muy exigente. Y todo sucedió muy rápido. Asumí mi nuevo rol de madre como pude, con mucho amor y dedicación. Y ha sido algo increíble, me ha resituado en el mundo y me ha enseñado muchísimo. Pero tuve que aprenderlo todo de un día para otro. Eso generó una situación que ahora estamos reacomodando después de un periodo de salvar los muebles y sacar las cosas adelante. Fue difícil, pero estoy profundamente orgullosa de todos nosotros por haberlo conseguido», declara.
Un inesperado problema de salud -«Muy serio, casi me muero», afirma- fue la gota que colmó el vaso para darse cuenta de que debía parar. «Ha sido un tiempo para hibernar, porque mi cabeza y mi creatividad estaban en estado comatoso. Me he dedicado a dormir y ver películas, he vuelto a leer y pasear, he viajado para recoger unos premios preciosos que me han dado en Toulouse y en Miami, he trabajado el inglés y me he entregado a mi casa. Y ahora estoy feliz, tengo muchísimas ganas de hacer cosas y disfruto con todo», reflexiona.
Seguir probando
«He hecho un viaje que quizá no ha sido el más ortodoxo -dice Lennie-, pero escogí un camino en el que ha habido cosas geniales y otras más difíciles. Incluso ahora, lo que me tira es seguir investigando y probando. A veces me da miedo por perder una supuesta estabilidad que si a los 25 años me daba igual, a los 35 ya me la cuestiono… Pero soy absolutamente incapaz de hacerlo de otra forma».
Su trayectoria le ha granjeado el respeto de sus compañeros de profesión y de un público que no dudó en rebelarse en las redes sociales contra la sorprendente ausencia de Bárbara entre los nominados de la última edición de los premios Goya. «Recibí un montón de mensajes de ánimo, fue muy bonito. Claro que me gusta recibir halagos, pero no es una cosa que tenga presente a todas horas. El otro día me hicieron la carta astral y me dijeron que no parecía la de una actriz, sino la de alguien más relacionado con ayudar a los demás que con el reconocimiento. Y en eso hay un punto que me reconozco».
En este largo proceso de cambio, Lennie también ha dejado de lado algunos prejuicios hasta sentirse cómoda en el papel de referente de estilo. Sus apariciones en la alfombra roja, casi siempre luciendo diseños de grandes firmas, son unánimemente alabadas. «¿Por qué no? Pasé muchos años pensando que eso tenía que ver con venderse o algo así. Y cuando me he dado cuenta de que tengo un potencial, que lo puedo defender y que me da placer y seguridad, convivo con ello con naturalidad. Supongo que esto te lo da la edad».
Esa ha sido una razón más para aceptar la propuesta de ser la nueva imagen de la colección Aguas Frescas de Adolfo Domínguez, las ya míticas fragancias de la marca gallega. «Me halaga que alguien considere que puedo representar un producto así. Yo he crecido con Adolfo Domínguez y me gusta mucho el mundo de las fragancias y los creadores que hay detrás de ellas. Siempre uso perfume y cambio en función de mi estado de ánimo, de qué vaya a hacer ese día, de la ropa que lleve… Mi olor favorito es el jazmín, porque me recuerda a la casa de mis abuelos en Argentina», confiesa.
En primavera volverá a subirse a un escenario. Será con Las ficciones, una obra que produce y protagoniza junto a Irene Escolar, con la que ya trabajó en Hermanas, y a la que se ha unido Carmen Machi. «Creo que esto es solo una pequeña parte de lo que Irene y yo haremos juntas en el futuro. Tenemos criterios parecidos y sabemos que hay que ponerse las pilas porque no es tan fácil encontrar buenos proyectos y personajes», cuenta.
También le ronda la cabeza abrir horizontes y trabajar en el extranjero, algo que no barajaba en el pasado. «En el Festival de San Sebastián, donde fui jurado, conocí a gente de muchos sitios con carreras muy diferentes, y deseo probar esa experiencia. Me he dado cuenta de que mi naturaleza tiene que ver con viajar, con contar historias, con conocer gente y no voy a renunciar a ello. No va conmigo ser la señora de la casa. Hubo un momento que me lo planteé pero no soy así. Ahora, a ver cómo lo hago», dice la actriz.
Aguas frescas
La familia crece con dos nuevas fragancias, Agua Fresca de Mimosa Coriandro y Agua Fresca de Gardenia Musk. Bárbara es su embajadora y ambas son refrescantes pero enérgicas. Dos aguas novedosas, juveniles y muy actuales en su composición.
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