Pese a que su familia es una de las más queridas, admiradas y famosas del mundo, hay algunos miembros del clan Bosé que prefieren permanecer alejados de los flashes y guardan un discreto segundo plano dejando todo el protagonismo a Miguel, Lucía y Paola, los tres hijos de Lucía Bosé y Luis Miguel Dominguín que siguen generando interés por muchos años que pasen. Eso sí, las nuevas generaciones piden paso y algunos tratan de hacerse un hueco en la música, como Dora Postigo (nieta de Lucía Dominguín e hija de Bimba Bosé), en el cine o la moda, como Nicolás Coronado (hijo de Paola y José Coronado) o Palito Dominguín (la hija menor de Lucía Dominguín), o en el mundo del maquillaje profesional como Alma Dominguín (hija menor de Paola).
Sin embargo, poco se sabe de la vida de Jara, la primera hija que Lucía Dominguín tuvo con su segundo marido Carlos Tristancho. La hija mediana de la actriz italiana tuvo antes dos vástagos, Bimba y Olfo, con su primera pareja, un ingeniero italiano llamado Alessandro Salvatore del que se enamoró cuando apenas tenía 17 años. Tras pasar un tiempo en Londres junto a su hermano Miguel, donde trabajó como modelo y pasaba las horas pintando y haciendo esculturas, conoció a Alessandro y con él tuvo a su primera hija, Eleonora (más conocida como Bimba) un año después. Cinco años más tarde nacía Rodolfo, al que todos llaman Olfo de manera cariñosa.
❤️?❤️
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Sus padres se casaban en 1985
La familia vivió un tiempo en Cuernavaca, localidad colonial que alberga el Palacio de Hernán Cortés y está situada al sur de Ciudad de México. Pese a que parecía una pareja ideal, poco después el matrimonio decidía separarse. El ingeniero logró entonces la custodia de sus hijos y se marchó con ellos a vivir a Estados Unidos. Tras un duro proceso de separación por la custodia de los dos niños, Lucía volvía a Madrid con ellos y en 1982 encontraba de nuevo el amor al lado del actor extremeño Carlos Tristancho. Se casaron en 1985 y diez años después llegaba Jara (25), que se convertía en la muñequita de toda la familia. Dos años más tarde, la pareja daba la bienvenida a la pequeña Lucía (23), conocida hoy como Palito. Las niñas se criaron en el campo extremeño. Su padre dejó la interpretación y fue, entre otras cosas, director del Teatro de Mérida durante siete años. Lucía y Carlos decidían marcharse a vivir a un antiguo convento franciscano situado en Barcarrota, en la provincia de Badajoz, que convirtieron en un selecto hotel rural al que llamaron Rocamador.
Felicidades primo querido! Por lo que nos queda por andar! Amor y mas amor! ❤️️
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Una infancia sin tele en plena naturaleza
Tanto Jara como Palito crecieron junto a una huerta ecológica y rodeadas de naturaleza, en un ambiente rústico y bohemio a partes iguales, pero siempre con un lado creativo que sus padres les inculcaron desde muy pequeñas. Según contaba Jara en una entrevista en ABC en 2015, cuando no querían ir al colegio, se quedaban en casa y pasaban horas frente al escritorio dibujando, haciendo manualidades, cantando o tocando cualquier instrumento. La tele no era para ellas una forma de divertirse, sino que preferían disfrazarse con lo que pillaran por casa y jugar entre ellos. La libertad fue clave en su educación, esa misma libertad en la que también se criaron su madre y sus tíos Miguel y Paola. De hecho, durante los primeros años allí, Jara y su hermana no iban a la escuela y recibían educación en su casa. No tenían televisión e internet llegó hasta allí pasados muchos años.
En los primeros años en Extremadura, el hotel funcionó de maravilla y eran muchos los famosos que lo publicitaban, entre ellos Alejandro Sanz, que llegó a ser socio de la empresa. Pero con la llegada de la crisis económica, los problemas también acuciaron a Lucía y Carlos, aunque ella siempre dijo que desconocía el estado de las cuentas. Las deudas fueron a más y la pareja se arruinó. Al mismo tiempo que veían como la parte financiera se venía abajo, también lo hacía su matrimonio y en 2011, después de 26 años juntos, se divorciaban.
