Se crio en medio de una plantación de bananas y un encuentro con Diana Vreeland le cambió la vida. Manolo Blahnik lleva más de 40 años haciéndonos soñar con sus diseños y no hay mujer en el mundo que no desearía tener en sus pies un par de Manolos. Hijo de padre checo y madre tinerfeña, este ‘técnico del calzado’, como a él le gusta que lo definan, cumple 78 años este 27 de noviembre y a pesar de estar cerca de los ochenta, él sigue centrado en su trabajo. Pero a su lado cuenta con la energía de la que será su sucesora. Se trata de su sobrina Kristina (46), hija de su hermana Evangelina, y a la que Manolo quiere como si fuera su hija.
Su imperio por tanto está a salvo y Kristina lleva las riendas como CEO de la compañía desde el año 2009. Nació en Colonia, Alemania, en 1974. Su padre es banquero y su madre, Evangeline, que fue la directora gerente de la compañía de su hermano Manolo hasta 2011, se mudaron cuando aún era una niña a Londres. Allí creció entre cajas de zapatos y en el pequeño despacho de su tía jugaba a las casitas convirtiendo las cajas que iban llegando al almacén en una ‘mansión’ para sus muñecas. Junto a su tío, se pasaba horas viéndole dibujar bocetos de zapatos y ella trataba de imitarle con sus propias ideas.
De un internado para niñas a Cambridge
Se educó en el elitista St Mary’s School, internado solo para chicas ubicado en Calne, Wiltshire, y que está considerado uno de los tres mejores centros escolares para niñas de Reino Unido. Llegada la adolescencia, soñaba con dedicarse al mundo de la banca como su padre, pero en sus ratos libres le encantaba dibujar cualquier cosa que tenía ante sus ojos. Además ayudaba en su colegio a diseñar las escenografías para las obras de teatro escolares. Así que con 17 años decidió que quería estudiar Arquitectura.
Se graduó en la prestigiosa Universidad de Cambridge por la que han pasado algunos de los arquitectos ingleses más reconocidos a nivel internacional como Spencer de Grey, jefe de diseño de Foster and Partners, el estudio de Norman Foster. Completó su formación con un máster en la Architectural Association, la escuela independiente de Arquitectura más antigua de Reino Unido y que fue fundada por dos jóvenes arquitectos en 1847 con la intención de ofrecer una educación autónoma e independiente. Pero Kristina no se alejó nunca del negocio familiar. Aunque en el año 2000 levantó un estudio de arquitectos llamado Data Nature Architectects Limited y lo mantuvo durante 10 años, empezó a interesarse por la empresa de su tío y fue metiendo la cabeza en ella poco a poco para aprenderlo todo sobre ella.
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Empezó en 2009 trabajando en el departamento de prensa de Manolo Blahnik y se empapó de cada una de las partes que componían la compañía. “No tenía ninguna habilidad comercial, pero sabía construir un edificio. No me veo dentro de la moda, sino dentro de una situación familiar en la que todos queremos mantenernos involucrados y creciendo”, explicaba Kristina en Footwear News. Sus inicios no fueron fáciles y hasta llegó a sentir que perdía su identidad al dejar de lado el mundo de la arquitectura.
Pero rápidamente comprendió que su función era llevar adelante mejoras en el negocio familiar y continuar el espectacular legado de su tío. A los 35 años ya era CEO de la empresa y uno de sus primeros retos fue ‘montar’ desde cero dentro de la compañía un departamento de comunicación, un despacho legal, un equipo de desarrollo de producto y uno de redes sociales. En 2010 ya lo tenía todo listo. Había pasado una gran ‘prueba de fuego’. Pero su trabajo siguió y en 2015 pasaron de ser 20 personas a triplicar el número de empleados; se mudaron de la oficina de Old Church Street en Chelsea –esa misma en la que Kristina había crecido entre cajas de zapatos y que apenas tenía cinco metros cuadrados con dos mesas para Manolo y su hermana Evangeline– a una mucho más grande en Welbeck Street en el lujoso barrio de Mayfair y sentaron las bases fundacionales y de marca necesarias para una empresa que no paraba de crecer.
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Un divorcio en su mejor momento laboral
Kristina asegura ser una mujer muy positiva y que nunca está en contra de nuevas ideas siempre que se le expongan con absoluta claridad. Para ella, el secreto de su éxito es levantarse cada mañana y sonreír, y recalca que los mayores lujos de la vida son el tiempo y la libertad. “Para aquellos que empiezan en este sector solo puedo decirles que se tomen su tiempo y que protejan su libertad. Sin eso, nunca alcanzarás la excelencia”, añadía en la citada entrevista.
Justo en 2011, cuando empezaba a ver los primeros resultados de su duro esfuerzo por llevar a lo más alto la empresa de su familia, vivía uno de los momentos más complicados de su vida personal: se divorció de su primer marido, con el que tuvo dos hijos. “La presión del trabajo influyó definitivamente en mi matrimonio”, confesaba la heredera del imperio Blahnik en la edición británica de Vogue. Pese a todo, se mostró entonces positiva como siempre es y aseguraba que con su exmarido seguía manteniendo una buena relación.