❤️.Viva la madre que nos parió. ❤️
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Aunque adora a su padre y es frecuente ver fotos junto a él en su perfil de Instagram, Jara siente una unión muy especial con su madre. “Es una mujer maravillosa, es una ‘mamma’, la llamamos así, de hecho hasta mis amigos porque es como la madre. Tiene un don: cualquier sitio lo hace un hogar, la admiro muchísimo porque siempre está ahí, pero no te agota. No es la típica madre que está a cada rato encima”, explicaba en la web Rsvponline de México.
Ella! La mas bella! Te quiero! ? #sisters #love #newyear #newmemories
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Emprendedora y con vena creativa
Jara, a la que de niña llamaban Jarina, estudió en un internado de Villafranca de los Barros, en Badajoz, y pasó una temporada en Reino Unido para terminar sus estudios de Secundaria. En 2014 regresaba a Madrid después de muchos años alejada del ruido de una gran ciudad y allí coincidió con dos viejas amigas, María Martín y Vanesa Angulo. Las tres tenían muchas cosas en común, pero sobre todo su pasión por la moda y las ganas de emprender y contar historias a través de sus diseños. Fundaron Oli&Dom (Oli por Olimpia, que es el segundo nombre de Jara, y Dom por Dominguín, su segundo apellido) una marca de zapatos en la que Jara se ocupaba de la parte creativa.
Su primera colección 100% artesanal y hecha en España (concretamente en un taller de Alicante) salía al mercado en el verano de 2015 y en Vogue recordaba cuando de niña sus padres le compraban cada año, en la feria del ganado de Zafra, unas botas camperas que estrenaba con emoción cada San Miguel. Los primeros tacones que se puso fueron prestados por Rebecca de Alba cuando Jara tenía apenas nueve años. Ya de mayor, siguió con esa pasión por el calzado y confesaba tener “miedo” a contar todos los pares que tenía en cajas en su trastero y en la casa de su madre y hasta aseguraba que resultado de ese pequeño caos a veces había perdido algún que otro zapato que no volvía a aparecer. En aquellos años, su hermana mayor, Bimba, fue su mejor consejera y a la que enseñó antes que a nadie los bocetos de sus zapatos.
Orgullosa de sus raíces y acostumbrada a la prensa desde niña pero con pocas apariciones en público salvo cuando presentó su marca, pertenecer al clan Bosé le ha dado muchas alegrías pero tampoco le ha puesto las cosas más fáciles que a otras jóvenes de su generación. “En ocasiones ha supuesto un hándicap, el listón está muy alto. La gente cree que por tener un apellido conocido tienes todas las puertas abiertas; pero también cuentas con que si no te salen las cosas bien, el peso recae sobre toda tu familia y eso es una presión. Mi trabajo tiene más repercusión probablemente que si fuera una persona anónima. Quizás es más fácil llegar, pero una vez ahí es más difícil mantenerse”, explicaba en ABC. Entre otras cosas, Jara vio sus diseños sobre la pasarela en uno de los desfiles de Francis Montesinos, gran amigo tanto de su madre como de su tía Paola.
EllaTodo.La heroinade mis sueños y de mi realidad. Felicidades a destiempo , pero a mi tiempo. Te quiero. #mamma #love #family #amordemadre ❤️️
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Cocinillas como su madre
Su guilty pleasure es dormir, admira a Natalie Portman y ha releído varias veces la Antología Poética de Miguel Hernández. Su gran pasión, además de la moda, es la cocina, ya que en su casa, como recordaba hace unos días su madre, la familia se reunía en torno a los fogones y allí pasaban horas charlando mientras comían. Jara comenzó un nuevo negocio hace un par de años y montó una empresa de catering en México, país al que llegó con la firma de zapatos y del que se enamoró. Ahora que su madre es una de las concursantes de MasterChef Celebrity (los martes en TVE), la joven ha podido degustar algunos de sus nuevos platos y cuenta también con más de una receta ‘secreta’ suya y de su abuela materna.
Con sus hermanos, Jara mantiene una relación estupenda, sobre todo con Palito, a la que por edad siempre se ha sentido más cercana. La pequeña de los Tristancho-Dominguín es modelo y se especializó en Bournemouth en Arte, Música y Fotografía dentro de Bellas Artes. A sus 23 años está instalada en Barcelona desde hace un año junto a su novio Harry, y poco a poco se va haciendo un hueco en el mundo de la moda. Ya ha desfilado para diseñadores como Ágatha Ruiz de la Prada o Francis Montesinos.
FELIZ NAVIDAD! Familia amada, familia alocada,… #christmas #family ❤️️
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La dura pérdida de su hermana Bimba
Uno de los golpes más duros para toda la familia fue la pérdida de Bimba Bosé el 23 de enero de 2017. La modelo llevaba luchando contra un cáncer de mama desde 2014 y nos dejaba a los 41 años. Ese año, Jara mantenía un romance con David Castillo, uno de los jóvenes protagonistas de la serie Aída, que estuvo a su lado en ese terrible trance mostrándole todo su amor tanto en privado como en público. En ese momento, Lucía Dominguín se refugió en sus otros tres hijos y de nuevo en su madre, que vivía en Brieva (Segovia), pero también en su hermana Paola.
De hecho, desde hace varios años vive en una casita en Vilamarxant, un pequeño municipio de unos 10.000 habitantes a una media hora de Valencia, donde también residen su hermana y su hijo Olfo. Estos días, Jara y su hermana Palito están junto a su madre en Valencia y en sus redes sociales las hemos visto desayunar un buen trozo de tortilla de patatas en un bar y llevar a cabo tareas en la casa como tres buenas amigas entre risas y gestos cómplices.
Tras la muerte de Bimba, tanto Jara como su hermana Palito, Olfo y su prima Alma, con la que tienen una relación muy cercana, quisieron rendirle un bonito homenaje tatuándose un símbolo que era seña de identidad de la modelo: las hormigas. Además, Jara tiene más tatuajes como un planeta, un símbolo de infinito, una libélula y la frase: “No llores porque se esconda el sol o las lágrimas no te dejarán ver las estrellas”.
El amor adquiere muchas formas … #family #poweroflove
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Coincidiendo con el primer aniversario de la muerte de la modelo y tras haber pasado las navidades todos juntos, la familia se reunió para rendir su particular recuerdo a la que fuera musa de David Delfín. “El amor adquiere muchas formas… #family #poweroflove”, escribía Jara junto a una imagen acompañada de su abuela, Lucía Bosé, su madre, su tía Paola, su hermana, su prima Alma y las dos hijas de Bimba, Dora y June. Las mujeres del clan Bosé se reunieron en torno a una mesa en la casa familiar de la matriarca en Brieva (Segovia) para disfrutar de un almuerzo en el que recordaron a Bimba con emoción y una gran sonrisa.
Vivió con su abuela Lucía
La muerte de su abuela el pasado mes de marzo supuso un nuevo revés en la vida de Jara y de todos los Bosé. Lucía Bosé fue el gran pilar de la familia y la propia Jara hablaba de ella hace unos años con gran orgullo y un amor profundo. “Tenemos un carácter italiano bastante arraigado, heredado de mi abuela, todas son mujerones, muy dulces también. La gente cree que son distantes y ariscas, pero no tiene nada que ver; son increíbles, muy fuertes y hay veces que no sé de dónde sacan la fuerza. Ojalá yo llegara a esa edad con el pelo azul y con tanta juerga en el cuerpo”, revelaba en un medio mexicano.
Buongiorno cicogna! Gracias por compartir conmigo y por dejarme ser tu “compi de piso” estos meses,voy a echar de menos ese cigarrito mañanero, el prosseco antes de comer, las escapadas a los chinos a por modelitos, tus historias de vida,…y hasta las discursiones feministas! Espero que ya hayas empezado tus charlas con Steiner y lo estes poniendo en vereda. Te voy a echar de menos pero te voy a llevar siempre cerquita de mi para que me guíes cuando no lo tenga claro… Y no sigo porque como veas que lloro al escribir esto bajas solo para regañarme y decirme “va fan culo” Hoy brindo contigo y por ti con nuestro mezcal. Te quiero.???
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De hecho, antes de la muerte de Lucía, Jara vivió con ella unos meses en Segovia y así se despedía de ella: “¡Buongiorno cicogna! Gracias por compartir conmigo y por dejarme ser tu ‘compi de piso’ estos meses. Voy a echar de menos ese cigarrito mañanero, el Prosecco antes de comer, las escapadas a los chinos a por modelitos, tus historias de vida… ¡y hasta las discusiones feministas! Espero que ya hayas empezado tus charlas con Steiner y lo estés poniendo en vereda. Te voy a echar de menos pero te voy a llevar siempre cerquita de mí para que me guíes cuando no lo tenga claro… Y no sigo porque como veas que lloro al escribir esto bajas solo para regañarme y decirme “vaffanculo”. ¡Hoy brindo contigo y por ti con nuestro mezcal. Te quiero”.
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