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Comprometida con un arquitecto
Pero el amor volvía a llamar a su puerta hace un par de años y sonrió de nuevo en el plano personal. En junio del año pasado, la sobrina del creador de los Manolos, anunciaba en sus redes sociales que acababa de comprometerse con su pareja, Kevin Bundy, y subía una fotografía de su mano luciendo un espectacular anillo de brillantes. El novio de la heredera de Blahnik estudió Arquitectura como ella pero en la Universidad de Brighton y especializándose en Tecnología Arquitectónica, que consiste en la aplicación de tecnología al diseño de edificios. Además, hizo un máster en Desarrollo e Inversiones inmobiliarias en la Universidad de Greenwich.
Ha trabajado en varias empresas como project manager desde el año 2000 y en 2015 fichaba como director de desarrollo en Battersea Power Station, una central eléctrica inactiva ubicada en Londres que fue pionera en Inglaterra al emplear el sistema de distribución de energía National Grid, y que ha sido reconstruida como una de las zonas de viviendas de lujo, comercios y oficinas más caras de la capital británica. En ese barrio, Battersea, van al colegio los hijos de los duques de Cambridge. En diciembre de 2019, Kevin Bundy era contratado como director ejecutivo de la compañía constructora y propietaria de grandes terrenos Our Place.
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Aunque le queda poco tiempo libre, Kristina adora disfrutar de una copa de champán frente a la chimenea de su casita de campo londinense. Las vacaciones estivales las disfruta entre Ibiza y Formentera y en las islas pitiusas prefiere la tranquilidad de sus calas y sus restaurantes escondidos a los locales de moda llenos de celebrities. Le encanta pasear con su perrita Poppins, cocinar para sus amigos en casa y pasar horas en la campiña inglesa en la zona de Sussex en plena naturaleza y en compañía de sus dos hijos y su pareja.
La historia de éxito de los Manolos
Manolo Blahnik estuvo cerca de la moda desde que era niño. Vivía en La Palma mientras sus padres se ocupaban de una plantación platanera de su propiedad, pero cada mes su madre recibía la revista Vogue por correo y para él era el mejor momento del día sentarse a ojearlo con ella. “Mi padre, que nació en Praga, iba en de viaje en barco con sus padres y paró en La Palma. Vio a mi madre a través de la ventana y ella le sonrió. Al año siguiente, él volvió a la isla y finalmente se quedó con ella en Canarias”, explicaba en el Daily Mail el propio Manolo. Un par de veces al año, Manolo acompañaba a su madre a París para comprar prendas de Balenciaga, el diseñador favorito de su progenitora, algo que sin duda marcó la infancia del que luego sería uno de los diseñadores de calzado más famosos del planeta.
Pero la vida en la isla canaria se le hacía pequeña y decidió marcharse a Ginebra, Suiza, para estudiar Derecho Internacional y más adelante Literatura. Pero su mundo no estaba entre libros y leyes, por lo que abandonó la carrera y se mudó a París para estudiar Arte en la Escuela del Louvre y en la Escuela de Bellas Artes. Rápidamente se introdujo en los ambientes más glamurosos de la industria de la moda. De ahí pasó a Londres y empezó a trabajar como dependiente y luego como fotógrafo de prensa para el Sunday Times y escribiendo artículos para Vogue L’Uomo Italia. En 1971, su vida daba un giro de 180 grados tras un encuentro en Nueva York junto a su amiga Paloma Picasso con Diana Vreeland, editora de Vogue USA. Le enseñó sus bocetos, decenas de dibujos desordenados y otras tantas ideas. Ella le animó a diseñar zapatos y desde entonces no ha hecho otra cosa.
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De Lady Di a Madonna, todas aman a Manolo
En 1973 abrió su primera tienda en Chelsea, Londres, a la que llamó Zapata En menos de diez años consiguió que sus creaciones fueran reconocidas a nivel mundial y logró tener seguidoras tan fieles (de Madonna a Lady Di y la reina Letizia –las dos se casaron con modelos del canario– pasando por Bianca Jagger) que no querían para sus pies otro zapato que no fueran unos Manolos. Además, Blahnik ha diseñado para que sus zapatos se vieran en las pasarelas más importantes de la mano de creadores como John Galliano, Carolina Herrera o Christian Dior. Sin duda, Sarah Jessica Parker fue su mejor embajadora durante años al convertir los Manolos en un objeto de deseo para cualquier mujer gracias a la serie Sex in the City en la que Carrie Bradshow prefería no comer para poder comprarse un par.
Todos sus diseños se producen artesanalmente en Italia y requieren hasta 50 procesos llevados a cabo por los mejores artesanos del mundo. Manolo es el encargado de diseñar cada par a mano y solo se fabrican 80 pares al día, por lo que algunos tienen lista de espera incluso años.
Centrado en su profesión durante toda su vida, Manolo Blahnik nunca se casó ni tuvo hijos. A sus 78 años vive en una casa en Bath, una ciudad ubicada en el campo ondulado del suroeste inglés, conocida por sus termas naturales y la arquitectura georgiana del siglo XVIII. Allí reside desde hace más de cuatro décadas y allí goza de la tranquilidad de la naturaleza. Cuentan que es un hombre de gustos sencillos al que le encanta el fish and chips.
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